El fantasma del cisma ha sobrevolado en los últimos años sobre la Archieparquía Metropolitana de Ernakulam-Angamaly —perteneciente a la Iglesia Siro-Malabar y afincada en India— una de las 24 Iglesias orientales en plena comunión con la Iglesia Católica.
Parte del clero y los fieles de Ernakulam-Angamaly, la principal sede episcopal india en número de sacerdotes, y la que preside el obispo encargado de toda la Iglesia Siro-Malabar, no aceptaba la reforma del rito litúrgico de 1999, que después fue confirmada en el Sínodo de la Iglesia Siro-Malabar de 2021.
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Sin embargo, este lunes el Papa León XIV parece haber dado por zanjada la polémica al cesar el encargo realizado en 2023 a Mons. Cyril Vasil’ como delegado pontificio ante la Iglesia Siro-Malabar, para mediar en la disputa.
Para Vatican News, el sitio web oficial del Vaticano, con esta decisión del Papa “concluye la labor de mediación de la Santa Sede entre los siro-malabares”.
En declaraciones a ACI Prensa, Martin Bräuer, experto del Instituto de Investigación Ecuménica de Bensheim (Alemania), señaló que “Roma ahora considera que el conflicto ha terminado y, por tanto, ya no necesita un representante pontificio. En segundo lugar, se reconoce el acuerdo alcanzado dentro de la Iglesia sin la mediación directa del Arzobispo Vasil’”.
En efecto, la noticia se produce después de que el 3 de julio, fiesta del apóstol Santo Tomás —-patrono de la Iglesia Siro-Malabar-—, entraran en vigor nuevas medidas para aplicar la reforma litúrgica aprobada por el Sínodo de 2021.
El compromiso alcanzado ahora permite que las parroquias de Ernakulam-Angamaly celebren la liturgia con el sacerdote mirando hacia los fieles (versus populum), ciñéndose a la forma latinizada del rito, siempre que al menos una Misa dominical o festiva se celebre según la forma tradicional, es decir, con el sacerdote orientado hacia el altar (ad orientem) durante la consagración.
Según la reforma del rito del 2021, durante la Misa el sacerdote tenía que dirigirse al pueblo durante la primera parte de la celebración, pero la liturgia de la Eucaristía la celebraba mirando al altar.
Con anterioridad a la reforma que generó la disputa, todas las solemnidades tenían que celebrarse en línea con las directrices que dio el Sínodo Siro-Malabar hace cuatro años. Ahora, en cambio, aceptan como suficiente que en todas las iglesias sólo se celebre en los domingos y días festivos una de sus Misas.
“Esta norma también se aplica a parroquias con procedimientos civiles en curso, siempre que no contravenga las decisiones de los tribunales estatales”, detalla el académico.
Además, dijo, se explicita que el Sínodo sólo abordará futuros cambios litúrgicos “si se discuten en espíritu de sinodalidad con los órganos canónicos de la archieparquía”.
Otros puntos incluyen “el uso del santuario conforme a las normas litúrgicas, la posibilidad de que obispos externos celebren la forma unificada en todas las iglesias y que cualquier conflicto interno se resuelva en un ambiente de respeto y amistad”, subraya Bräuer.
¿En qué consistía la disputa litúrgica?
Mientras que el Sínodo celebrado en 2021 promovía la vuelta a la liturgia orientada al altar como forma tradicional del rito siro-oriental, muchos sacerdotes y fieles de Ernakulam-Angamaly defendían la forma que se había generalizado tras el Concilio Vaticano II.
El Vaticano pidió entonces a las 35 diócesis de la Iglesia Siro-Malabar que eliminaran los elementos del rito latino y que regresaran a sus tradiciones originales, en este caso al rito caldeo puro, hoy presente sobre todo en Irak.
Para Bräuer, lo destacable es que “este acuerdo se alcanzó de forma sinodal, es decir, mediante el diálogo y la escucha recíproca”, lo que otorga legitimidad y esperanza a su aplicación práctica.
Este caso ha sido, según el experto, una prueba de fuego para el delicado equilibrio entre la autoridad papal y la autonomía de las Iglesias orientales. Hay que recordar que fue San Juan Pablo II quien en 1998 dio a los obispos siro-malabares autoridad para resolver conflictos litúrgicos.
Según Bräuer, “la Iglesia Siro-Malabar intentó primero resolver el conflicto internamente. Cuando fracasó, intervino Roma, pero tampoco tuvo ningún éxito”.
El delegado pontificio, Mons. Vasil’, que pertenece al rito bizantino y había trabajado en el Dicasterio para las Iglesias Orientales, fue muy criticado por su estilo autoritario. “No supo encontrar el tono adecuado con las partes en conflicto”, afirma Bräuer.
Sin embargo, no fue una labor fácil. Cuando Mons. Vasil’ viajó a la India el 4 de agosto de 2023, al comienzo de su misión, algunos sacerdotes quemaron públicamente fotos de él y fue recibido con una lluvia de huevos.
En este sentido, fue el vicario metropolitano, Mons. Joseph Pamplany, sucesor del administrador apostólico Mons. Bosco Puthur, quien logró avanzar hacia una solución gracias a una estrategia de comunicación abierta y escucha activa.
Finalmente, el consenso —que flexibilizó las normas que las comunidades de este rito en la Archieparquía Metropolitana de Ernakulam-Angamaly tuvieron que adoptar hace un año, tras un ultimátum del Papa Francisco— se forjó en una reunión entre Mons. Pamplany y el Arzobispo Mayor y Metropolitano de la Archidiócesis, Mons. Raphael Thattil.
Otra de las nuevas normas que han suavizado las posturas es que los diáconos podrán ser ordenados sin tener que comprometerse por escrito a no celebrar según la forma anterior del rito.
¿El fantasma del cisma enterrado para siempre?
A pesar de que la amenaza de cisma ha quedado por ahora disipada, aún queda camino por recorrer. Según Bräuer, incluso los sacerdotes que se oponían a la liturgia unificada han aceptado el acuerdo, aunque no sin reservas.
Su portavoz, el P. Kuriakose Mundadan, expresó en una carta su disposición a apoyar el acuerdo, aunque criticó duramente tanto la forma en que se adoptó la reforma litúrgica como la actitud represiva de algunos responsables anteriores.
“Además de criticar la forma en la que el Sínodo impuso la reforma litúrgica, también criticó el trato que recibieron los opositores a la reforma. Y consideró que el delegado pontificio agravó la situación”, señala Bräuer.
“El Papa Francisco pidió constantemente unidad, pero al final no logró resolver el conflicto. Quedó claro que el problema no podía resolverse únicamente por medio de la autoridad y la disciplina. Ahora se ha encontrado una solución sinodal, que esperamos sea duradera”, agrega el experto.
En todo caso, Bräuer destaca que será determinante cómo se implemente el acuerdo en los próximos meses: “Sólo entonces veremos si el acuerdo es estable y duradero”.
Para los sacerdotes que actualmente afrontan procesos disciplinarios se buscarán soluciones amigables, y la Archieparquía Metropolitana de Ernakulam-Angamaly se comprometerá también a resolver litigios en los tribunales civiles.
Los que prefieren el rito latinizado al tradicional son minoría: apenas representan a unas 450.000 personas, es decir, al 10% de los creyentes siro-malabares, que, en total, suman unos cinco millones. Sin embargo, son bastante ruidosos. En internet circulan vídeos de agresiones a obispos y enfrentamientos entre grupos de católicos.
El tribunal especial creado para resolver este tipo de disputas litúrgicas no se disolverá, al menos por ahora.
Lecciones para toda la Iglesia Católica
Preguntado sobre el valor de esta experiencia para otros conflictos litúrgicos en la Iglesia, Bräuer recuerda que la liturgia es el “dogma rezado”, es decir, una “expresión de la fe de la Iglesia” que puede adoptar muchas formas, como se ve en la Iglesia Católica: por ejemplo, “en Occidente, con el rito antiguo mozárabe, y también con formas inculturadas de la Misa en Congo, Australia o México”.
“La diversidad litúrgica enriquece a la Iglesia, pero fidelidad a la tradición no significa aferrarse obstinadamente al pasado, sino acoger el cambio con discernimiento”, concluye.






