“Esto es una yihad. No se trata de choques circunstanciales entre pueblos por la tierra o por los recursos naturales. Es un genocidio planificado”, afirma con contundencia el Obispo de Makurdi, Mons. Wilfred Anagbe.
El prelado aclara, en conversación con ACI Prensa, que la matanza perpetrada en un campo de refugiados la noche del 13 al 14 de junio en la que fueron brutalmente asesinadas 278 personas no es un ataque aislado, sino una estrategia clara para “acabar con los cristianos y conquistar el territorio”.
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Los terroristas irrumpieron en plena noche mientras todos dormían. Allí se refugiaban decenas de familias desplazadas que fueron quemadas vivas, acuchilladas y acribilladas a balazos cuando pretendían huir.
“Muchas de las personas que vivían allí habían sido obligados a dejarlo todo más de dos o tres veces. Vinieron buscando refugio, confiando en la presencia de puestos de control militares, y aun así fueron masacrados, incluso en las cercanías de nuestras iglesias”, lamenta el obispo tras constatar que la violencia es constante.
Muchos de estos ataques son atribuidos a milicianos armados de etnia fulani, pastores musulmanes y nómadas, pero que en las últimas décadas han protagonizado ofensivas violentas.

Algunos medios internacionales han indicado que los pastores fulani son víctimas del cambio climático, obligados a desplazarse en busca de agua y pastos para su ganado. Sin embargo, la Iglesia local tiene claro que se trata de una operación de limpieza étnico-religiosa.
“Esto es una ofensiva sistemática contra comunidades cristianas”, denuncia el obispo de Makurdi.
“Es claramente un genocidio en el estado de Benue, que es 99% cristiano. Es una guerra de conquista. Cuando matan a la gente, nadie puede volver a esas tierras porque las ocupan. Las comunidades son devastadas y expulsadas”, añade.
Según Ayuda a la Iglesia Necesitada, Nigeria concentra más del 80 % de todos los incidentes relacionados con asesinatos o arrestos injustos de sacerdotes y religiosos de todo el 2025.
La mayor parte de los ataques contra cristianos en Nigeria, se producen en el llamado “cinturón medio”, una franja geográfica que abarca estados como Benue, Plateau, Nasarawa, Taraba y Kaduna Sur, donde confluyen el norte de mayoría musulmana y el sur predominantemente cristiano.

La embestida yihadista tiene, según el prelado, un objetivo claro: implantar un régimen islámico en todo el territorio, lo que haría temblar a toda África.
Con 237 millones de habitantes, Nigeria es el país más poblado del continente. Las previsiones demográficas pronostican que de aquí a 2050 pasará de ser el séptimo al tercero en el mundo. Tiene, además, la mayor reserva petrolífera del África subsahariana.
Para argumentarlo, el obispo apunta a la Declaración de Abuja de 1989, en la que grupos islámicos radicales expresaron claramente su intención de convertir a Nigeria en un estado islámico. “No lo ocultan. Es una agenda clara: eliminar a las poblaciones cristianas e indígenas del país. Si se tratara sólo de enfrentamientos, ¿por qué ocupan el territorio después de masacrar a sus habitantes? ¿Por qué cambian el nombre de las aldeas?”, detalla.
“¿Qué clase de gobernante permite que su gente sea masacrada?”
Mientras miles de familias cristianas continúan desplazadas y traumatizadas por estos ataques violentos, crece la percepción de que el gobierno de Nigeria ha fallado de manera sistemática en proteger a su propia población.
“Es completamente inepto. Se ha comprometido con declaraciones políticamente correctas pero no afronta el problema. Es humillante. ¿Qué clase de gobernante permite que su gente sea masacrada como animales sin decir una palabra?”, señala Mons. Anagbe.

Además, los informes iniciales del Gobierno aseguraban que sólo habían muerto 100 personas. Sin embargo, los datos recopilados posteriormente por la Fundación para la Justicia, el Desarrollo y la Paz (FJDP) de la diócesis de Makurdi estiman en un total de 200 las víctimas de la masacre.
“Tengo los nombres de las 278 personas que han muerto. Cada uno de ellos”, explica el P. Remigius Ihyula, sacerdote de la diócesis de Makurdi y coordinador de la FJDPC.
A su juicio, el gobierno ha intentado “ocultar y restar importancia a las cifras”.
Otro de los elementos sangrantes es la falta de investigaciones judiciales, arrestos o condenas tras estos ataques. En la mayoría de los casos, los perpetradores nunca son identificados públicamente, y las familias víctimas quedan sin reparación ni justicia.
Según Human Rights Watch (2024), más del 90 % de los ataques contra comunidades cristianas entre 2017 y 2023 quedaron impunes. Por su parte, la asociación Open Doors clasifica a Nigeria como el país más letal del mundo para los cristianos, en parte por la “negligencia institucional deliberada”.
“Los terroristas no son invisibles. No vuelan como los fantasmas. Son personas normales y pueden ser arrestadas si el gobierno quiere. Pero no lo hacen”, lamenta Mons. Anagbe. Además explica que las fuerzas de seguridad tienen información previa antes de que se produzcan los ataques.
“¿Qué está haciendo el Departamento de Seguridad del Estado? ¿Qué hacen los soldados? El ejército y la policía estaban a menos de 50 metros del lugar donde fueron asesinadas estas personas, y no intervinieron”, denuncia
“La Iglesia está sola”
De este modo, el obispo lamenta la falta de apoyo real por parte de las instituciones nacionales e internacionales: “La Iglesia está sola. “Esto no se detendrá con declaraciones diplomáticas ni con silencios cómplices. Hace falta actuar. Hace falta reconocer que esto es una persecución religiosa. Y hace falta acompañar al pueblo cristiano de Nigeria antes de que sea demasiado tarde”.






