Más de un siglo después de su publicación, la encíclica Rerum Novarum no solo fue decisiva en su tiempo: sus principios continúan influyendo en las discusiones contemporáneas sobre justicia social, derechos laborales y el papel del Estado .
¿Cuáles son las ideas centrales que la mantienen vigente y cómo dialogan hoy con desafíos como la inteligencia artificial o la migración? Aquí repasamos cinco claves que explican por qué este texto de León XIII que cumple 134 años sigue siendo referencia obligada ahora que comienza el Pontificado de León XIV.
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1. Justicia social y dignidad humana
El 15 de mayo de 1891, el Papa León XIII promulgó la encíclica Rerum Novarum, un documento especialmente centrado en las dificultades que sufrían los primeros obreros en el siglo XIX y que, 134 años después de su publicación, vuelve a ser noticia.
Según reveló el cardenal Robert Prevost en un encuentro con cardenales dos días después de la elección del nuevo Pontífice, la razón de la elección del nombre León XIV fue “porque el Papa León XIII, con la histórica encíclica Rerum Novarum, afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial”.
Este documento fue tajante en su diagnóstico de las consecuencias indeseables que -junto a las positivas- acarreó el vertiginoso desarrollo industrial de la época. Su vigencia “viene dada por haber iniciado la preocupación de la Iglesia por las cuestiones sociales modernas y haber dado pie a la Doctrina Social de la Iglesia de un modo estructurado y académico”, asegura el profesor Santiago Casas Rabasa, vicedecano de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.
“Aunque la encíclica responde a una situación de un momento y un lugar muy concretos (el proceso industrializador del siglo XIX en Europa), sus principios, en la medida en que están radicados en la antropología cristiana y en el pensamiento tomista, siguen siendo vigentes”, afirma el experto.
El término justicia social no aparece en la encíclica Rerum Novarum, pero el documento pontificio anticipa su contenido esencial, enmarcado dentro de la tradición de Santo Tomás de Aquino. “La noción de justicia que manejó el Pontífice es la tomista: hábito según el cual uno, con constante y perpetua voluntad, da a cada uno su derecho (dar a cada uno lo suyo)”, aclara el P. Casas.
2. Defensa de la propiedad privada y rechazo al socialismo
La encíclica “se distancia del socialismo al reivindicar la propiedad privada como un derecho natural”. El Papa entendía el socialismo como algo cercano al actual comunismo. En cuanto al liberalismo, no aparece tampoco mencionado, pero en definitiva era la visión representada por aquellos patronos que solo buscaban el máximo beneficio y el mínimo intervencionismo del estado en detrimento de la condición obrera.
Por su parte, el teólogo Jaime Ballesteros, profesor en la Universidad Eclesiástica San Dámaso, subraya que la encíclica Rerum Novarum supone “el reconocimiento de que la justicia no se puede reducir simplemente a una virtud individual” y que es “necesario afrontar además la necesidad de un orden social justo, de estructuras justas, de leyes justas”.
León XIII criticó tanto el individualismo liberal como el colectivismo socialista. “Rechazó una visión individualista de la persona que olvida su necesaria vinculación a los demás y a la sociedad a través del bien común”, y también fue contrario a la “concepción colectivista que subordina el bien de la persona al bien de un todo social, anónimo, indeterminado, al bien del Estado, al bien del partido, al bien de una clase social”, explica Ballesteros.
3. Diálogo con la modernidad y apertura al mundo
Para comprender la novedad que representa Rerum Novarum, no basta con atender a sus contenidos inmediatos. Tal y como señala el profesor Ballesteros, es fundamental situar este documento en su contexto histórico, tras el largo y conflictivo pontificado de Pío IX. “Hay que recordar que León XIII sucedió al largo y difícil pontificado de Pío IX, marcado por un enfrentamiento entre el magisterio pontificio y la modernidad, que llevó a una condena en bloque de la misma, con el consiguiente aislamiento del catolicismo respecto al mundo intelectual”.
Frente a ese clima de encierro defensivo, “León XIII intentó establecer un diálogo con el mundo intelectual, social y político, reconciliando el diálogo entre la razón y la fe, siguiendo el modo de pensar de Santo Tomás de Aquino”, señala Ballesteros.
En esta línea, “señaló aspectos positivos y condiciones de legitimidad de algunas de las instituciones políticas y económicas modernas”. Rerum Novarum no solo rompe el silencio de la Iglesia frente a la “cuestión social”, sino que inaugura una nueva actitud eclesial con la voluntad de intervenir moralmente en la vida pública.
Para el P. Casas, además, Rerum Novarum “afronta precisamente esas ‘cosas nuevas’ que son los cambios económicos y sociales derivados de la Revolución Industrial y, en último término, desde el punto de vista de las ideas, de los cambios producidos por la Ilustración”.
4. Centralidad de la dignidad del trabajo
Desde el punto de vista económico, lo que estaba en juego no es tanto la novedad de la enseñanza de la Iglesia, “sino la realidad de una Iglesia que se enfrenta a una nueva sociedad, a una nueva concepción de la política, con el desarrollo de las revoluciones liberales y las ideologías socialista y comunista, a una nueva concepción de la economía, con el capitalismo liberal, la industrialización, el conflicto entre el capital y el trabajo”.
En ese sentido, León XIII se vio obligado a intervenir: “De modo más concreto, Rerum Novarum afronta la cuestión obrera, subrayando ante todo la dignidad del trabajador y, por tanto, del trabajo, que no puede ser reducido a mercancía”.
5. Rol del Estado y derechos sociales
Los profesores coinciden en señalar que la encíclica no pretendía ofrecer soluciones técnicas, sino iluminar moralmente una situación concreta. “Rerum Novarum no da soluciones económicas a los problemas suscitados por la Revolución Industrial”, advierte el P. Casas. Su mérito principal “consiste en una descripción realista de la situación y en un llamamiento a los patronos y obreros respecto a sus mutuas responsabilidades y deberes”.
Además, León XIII también hizo un llamamiento al Estado “como árbitro y legislador de la vida económica y social y, específicamente, de los conflictos entre las partes”.
Entre las contribuciones más innovadoras del documento, Ballesteros destaca “la necesidad de una justa remuneración, más allá de la oferta y la demanda, que sea suficiente para el sustento del obrero y su familia”.
Frente al socialismo, “que el Papa condena”, se reafirma “el derecho a la propiedad privada en el contexto del principio general del destino universal de los bienes”. No se trata de un derecho absoluto, sino relacional: “Este derecho no puede ser simplemente un derecho formal, sino que implica la necesidad de promover el acceso de todos los trabajadores a una cierta propiedad a través del justo salario”, explica el experto.
Del otro lado, frente al liberalismo económico, Rerum Novarum hace valer el derecho de asociación obrera: “Reafirma el derecho de asociación de los trabajadores para defender sus justos derechos”, subraya Ballesteros.
Asimismo, se promueven principios que hoy reconocemos como bases de un Estado social: “La limitación de la jornada laboral, el derecho al descanso, la atención especial a las condiciones del trabajo para mujeres y niños”.
Respecto al papel del Estado, León XIII introdujo un equilibrio fino que prefigura los principios de subsidiariedad y solidaridad: “Subraya también la importancia del papel del Estado, que ha de velar por el bien común, y de modo especial por los más necesitados, con una intervención que no sea ilimitada… ni insuficiente”, afirma Ballesteros.
Es decir, “anticipa el principio de subsidiariedad frente a un Estado que ahogue la subjetividad de la sociedad, y el principio de solidaridad frente a un Estado mínimo”, concluye el experto.