Hace cinco años, la capilla de la Sangre de Cristo en la Catedral de Managua, capital de Nicaragua, sufrió graves daños a causa de un atentado. A la fecha, las marcas del incendio permanecen visibles en el lugar.
El 31 de julio de 2020, alrededor de las 11:00 a.m. (hora local), según testigos, un hombre encapuchado ingresó a la catedral y se dirigió a la Capilla de la Sangre de Cristo, donde lanzó una bomba molotov que incendió parte de la estructura. Como consecuencia, también fueron quemadas las hostias consagradas que se encontraban en la capilla.
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En ese momento, el Arzobispo de Managua, Cardenal Leopoldo Brenes, calificó el hecho como “un acto planificado, planificado con mucha calma”. “Esto fue un acto de terrorismo”, denunció.
Por otro lado, la Policía Nacional descartó la hipótesis de un ataque deliberado. En una conferencia de prensa el 3 de agosto, señaló que el incendio “se produjo por una combinación de elementos físicos y químicos que incidieron en la plataforma donde se ubica” la venerada imagen.
La investigadora y abogada Martha Patricia Molina, en su informe Nicaragua: Una Iglesia perseguida, donde da cuenta de los diversos ataques que ha sufrido la Iglesia Católica en el país, señala que el simbolismo del ataque a un templo religioso podría “interpretarse como un acto terrorista, especialmente si buscaba intimidar o atacar a la Iglesia Católica como institución”.
Antes y después
Antes del incendio, la imagen de la Sangre de Cristo estaba erguida y protegida por una cúpula de vidrio en el centro del presbiterio, rodeada de arreglos florales y veladoras. A sus lados ondeaban las banderas de Nicaragua y del Vaticano, enmarcando un espacio de gran solemnidad. Las paredes rojas intensas con luces empotradas y las bancas de madera completaban el recinto.

Hoy las paredes permanecen ennegrecidas y el piso conserva el mismo azulejo. El crucifijo, totalmente calcinado y durante años sin rostro, yace medio recostado. Sin sillas ni ornamentos, el espacio está cerrado y protegido tras un portón oxidado que restringe el acceso salvo en ocasiones especiales.

El rostro de Cristo fue exhibido por separado en una urna de vidrio hasta que el 30 de junio fue reinstalado en la imagen. En esa ocasión, el Cardenal Brenes, expresó durante la homilía, según el medio local VOSTV: “volvamos nuestra mirada a su sagrada imagen y depositemos toda nuestra confianza en su infinito amor manifestado en la cruz”, manifestó.

Sobre la Sangre de Cristo
La imagen de la Sangre de Cristo data de la primera mitad del siglo XVII.
Durante su visita a Nicaragua en 1996, San Juan Pablo II ingresó a la Catedral de Managua y rezó por unos instantes ante la imagen de la Sangre de Cristo.
En esa visita, el "Papa peregrino" destacó que la imagen de la Sangre de Cristo "representa a Jesús ofreciendo al Padre en la cruz toda su sangre y toda su humanidad, habéis querido que esté presidido por el Señor Resucitado con la enseña de su victoria sobre el pecado y la muerte".




