La mayoría de las personas piensan en San Maximiliano Kolbe como el mártir heroico que en Auschwitz ofreció su vida a cambio de otro prisionero, aceptando una muerte dolorosa por inanición. Sin embargo, hay mucho más en su historia.
¿Qué fue lo que le dio el valor para hacer algo así? ¿Y por qué ese sacrificio no fue la razón por la que fue canonizado? Estas son solo algunas de las preguntas que responde el programa “The Knight” (El Caballero), que se transmitirá el sábado 23 de agosto a las 2:00 p.m. (ET) por EWTN.
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Este especial resalta tres acontecimientos históricos que tuvieron un impacto decisivo en la vida de Kolbe y en sus respuestas, que hoy siguen hablando al corazón de los creyentes.
1. Distribuyó la Medalla Milagrosa ante el avance de la masonería en el Vaticano
El primer acontecimiento fue el bicentenario de la masonería. Durante aquella celebración, “el Vaticano fue sitiado por miles de personas que portaban pancartas con la imagen de Satanás derribando a Miguel Ángel y la inscripción: ‘Satanás debe reinar en el Vaticano y el papa será su siervo’”.
¿Qué podía hacer un estudiante universitario que se preparaba para ser franciscano? Kolbe pidió permiso a su rector para fundar la Milicia de la Inmaculada. Influenciado profundamente por las apariciones de la Virgen a Santa Catalina Labouré, encomendó a sus miembros distribuir la Medalla Milagrosa, de la cual la Virgen había prometido gracias de conversión.
Kolbe explicaba: “Distribuid su medalla donde podáis: a los niños, para que siempre la lleven al cuello; a los ancianos y, de modo particular, a los jóvenes, para que bajo su protección tengan fuerza frente a las tentaciones de nuestro tiempo; a quienes no van a la iglesia, a los que temen confesarse, a quienes se burlan de la fe o se encuentran en la herejía. A todos hay que ofrecer la medalla… pedirles que la lleven y suplicar con empeño a la Inmaculada su conversión”.
2. Impulsó un periódico que, en lugar de atacar al comunismo, anunciaba el Evangelio
El segundo gran acontecimiento fue la invasión soviética a Polonia. De no ser por el “Milagro del Vístula”, en agosto de 1920 el ejército bolchevique habría tomado Varsovia. Esta experiencia ayudó al joven sacerdote Kolbe a comprender que “para la Europa cristiana, el comunismo era una amenaza tan grave, o más, que la masonería”.
Con los monasterios que fundó en Polonia, Kolbe impulsó un periódico barato destinado a un público pobre y en gran parte analfabeto, para quienes los impresos eran un lujo. Su publicación, El Caballero de la Inmaculada, no atacaba directamente al comunismo, sino que mostraba una visión distinta: la del Evangelio de Jesucristo.
“El corazón del hombre es demasiado grande para llenarse con dinero, sensualidad o la engañosa neblina de la fama. Anhela un bien superior, inmenso y eterno, y ese bien solo puede ser Dios”, escribió.
La primera edición alcanzó 70.000 ejemplares. Más adelante, una edición en Japón cobraría una importancia particular tras el lanzamiento de la bomba atómica en Nagasaki.
Kolbe incluso planeaba fundar la primera emisora católica de radio y lanzar un canal de televisión.
3. Su martirio fue la culminación de una vida entera vivida en grado heroico de virtud
Estos proyectos fueron interrumpidos por el tercer y más conocido acontecimiento de su vida: la Segunda Guerra Mundial. Durante el conflicto, seis millones de polacos fueron asesinados y 3.500 desplazados. Kolbe socorrió a los necesitados con alimentos y asistencia, y logró publicar un último número de su periódico.
Allí escribió: “La felicidad fundada en la mentira no puede durar, del mismo modo que la mentira misma no perdura. Solo la verdad puede ser, y es, el fundamento inquebrantable de la felicidad del hombre y de la humanidad entera”.
Ese testimonio de verdad fue probablemente lo que llevó a su arresto y deportación a varios campos de concentración, junto con otros 100.000 prisioneros. En Auschwitz ofreció su vida por un padre de familia condenado a morir. El impacto de su gesto en los demás prisioneros, y en quienes luego conocieron su historia, fue incalculable y sigue resonando en todo el mundo.
Cuando lo canonizó, San Juan Pablo II afirmó: “En este lugar de terrible sufrimiento, el padre Maximiliano Kolbe obtuvo una victoria espiritual semejante a la de Cristo, entregándose voluntariamente a morir en el búnker del hambre por su hermano”.
Sin embargo, el Papa no lo canonizó solo por ese sacrificio heroico, sino porque vivió toda su vida en grado heroico de virtud. Su muerte voluntaria en Auschwitz fue la culminación de una existencia de entrega y fidelidad a la Inmaculada, quien lo condujo siempre a cumplir la voluntad de Dios.
Traducido y adaptado por ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.

