El Papa Francisco agradeció a los voluntarios que siguen el ejemplo de Jesús, sirviendo al prójimo “sin servirse” de él, y elogió su “entrega” gratuita, que “infunde esperanza” a toda la sociedad.
“Por las calles y en las casas, junto a los enfermos, a los que sufren, a los presos, con los jóvenes y con los ancianos, su entrega infunde esperanza en toda la sociedad”, señaló el Pontífice en la homilía que preparó para el Jubileo del Mundo del Voluntariado, uno de los grandes actos del Año Santo 2025.
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El Santo Padre redactó el texto desde el hospital Policlínico Gemelli, donde permanece ingresado con una neumonía bilateral desde el pasado 14 de febrero. Sin embargo, al no poder presidir la Misa, delegó para esta tarea al Cardenal Michael Czerny, Prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, quien lo hizo por él en la Plaza de San Pedro.

“En los desiertos de la pobreza y de la soledad, tantos pequeños gestos de servicio gratuito hacen germinar brotes de una nueva humanidad; ese jardín que Dios ha soñado y que sigue soñando para todos nosotros”, señaló.
En su homilía, leída ante cientos de voluntarios de todo el mundo reunidos en Roma por este evento jubilar por el purpurado canadiense, el Papa Francisco reflexionó sobre el pasaje del Evangelio de Lucas que narra las tentaciones de Jesús en el desierto.
A este propósito, señaló que en esos cuarenta días “sucede un cambio decisivo”, porque el lugar del silencio “se convierte en ámbito de escucha”. A continuación, aseguró que se trata de una “escucha que pone a prueba, porque se hace necesario elegir a quién prestar atención entre dos voces totalmente contrarias”.
Así, enfatizó que el camino de Jesús comienza con un acto de obediencia: “Es el Espíritu Santo, la misma fuerza de Dios, quien lo conduce a donde nada bueno crece de la tierra ni llueve del cielo. En el desierto, el hombre experimenta su propia indigencia material y espiritual, su necesidad de pan y de palabra”.

El Pontífice, que según los médicos presentó en las últimas horas una leve mejoría, insistió en que Jesús “durante cuarenta días fue tentado” por el diablo, algo que también sucede hoy.
De hecho, “el Hijo de Dios hecho hombre no se limita a darnos un modelo en el combate contra el mal, sino que, mucho más aún, nos da la fuerza para resistir a sus asaltos y perseverar en el camino”.
Deteniéndose en la tentación, el Papa Francisco explicó que el Señor no va al desierto “por arrogancia” o “para demostrar lo fuerte que es”, sino por su filial disponibilidad al Espíritu del Padre, a cuya guía se confía con prontitud. “Nuestra tentación, en cambio, nos es impuesta”, añadió.
De este modo, insistió en que “el mal precede nuestra libertad, la corrompe íntimamente como una sombra interior y una insidia constante”. En todo caso, manifestó que el Señor “está con nosotros y nos cuida, sobre todo en el lugar de la prueba y del recelo, es decir, cuando se alza la voz del tentador, que es el padre de la mentira, corrompido y corruptor, porque conoce la palabra de Dios, pero no la entiende. Más aún, la distorsiona”.

El diablo divide
“El diablo es el que separa, el que divide, mientras Jesús es el mediador que une a Dios y al hombre”, añadió el cardenal Czerny al leer la homilía preparada por el Papa Francisco.
Y continuó: “En su perversión, el demonio quiere destruir este vínculo, haciendo de Jesús un privilegiado, pero Él decide de qué modo ser Hijo. En el Espíritu que lo guía, su decisión revela cómo quiere vivir su relación filial con el Padre, como una relación que abarca a todos, sin excluir a nadie”.
“La relación con el Padre es el don que Jesús comparte en el mundo para nuestra salvación, no un tesoro que guarda celosamente, del que presume para conseguir éxito y atraer seguidores”, reiteró.
“El diablo, en efecto, susurra a nuestros oídos que Dios no es verdaderamente nuestro Padre, que en realidad nos ha abandonado”, indicó.
Así, señaló que el mundo está “en manos de poderes malignos, que aplastan a los pueblos con la altanería de sus cálculos y la violencia de la guerra”.
“Precisamente, mientras el demonio quisiera hacernos creer que el Señor está lejos de nosotros, conduciéndonos a la desesperación, Dios se acerca aún más a nosotros, dando su vida para la redención del mundo”, alentó.
Así, recordó que en el desierto “el tentador es derrotado”, si bien la victoria de Cristo “aún no es definitiva; lo será en su Pascua de muerte y resurrección”.
Todos somos pecadores
“Nosotros, frente a la tentación, algunas veces caemos; todos somos pecadores. Pero la derrota no es definitiva, porque Dios nos levanta de cada caída con su perdón, infinitamente grande en el amor", dijo Czerny leyendo la homilía preparada por el Papa Francisco.
Y concluyó: "Nuestra prueba, por tanto, no termina con un fracaso, porque en Cristo somos redimidos del mal. Atravesando el desierto con Él, recorremos un camino donde no había trazado ninguno. Jesús mismo abre para nosotros esa nueva vía de liberación y de rescate. Siguiendo con fe al Señor, de vagabundos nos convertimos en peregrinos”.