Hubo una época en una parroquia de Maryland en la que se inició un programa de retiros para ayudar a los feligreses a conocerse mejor y a construir comunidades de amistad. En ese contexto, agradecí la oportunidad de conocer a una persona en particular: mi amiga Marlene, quien falleció de cáncer de páncreas hace dos años.
Ella era distinta a mí: se acercaba a la fe de forma más intelectual y me sorprendió cómo esta mujer, sin catequesis formal, vivía el lenguaje del amor de Cristo. Era católica practicante, pero tenía muy pocos conocimientos sobre los detalles del catolicismo. Marlene simplemente vivía la caridad con todos los que la rodeaban.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
La belleza de la fe que irradiaba esta mujer era magnética. Su preocupación por los demás y su disposición a comprender sus necesidades los llenaban de paz. Cuando conocí a su hija años después, vi estos mismos atributos de bondad, amabilidad y generosidad. Sin embargo, su hija no era católica practicante y se había distanciado de la fe, aparentemente desilusionada por el comportamiento y las actitudes de algunos católicos practicantes.
La fe católica lo es todo para mí. Cristo murió en la cruz por mi salvación y vino a la tierra para fundar la Iglesia Católica para todos. A través de los sacramentos, soy divinizada al permitirme compartir su vida.
Por eso, fue doloroso ver a la hija de mi amiga, y a muchos estadounidenses como ella, rechazar la Iglesia y el cristianismo debido a las supuestas fallas en el trato que reciben las personas hoy en día.
Agradezco que varios de nuestros hermanos judíos en el mundo académico hayan asumido el reto de defender los derechos humanos, pero me entristece que muchos de los principales apologetas católicos no estén desempeñando este papel. Nuestro silencio es percibido por quienes ya se sienten tentados a no ir a Misa en un mundo cada vez más secularizado.
A mí también me interesa mucho profundizar en los detalles de nuestras creencias, y durante años he animado a otros a aprender más sobre la fe católica, en particular en los escritos de los primeros Padres de la Iglesia. Sin embargo, siento que para muchos hoy en día, simplemente conocer el amor de Dios no es suficiente. Si realmente somos cristianos, y especialmente católicos, muchos desean vernos practicar esa fe por el bien de los demás.
¿Cuántos de nosotros somos como Santo Tomás Moro, dispuestos a defender lo justo en defensa del amor de Dios? También me estremezco ante la idea de "ensuciarme las manos" y quedarme sola. Pero sé que Jesús está conmigo cuando lo hago, junto con la Santísima Madre y todo un ejército de la comunión de los santos. Soy la hija amada de Dios Padre. Él me respalda y sacará algo bueno incluso de mis errores bienintencionados.
“La vida cristiana es un sacrificio” es un dicho que nunca he olvidado. Hace más de 40 años, era mucho más difícil siquiera hablar del pecado del aborto en muchas parroquias. Afortunadamente, hemos cambiado esa práctica al facilitar ahora el reconocimiento de que el aborto es un asesinato y al trabajar más abiertamente a través de campañas de recaudación de fondos para apoyar a quienes pasan por embarazos en crisis, aliviando así las consecuencias de una gestación no planeada.
Cada vez más católicos se manifiestan en contra de la eutanasia y la pena de muerte; tenemos mejoras en la vida de la fe de las que podemos enorgullecernos.
El Espíritu Santo está obrando claramente en la Iglesia Católica. Pero ¿podemos permitir que este mismo amor por la vida se extienda a las vidas en todas las etapas intermedias y ser una voz para los pobres a quienes se les niegan los derechos humanos básicos?
Creo que podemos, y agradezco la firme voz de varios de nuestros obispos. Creemos en el poder de la vida divina que se nos da en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía.
Como católicos, tenemos la bendición de vivir en la plenitud de la fe y de tener este poder para difundir el amor de Dios y del prójimo en nuestras parroquias y llevarlo adelante positivamente en nuestro país.
Dios tiene grandes planes para nosotros. Compartamos lo que hemos recibido y seamos el ejemplo que inspire a otros a regresar a la Iglesia Católica.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register




