El frío cruel de agosto en Buenos Aires no fue obstáculo para miles de devotos de San Cayetano, que desde hace días aguardan en cercanías del santuario ubicado en el barrio de Liniers para llevar sus oraciones y agradecimiento al patrono del pan y del trabajo.
Como cada año, los festejos comenzaron a las 00:00 horas con la apertura de las puertas del templo, y un espectáculo de fuegos artificiales para dar la bienvenida a los primeros peregrinos en ingresar al templo, donde fueron recibidos por sacerdotes y por el Obispo Auxiliar de Buenos Aires, Mons. Iván Dornelles, que dieron su bendición.
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Las celebraciones comenzaron en la madrugada, con misas a cada hora desde las 04:00 (hora local), bendiciones y confesiones dentro y fuera del templo, y una larga fila de fieles que fueron ingresando constantemente al santuario.
Ante el dolor y la necesidad: unidad, respeto y fe
Es el caso de una peregrina que llegó desde Remedios de Escalada, en el partido bonaerense de Lanús, sólo para decir “gracias” al santo, y pedirle “por los más necesitados”, manifestó en diálogo con Canal Orbe 21.
Teresita, de Villa Fiorito, llegó hasta Liniers para pedir “por nuestra Argentina que está muy sufrida, devastada, hay mucho dolor y mucha necesidad, más por los discapacitados que están pasando un muy mal momento, y los maestros”, expresó.
Para el país, la mujer pidió “la unidad, el respeto, la confianza, la fe… es lo único que nos queda, ¡Y arriba nuestra Argentina querida!”, exclamó.
Aníbal, por su parte, llegó en tren desde General Rodríguez, a unos 40 kilómetros del santuario. “Vengo a agradecer por muchos años de trabajo, siempre vinimos por la fe que tenemos en el santo”, afirmó.
Dar el paso hacia la reconciliación
La Eucaristía central fue celebrada a las 11:00 en un escenario montado en la puerta del santuario, y estuvo presidida por el Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge García Cuerva, quien ante una multitud pidió a San Cayetano “que haga de nuestra Patria una casa de reconciliación; que podamos abrazarnos, que podamos pedirnos perdón, porque como decía San Juan Pablo II ‘No hay paz sin justicia, y no hay justicia sin perdón’”, expresó.
Haciendo alusión al Evangelio de la Parábola del Padre Misericordioso, pidió asimismo que podamos “salir del chiquero de las descalificaciones y del odio, ponernos de pie, y animarnos a dar el paso hacia la reconciliación entre los argentinos”.
En la casa del Padre, afirmó el prelado, se vive la cultura del encuentro, “y eso es lo que nos falta a nosotros como país: encontrarnos, sentirnos cerca unos de otros, sentarnos a una misma mesa para pensar juntos, para generar consensos, para dialogar, para llorar nuestros fracasos, sin estar siempre buscando culpables por lo que está mal, y hacer fiesta con los pequeños o grandes logros, sin querer figurar u obtener reconocimientos personales por los esfuerzos de todos”.
Mons. García Cuerva consideró que el trabajo “es un gran ordenador social” y recordó que “dignifica a las personas”. Por eso, pidió a San Cayetano “por todos los trabajadores de nuestra Patria, por todos, porque como Iglesia, valoramos todas las formas de trabajo: el empleo formal, los emprendimientos familiares, la economía popular, el reciclado, las changas”, enumeró.
No podemos desentendernos de los que sufren
“Somos custodios y guardianes de la vida de los demás, de los más pobres, de los más débiles, de los ancianos que siguen esperando una jubilación digna, somos custodios de los discapacitados y los enfermos; no podemos desentendernos de los que sufren, de los que revuelven los tachos de basura buscando algo para comer, como el hijo menor de la parábola, que deseaba comer las bellotas que comían los cerdos. Y no lo hacen porque les gusta”, subrayó, generando aplausos de los fieles presentes.
Su mensaje llega luego de que el Presidente Javier Milei anunciara que va a vetar los proyectos de aumento a los haberes jubilatorios, extensión de la moratoria y emergencia en discapacidad.
Por su parte, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires anunció que aplicará multas de hasta $900.000 (USD $680 aproximadamente) a quienes sean sorprendidos revisando contenedores de basura y generen desorden en la vía pública.
“San Cayetano, ayudanos a hacer de la Argentina una casa de reconciliación, en la que dejemos de descalificarnos, de odiarnos, de tratarnos mal, y de usar palabras que lastiman mucho”, insistió el Arzobispo de Buenos Aires, animando a decir “no” a la guerra de las palabras y de las imágenes.
“Si nosotros no damos a nuestra gente, a nuestros hombres y a nuestras mujeres, la capacidad de ganar el pan, esto es una injusticia social”, sostuvo, pidiendo a los gobernantes “dar a todos la posibilidad de ganar el pan, porque esta ganancia les da dignidad”.
“No nos salvamos solos. San Cayetano, animanos a desterrar la cultura de la indiferencia y a vivir la fraternidad”, rogó, para que “así como bajó la inflación que es el impuesto de los pobres y que desde hace años perjudica a las familias”, también “nos comprometamos a bajar los niveles de agresión, de indiferencia, de individualismo, de crueldad”.
Mons. García Cuerva concluyó su homilía invitando a todos a decir con fuerza y varias veces: “Con San Cayetano, todos hermanos”.
Ninguna medida es exitosa si implica que trabajadores pierdan su empleo
Los Obispos que integran la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina también se hicieron presentes en esta fecha tan valiosa para el Pueblo de Dios, uniéndose a los miles de fieles que en todo el país expresan este 7 de agosto su fe a San Cayetano.
“La devoción a San Cayetano es una expresión profunda de la fe de nuestro pueblo, que no se resigna ante el sufrimiento y que, con esperanza y solidaridad, reza y camina, poniendo en manos de Dios sus necesidades personales y familiares más urgentes”, expresaron los obispos.
En ese marco, instaron a “escuchar el clamor de tantos hermanos y hermanas que ven en el trabajo la posibilidad de ser útiles y de contribuir al bien común”, y advirtieron que “la falta de trabajo hiere profundamente la dignidad de las personas y puede conducir al desaliento, al aislamiento y a la pérdida de sentido”.
“En todo plan económico, cuidar el empleo y las fuentes laborales debe ser una prioridad indeclinable”, observaron, asegurando que “ninguna medida puede considerarse exitosa si implica que los trabajadores pierdan su empleo o vivan con angustia e incertidumbre sobre su futuro”.
“Toda actividad que, con esfuerzo, lleva dignamente el pan a la mesa merece ser reconocida, acompañada y protegida”, insistieron.
Finalmente, pidieron la intercesión de San Cayetano “para que no falte el trabajo digno en nuestros hogares y para que quienes hoy están desocupados o viven en condiciones laborales precarias encuentren nuevas oportunidades que les devuelvan la esperanza y mejoren su calidad de vida”.




