En marzo de este año, la Sociedad del Verbo Divino, más conocida como los verbitas, celebró 150 años de fundación con una conferencia internacional sobre la misión en el mundo actual, realizada en la Universidad Gregoriana de Roma. 

Fundada en Holanda en 1875 por San Arnoldo Janssen, esta congregación misionera ha evolucionado desde sus orígenes europeos hasta alcanzar una presencia global, con un rostro cada vez menos occidental.

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Actualmente, sólo el 15% de los verbitas son europeos, mientras que más del 50% provienen de Asia, especialmente de Indonesia, India, Filipinas y Vietnam.

XVIII Capítulo General de los Misioneros del Verbo Divino. Cedida: P. Cattaneo
XVIII Capítulo General de los Misioneros del Verbo Divino. Cedida: P. Cattaneo

El P.Marcelo Cattaneo, miembro de la congregación, asegura en una entrevista con ACI Prensa que lo que comenzó como un pequeño grupo de misioneros alemanes que partieron hacia China, hoy se ha convertido en una red misionera multicultural. “Hemos pasado de ser una congregación europea y más bien occidental a una congregación asiática y africana… la congregación se ha desoccidentalizado”, explica. 

En este sentido, el proceso de secularización que está atravesando Europa ha transformado radicalmente el mapa de la misión. “Europa ya no es una región que envía misioneros… todas las situaciones humanas son netamente territorio de misión”, señala el sacerdote.

Esto implica un cambio de paradigma: no se trata sólo de llevar el Evangelio a lugares lejanos, sino de descubrir los nuevos “territorios existenciales” que menciona el Papa Francisco: la soledad, la marginación, la indiferencia religiosa o la migración.

Los misioneros verbitas buscan respuestas junto con comunidades indígenas al problema de la tierra en Brasil. Cedida: P. Cattaneo
Los misioneros verbitas buscan respuestas junto con comunidades indígenas al problema de la tierra en Brasil. Cedida: P. Cattaneo

“Ante la secularización, lo que tenemos nosotros es la presencia de la comunidad testimonial, que es intercultural, una comunidad testigo de unidad en la diversidad”, indica tras constatar que su presencia se convierte así en un signo vivo del Evangelio, capaz de hablar más que las estructuras institucionales. 

“Más allá de lo institucional que conlleva el ser Iglesia o el ser congregación religiosa misionera”, lo que interpela hoy es el testimonio de vida, asegura.

Por otro lado, enfatiza que la misión verbita se traduce actualmente en actitudes que abrazan la cercanía, la escucha y el acompañamiento. “Si tratamos de entender nuestra misión, cuya meta es la plena humanización… tiene mucho que ver lo relacional, lo vincular, la delicadeza para la inclusión, la aceptación, la tolerancia”. 

Los verbitas tienen una amplia presencia en India; en la foto en la diócesis de Agartala. Crédito: P. Cattaneo
Los verbitas tienen una amplia presencia en India; en la foto en la diócesis de Agartala. Crédito: P. Cattaneo

En un mundo marcado por los flujos migratorios y la consecuente exclusión de estos grupos, que son obligados a dejar sus hogares, hace un llamamiento claro a acompañar a los que “sufren las consecuencias de este rechazo”, a buscar recursos “para su inclusión en la sociedad y a estar cerca de ellos”.

Conferencia Internacional sobre la MISSIO DEI. Crédito: Cedida P. Cattaneo
Conferencia Internacional sobre la MISSIO DEI. Crédito: Cedida P. Cattaneo

El compromiso que tienen los verbitas con los más pobres también se ha reafirmado en línea con el magisterio del Papa Francisco: “El amor preferencial por los pobres es un tema que ha retomado el Papa Francisco muy de lleno… nosotros queremos responder lo más fielmente posible y lo más creativamente posible”.

La actitud con la que los verbitas se acercan a otras culturas y religiones, uno de los puntos esenciales del carisma de esta congregación compuesta por casi 6.000 miembros de 76 nacionalidades, también ha evolucionado. “Nosotros no vamos con la verdad, sino que estamos todos como humanidad en búsqueda de la verdad”, afirma el P. Cattaneo. 

En lugar de imponer, la misión actual se basa en el diálogo, la humildad y el discernimiento compartido: “Tenemos una identidad propia… pero lo hacemos en diálogo con otras expresiones religiosas y culturales, como compañeros de camino”.

P. Marcelo Cattaneo SVD. Cedida: P. Cattaneo SVD
P. Marcelo Cattaneo SVD. Cedida: P. Cattaneo SVD

Este espíritu de diálogo se traduce en acciones concretas en diversos contextos. El P. Cattaneo comparte también algunos ejemplos de cómo lo llevan a la práctica los verbitas, que tienen presencia en 79 países y para los que la para los que la interculturalidad es su ADN: “En África, en zonas de violencia o guerras tribales, comunidades cristianas y musulmanas se sientan juntas no a discutir, sino a discernir qué acciones tomar para frenar estas heridas”. 

“También en la frontera sur de México, donde pasan miles de migrantes, hay un encuentro humanitario que trata de dar respuestas concretas a las necesidades concretas de los que cada día pasan por allí”, añade el misionero.

Asimismo, para esta congregación religiosa masculina, la sexta más grande de la Iglesia Católica y la primera en términos de misión ad gentes, el 150 aniversario no es solo una ocasión para mirar al pasado.

“La congregación nace en un contexto eclesial donde la Iglesia misma se concebía como exclusiva… Poco a poco fuimos creciendo y hoy nos concebimos dentro de la Iglesia y la Iglesia dentro de la misión de Dios”, afirma el sacerdote que hace notar una evolución fundamental en el enfoque misionero.

Un carisma que nace en la dificultad

San Arnoldo Janssen fundó la Sociedad del Verbo Divino en 1875 en un momento complejo para la Iglesia Católica en Alemania, bajo el gobierno de una monarquía federal encabezada por el káiser Guillermo I, rey de Prusia, con Bismarck como canciller imperial.

Las restricciones religiosas del Imperio Alemán obligaron a buscar fuera lo que no era posible dentro. “La dificultad más grande fue encontrarse con prohibiciones dentro del mismo territorio. Pero la necesidad de salir fuera se tornó una bendición”, recuerda el P. Cattaneo.

Aquella primera casa misionera en Steyl, Países Bajos, se convirtió en un granero para la evangelización. Desde allí, comenzó la formación de misioneros con el objetivo de enviarlos a Oriente. Los primeros dos, Johann Baptist Anzer y Joseph Freinademetz (hoy santo), partieron a China tras prepararse en Hong Kong junto a otros misioneros de Milán (Italia).

Hoy el fruto misionero de esta congregación llega a los cinco continentes. La mayoría de las vocaciones provienen de Asia, donde los cristianos son una minoría: la mitad de los misioneros verbitas son asiáticos. Indonesia es el país con mayor número de religiosos (1.575), seguido de India, Filipinas y Vietnam. También hay 680 misioneros africanos.

La juventud misionera y sus desafíos

Uno de los signos más evidentes del cambio en la congregación es el rostro joven y multicultural de sus nuevos miembros. “Los misioneros verbitas ya no somos evangelizadores extranjeros que llegan a un lugar, sino que nacen de las mismas comunidades a las que sirven”.

Esta inculturación de la misión es también un desafío para acompañar a los jóvenes misioneros en su crecimiento humano y espiritual.

“Ellos traen una riqueza enorme, talentos, una capacidad impresionante… pero también una fragilidad humana muy marcada”, advierte. En muchos casos, estos jóvenes han crecido en contextos familiares difíciles y necesitan apoyo para afrontar la adversidad. “Piensan que lo pueden todo, y eso tarde o temprano choca con la realidad”.

Aún así, aportan una frescura invaluable: “Tienen la capacidad de relativizar cosas que para nosotros eran fundamentales. Nos ayudan a enfocarnos en lo esencial”.

Al preguntarle qué diría San Arnoldo Janssen si viera hoy a su congregación, el P.  Marcelo responde con convicción: “Nos animaría a profundizar el ejercicio del discernimiento en el Espíritu. Él fue un devoto del Espíritu Santo, y en cada momento difícil se ponía en oración buscando la voluntad de Dios”.