El P. Byron Cadmen, que desde 2019 dirige un proyecto de evangelización en redes sociales, despliega una estrategia sencilla para atraer a la audiencia: encontrar ganchos en la cultura popular y la realidad cotidiana y usarlos para hablar de Dios. “Por ejemplo, cuando Shakira sacó su canción de reclamo a Piqué, yo aproveché para hablar de la belleza del matrimonio y del cuidado de los hijos”, explica en conversación con ACI Prensa.
De este modo, consigue captar también a los que deslizan el dedo en la pantalla de su teléfono sólo para buscar “morbo o entretenimiento”. Y, de repente, “se encuentran con un sacerdote hablando de eso. Y Dios actúa”, resume.
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Ordenado en 2016, a los 26 años, este presbítero ha hecho de la Eucaristía y la vida espiritual el corazón de su misión digital.
“Veía mucha indiferencia. Veía falta de cercanía, de valor y de amor hacia la Eucaristía”, explica. Poco a poco se dio cuenta de que la clave no estaba en decir cosas nuevas —“todos los sacerdotes anunciamos la misma verdad”— sino en cómo se decían.
Así comenzó a usar preguntas llamativas para introducir sus vídeos como “¿Sabías que en la comunión te estás comiendo a Dios?” o “Si haces esto en Misa, lo estás haciendo mal” y logró capturar la atención de quienes no buscarían por sí mismos un contenido religioso.
Tiene dos perfiles en Instagram @un_sacerdote_millennial y @unpadrecito, pero donde de verdad triunfa es en YouTube donde lanza contenidos que desgranan claves de la fe católica, como la presencia real de Cristo en la Eucaristía o qué significa realmente la transubstanciación hasta cuestiones más complejas como el pecado mortal, la liturgia, las posturas corporales en la Misa o incluso la Nueva Era y el esoterismo disfrazado de espiritualidad católica.
Sus respuestas están ancladas en el Catecismo de la Iglesia Católica y en la doctrina tradicional, pero expresadas en un lenguaje accesible y directo.
“Trato de explicar las cosas de una manera que para ellos resulte muy entendible, muy digerible”, dice. “Y desde ahí ha sido un sin parar constante, porque nunca se acaban las dudas y preguntas”, señala el P. Cadmen que participará la semana que viene en el Jubileo de los Influencers en Roma.
¿Existe el diablo?
Uno de los temas más sensibles que decidió abordar fue la existencia del demonio. Tras oír en ciertas formaciones teológicas para laicos que el demonio era solo una metáfora de la maldad, comenzó a investigar la percepción real de los fieles.
Las dudas eran muchas: ¿es el demonio una persona angélica o solo una fuerza negativa? ¿Existe realmente? “Ahí comencé a hablar del demonio como persona real y espiritual que busca destruir la relación personal con Dios. Y desde ahí se derivaron otros temas espirituales como la oración, la contemplación, la vida interior”, explica.
También ha dedicado decenas de contenidos a aclarar malentendidos sobre el Papa Francisco, que con frecuencia —dice— han sido instrumentalizados o tratados con hostilidad por otros canales, tanto protestantes como católicos.
“Quizás, si uno busca en internet, soy del canal que más contenido ha hecho para defender o interpretar católicamente las palabras del Papa Francisco”, afirma.
Conversiones inesperadas como la de un masón
Con más de 300.000 suscriptores en su canal de YouTube, este sacerdote ecuatoriano de la comunidad Comunio Santorum, fundada en 1975, ha sido testigo de algunas conversiones inesperadas. Una de ellas lo marcó profundamente: “Un masón, que ya había alcanzado el grado 30, me escribió en medio de una transmisión en vivo para agradecerme. Me dijo que, gracias a los videos, había decidido dejar la masonería y volver a la Iglesia. Fue impactante”.
Pero antes de ser “influencer católico”, fue simplemente un joven sediento de verdad. “Después de mi encuentro con Jesús Eucaristía y la Virgen María, todo cambió radicalmente. Dejé los vicios de un día para otro. Sin nadie que me guiara, comencé a orar todos los días. Y no dejaba de hacerme una sola pregunta: ‘Señor, ¿qué quieres de mí?’”.
Esa búsqueda silenciosa le llevó a las puertas del seminario. Hoy, en la inmensidad de Internet, se sigue preguntando: “¿Dios, qué quieres de mí?”, mientras piensa en oportunidades para que otros también se lo pregunten.
“Las redes son como un nuevo púlpito —dice—, pero más impredecible. Nunca sabes a quién te vas a encontrar”, concluye.





