Fray Francesco Patton, Custodio Franciscano saliente de Tierra Santa, hace un balance de sus 9 años en el cargo y propone un camino para lograr la paz ante la guerra en la región. Comenta también que ser cristiano en los santos lugares, siendo minoría, es una especial vocación y misión.

Patton, de 61 años, deja el cargo que se le confió en 2016 y en el que ahora ha sido nombrado Fray Francesco Ielpo, confirmado como nuevo Custodio de Tierra Santa por el Papa León XIV el 24 de junio.

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Un camino para la paz ante la guerra

En una entrevista publicada el 11 de julio en el sitio web de la Custodia de Tierra Santa, el franciscano italiano explica que, ante la guerra entre Israel y Hamás “la paz requiere la aceptación mutua entre los dos pueblos enfrentados desde hace décadas, y la superación de las lecturas ideológicas de la historia, de la geografía e incluso de la Biblia”.

“Sería necesario enseñar la convivencia en las escuelas, en lugar de una ideología que sólo genera miedo, ira y resentimiento. Ninguno de los dos pueblos debe marcharse, y ambos deben poder convivir en paz”, agregó.

“Si ambos fueran capaces de superar la cerrazón mutua, las próximas generaciones podrían por fin crecer en paz, sin miedo y sin ira”, destacó el sacerdote franciscano.

Ser cristiano en Tierra Santa

Patton dijo además que “a los cristianos locales siempre les he dicho, especialmente a los jóvenes, que cultiven su identidad como cristianos de Tierra Santa. No deben centrarse en identidades etnopolíticas, sino en una identidad más profunda: ser custodios, con nosotros, de los lugares santos”.

“Los santos lugares son una parte esencial de su identidad. He sugerido a los párrocos que lleven allí a los jóvenes, que cuenten el Evangelio en los lugares del Evangelio. Los lugares santos les pertenecen”, continuó el franciscano.

Fray Francesco Patton, Custodio saliente de Tierra Santa. Crédito: Custodia de Tierra Santa.
Fray Francesco Patton, Custodio saliente de Tierra Santa. Crédito: Custodia de Tierra Santa.


En ese sentido, destacó el sacerdote italiano, “ser cristiano en Tierra Santa es una vocación y una misión. Si Dios te deja nacer aquí, te está llamando a ser luz y sal, precisamente porque eres minoría y el contexto es difícil. Y Jesús nos recuerda que la sal que pierde su sabor es inútil”.

Lo que más le ha impresionado en estos nueve años en Tierra Santa

“Me conmovió profundamente la fidelidad de los dos frailes que permanecieron en el valle del Orontes cuando el ISIS y Al Qaeda estaban presentes. Se quedaron porque sabían que eran pastores, y no asalariados, usando las palabras del capítulo 10 de San Juan. Su disponibilidad para dar la vida no era hipotética, sino concreta en un contexto muy arriesgado”, recordó.

“También me impresionó la importancia de los santos lugares para los cristianos que sólo pueden visitarlos una vez en la vida. En Brasil, vi a personas que ahorraron un poco de dinero cada mes durante 10 o 15 años sólo para visitar Nazaret, Belén y el Santo Sepulcro. O a un cristiano de Siria que visitaba el Sepulcro y rompía a llorar de la emoción”.

Tras destacar el gran valor de las escuelas en Tierra Santa, el Custodio saliente dijo que lo afectó “negativamente ver el crecimiento de la intolerancia, el extremismo y la manipulación ideológica de la religión con fines políticos. Eso me hizo, y aún me hace sufrir”.

Los santos lugares: Antídoto para el racionalismo religioso

El fraile italiano resaltó luego que los santos lugares, al ser algo físico, “devuelven la fe a un ámbito concreto, existencial. Son una gran ayuda para evitar un cristianismo desencarnado e intelectualizado. Son un antídoto contra el racionalismo religioso y el intelectualismo”.

“Y también nos ayudan a comprender la religiosidad de la gente. A los intelectuales les encanta razonar, pero a la gente le encanta tocar. Les encanta besar una piedra, oler el perfume de la mirra, ver los olivos de Getsemaní, la gruta de Belén, el Calvario y la tumba vacía”.

“La religiosidad popular —concluyó— está mucho más cerca del misterio de la Encarnación que la de los teólogos profesionales”.