Más de 200 dirigentes políticos y referentes de espacios sociales, educativos y empresariales de Argentina participaron del retiro que anualmente ofrece el Arzobispado de San Juan de Cuyo.

El retiro tuvo el propósito de promover la reflexión y el diálogo. En esta oportunidad, el tema que iluminó el encuentro fue: “Ser Servidores de la Fraternidad y la Amistad Social”.

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En ese marco, Mons. Dante Braida, Obispo de La Rioja y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, tuvo a cargo la prédica de la mañana, donde anheló que el encuentro sea ocasión para “fortalecer la vocación de servicio en la construcción de un mundo donde todos tengan un lugar y convivan en paz, asumiendo los desafíos actuales”, y en ese contexto, apuntó a dos dimensiones: la fraternidad y la amistad social, para lo que se apoyó en las enseñanzas del Papa Francisco, para luego ofrecer 11 claves en ese sentido.

  1. Cultivar un fuerte vínculo con Dios 

“Aprender a parar, a hacer pausas que me permitan tomar conciencia de que somos limitados y necesitados de Dios y de los demás. Tomar conciencia de lo que hacemos y cómo lo hacemos. De lo que está bien y de lo que tiene que cambiar. Para ello el silencio es más que necesario. Él nos humaniza, nos permite volver al centro de nuestra vida, de nuestro ser. Volver a Dios”.

  1. Asumir y vivir con entrega la dimensión social de la fe 

“Así como expresamos la fe en la oración y participando de una misa o del culto o realizando una peregrinación, tenemos que expresarla también en la vida cotidiana, en nuestras responsabilidades y vínculo de cada día”, recomendó.

“Ser parte de la comisión de un club, de una vecinal, de la cooperadora de la escuela, una comisión de capilla y toda institución que tenga como fin buscar el bien de toda la población nos ayuda a expresar nuestra fe a través del compromiso y servicio en el ellas”.

  1. La inclusión social de los pobres

“Necesitamos incluir a los más alejados, pobres o descartados del sistema”, resaltó. Dice Francisco: “De nuestra fe en Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad.”

En este punto, el obispo llamó a dejarse interpelar por “la pobreza de nuestro país, las personas en consumos problemáticos, la violencia”.

  1. Apostar a un nuevo estilo de vida que reduzca el nivel de consumo 

Tomando las enseñanzas del Papa Francisco en Laudato si’, Mons. Braida apuntó a la importancia del cuidado de la Casa Común, y criticó la economía actual que impulsa a generar en cada persona un consumidor de lo tanto que se produce en el mundo. 

En palabras del Santo Padre: “Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir… porque la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca”.

En esa línea, llamó a la conciencia de que “se puede vivir muy bien con poco, con sobriedad y belleza”.

  1. Darse a los demás como el buen samaritano

Mons. Braida exhortó a ponerse en el lugar del otro, comprendiendo su fragilidad, compadeciéndonos, ocupándonos de él y buscando que otros participen de la ayuda.

“En cada persona que nos rodea hay un necesitado y podremos conocer y comprender sus necesidades cuando generamos un vínculo y nos animamos a sostenerlo en el tiempo”, recordó.

  1. Fortalecer el multilateralismo 

Esto es, “asumir que la realidad social es compleja y nadie la puede abordar solo ni tampoco una sola institución”. Para ello, llamó a favorecer ampliamente la participación ciudadana para que todos los miembros de la sociedad puedan aportar sus puntos de vistas, dones y talentos.

  1. Luchar contra la globalización de la indiferencia

En este punto, calificó a la indiferencia como “una de las enfermedades sociales que afectan la fraternidad y la amistad social”, ya que “vemos problemas, vislumbramos desafíos en la sociedad y esperamos que otros los aborden”.

En ese sentido, llamó a “promover la solidaridad y la misericordia en todos, particularmente en quienes tenemos responsabilidades”.

  1. Promover el diálogo

“Si partimos de que cada uno tiene algo valioso que aportar a la sociedad, lo mismo que cada institución, el diálogo genera muchas más posibilidades de crecimiento al permitir la articulación entre todos”, afirmó, destacando también su importancia “para afrontar las diferencias y conflictos que habitualmente surgen en una sociedad”. 

  1. Trabajar por la paz y el bien común 

“El crecimiento humano necesita ambientes de paz y poder tener al alcance todos los bienes necesarios. Por ello toda actividad política tiene que estar enfocada a garantizar estos bienes para toda la población, no solo para algunos sectores”, aseguró. 

  1. Rehabilitar la política

En este punto, y siguiendo las enseñanzas del Papa, Mons. Braida llamó a “valorar la política como el acto más sublime de caridad”, advirtiendo asimismo sobre “los riesgos de los populismos e inmediatismos, así como de ciertas concepciones liberales que subvaloran los lazos comunitarios y culturales, exacerbando el individualismo”.

El Obispo Braida recordó que “la grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo”.

  1. Valor del testimonio

Para crecer en la fraternidad y la amistad social, consideró el obispo, “es necesaria la coherencia”. 

“Cómo uno vive y encarna los valores esenciales que construyen la vida social es esencial”, aseguró, como también lo es “la coherencia de vida aun en medio de nuestras fragilidades, expresada en importancia que doy al cuidado de la propia familia, la voluntad de servir a todos, de vencer todo tipo de indiferencia y luchar contra la corrupción”.

Finalmente, recordó a los participantes del retiro que “el rol como dirigentes, la participación en la vida pública y política de un municipio o de la provincia, en la nación o en distintas organizaciones sociales es una ocasión excepcional de servicio”, y llamó a trabajar en esa línea, para “desarrollar y cuidar esta bella vocación que han recibido: ser servidores de la fraternidad y la amistad social”.