En el día de Nuestra Señora del Carmen, una gran cantidad de fieles se acercó a la Basílica y Santuario Nacional de Nuestra Señora del Carmen, en Maipú, para acompañar al diácono Carlos Iván Romero Villarroel en su ordenación sacerdotal, por imposición de manos del Arzobispo de Santiago, Cardenal Fernando Chomali Garib.
Este miércoles, día feriado para los chilenos con motivo de la fiesta de su Madre y Patrona, la Virgen del Carmen, cuya devoción convocó a más de 400.000 fieles en el santuario de La Tirana, al norte del país, y con expresiones de fe en distintos puntos de Chile, fue el día elegido por el diácono, que tras siete años de formación en Italia, regresó especialmente para vivir este momento junto a sus seres queridos.
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En ese marco, el Cardenal Chomali expresó su “alegría inmensa” de estar allí, bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, para celebrar la ordenación sacerdotal de Romero Villarroel.
El purpurado compartió con el joven y con la comunidad algunas reflexiones surgidas al meditar “largamente” sobre este día.
En primer lugar, aseguró que la fe católica “es una fe práctica que nos ayuda a vivir mejor”, y aconsejó: “Si queremos saber qué está pasando en el mundo, qué está pasando en la historia, leamos la Biblia; si queremos saber cuál es el sentido más profundo de nuestra existencia, leamos la Biblia; si queremos saber qué está pasando en este momento preciso, leamos la Biblia”.
Ante la realidad actual, el arzobispo recordó las palabras del Señor: “El trigo y la cizaña crecen juntos”. Al respecto, señaló: “Cuánta cizaña, cuánta cizaña. Corrupción, que la vemos a diario; licencias médicas falsas que nos duelen hasta el alma; violencia por doquier, y así podríamos estar enumerando tanta cizaña que ha hecho que muchas personas sientan mucha desilusión de la vida, desilusión del mundo, que muchas personas se sientan desesperadas”, lamentó.
“El Señor nos dice: ‘Cuidado, el trigo y la cizaña crecen juntos’. Y hoy día vemos un trigo maravilloso: una ordenación sacerdotal; después veremos un trigo maravilloso, miles de personas celebrando a la Virgen del Carmen. Veremos un signo del trigo maravilloso en La Tirana, donde 400.000 personas van a alabar a la Santísima Virgen María”, destacó.
“Hoy Carlos, al ser ordenado sacerdote, nos dice que la Palabra de Dios es veraz, que Él seguirá llamando operarios para que trabajen en su viña. Y nos dice también algo tremendamente importante que los católicos jamás tenemos que olvidar: su promesa, la promesa que él estará hasta el fin de los tiempos y que nada va a destruir la iglesia, y que no hay mayor novedad, no hay mayor belleza, no hay mayor verdad, que la de Jesucristo Nuestro Señor”, subrayó.
“Después de esta Santa Misa no solamente saldrá un nuevo sacerdote que hará tanto bien al mundo, tanto bien a la Iglesia y tanto bien a la comunidad, sino que también nosotros saldremos más esperanzados, saldremos más confiados, saldremos más —en cierto sentido— católicos, porque nos daremos cuenta que hay palabras de vida eterna”, resumió.
Dirigiéndose al joven sacerdote “que se consagra en medio de este mundo”, el Cardenal Chomali eligió los consejos que el Papa Francisco le dio al crearlo cardenal.
“Me dijo tres cosas que creo que se aplican perfectamente bien a nuestro hermano Carlos. Primero: las manos juntas para rezar a Dios. Un sacerdote que no reza, un obispo que no reza, un cardenal que no reza, es una persona consagrada en peligro. La oración, rezar por el pueblo de Dios, rezar por los conocidos y por los desconocidos, rezar por la paz del mundo. El sacerdote es el vínculo entre Dios y los hombres. El sacerdote, con las manos juntas, le habla a los hombres de Dios, y le habla a Dios de los hombres”, afirmó.
“En segundo lugar, nos dijo [a los cardenales] que tuviéramos los ojos abiertos para ampliar nuestra mirada, los ojos abiertos para descubrir que el todo es más que las partes. Mirar lo que pasa, comprender el mundo, abrir la mirada”, recomendó.
“Y en tercer lugar nos pidió que anduviésemos descalzos, para tocar, para sentir, para llorar la pobreza, los sufrimientos del mundo, para hacernos carne en los sufrimientos del mundo, para acompañar a Jesucristo en sus propios padecimientos redentores que nos significaron la salvación”, añadió.
“Qué maravilla sería que nosotros, los consagrados, pudiésemos transmitir esto en una sociedad tan superficial, una sociedad tan frívola, poder encontrar personas capaces de comprender el mundo desde el corazón de Dios como lo hace un sacerdote”, concluyó.




