El Observatorio de Familia (OFAM) de la Universidad de Piura advirtió que en el Perú los matrimonios están en retroceso, mientras que las separaciones y las convivencias siguen en aumento, lo que podría traer graves consecuencias sociales y demográficas para las próximas generaciones.
El informe “Estado marital de las mujeres peruanas”, basado en cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), muestra que entre 2015 y 2023 el porcentaje de mujeres casadas en edad fértil descendió del 22% al 17%, mientras que las separadas subieron del 10% al 14%.
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En contraste, las mujeres convivientes pasaron de representar el 45% en 2015 al 48% en 2023, consolidándose como el estado marital predominante en el país.
El segundo grupo más frecuente fue el de mujeres solteras, que se mantuvo relativamente estable en torno al 22%. Una excepción ocurrió en 2020, cuando el porcentaje subió al 26%, coincidiendo con una reducción de convivencias (del 46% al 42%), situación que los investigadores atribuyen al aislamiento social durante la pandemia de la Covid-19.
Gloria Huarcaya, docente universitaria y coautora del informe, señaló en una entrevista con EWTN Noticias que este escenario responde a una dinámica global: “En realidad es una tendencia de todos los países de Occidente: se observa este retroceso del matrimonio y una consecuente popularización de la cohabitación”.
La investigadora alertó que esta situación afecta directamente a la natalidad y a la estabilidad social: “Alrededor del 75% de niños en América Latina nacen fuera del matrimonio, y en Perú esta cifra llega al 90%, es decir, nueve de cada diez niños”.
Huarcaya explicó que los hogares de convivientes suelen tener menos hijos y presentan mayor fragilidad. “No sabemos el motivo exacto, pero la hipótesis podría ser que se disuelven más pronto, porque no tienen tanta estabilidad. Con esta realidad, en el futuro, el Perú podría no tener jóvenes que reemplacen a los adultos, porque son más los que mueren que los que nacen”.
Actualmente, la tasa de fecundidad en el país es de 1.8 hijos por mujer, por debajo del nivel de reemplazo generacional estimado en 2.1 desde 2015, explica la especialista.
El catedrático Guillermo Dulanto, profesor de Economía de la UDEP y también coautor del informe, añadió que las uniones de hecho conllevan mayores riesgos. “Impacta en la violencia contra una mujer: hay más violencia en los hogares donde son convivientes que en los hogares donde son casadas. Impacta también en la educación: los hijos de convivientes tienen un menor nivel educativo que los hijos de matrimonios casados”, sostuvo.
Por su parte, Huarcaya señaló que la vulnerabilidad económica golpea con fuerza a las mujeres, ya que “al tener una relación menos estable, ellas sufren vulnerabilidad económica con la separación”.
“En la mayoría de casos asumen el soporte económico que debía contribuir el padre, además ellas solas suelen cuidar del hogar y del hijo, lo que se convierte en una recarga laboral doméstica”, añade.
Camino de solución
Ante esta problemática, los especialistas proponen que el Estado implemente políticas públicas que promuevan la estabilidad matrimonial. Una de las sugerencias es facilitar préstamos para la adquisición de la primera vivienda con bajos intereses, que podrían reducirse conforme las parejas tengan hijos.
“Esto podría convertirse en un incentivo para favorecer la estabilidad de las parejas, la conformación de matrimonios y, por supuesto, el aumento de la natalidad”, subrayaron los autores del informe.

