A un año de la canonización de Santa Mama Antula, la primera santa mujer que vivió en el territorio que hoy ocupa Argentina, el Arzobispo de Santiago del Estero y Cardenal Primado de Argentina, Vicente Bokalic, reflexionó con memoria agradecida por aquel día.

Al recordar el momento en que el Papa Francisco proclamó el decreto de canonización de María Antonia de San José y se desplegó el retrato de la nueva santa en una de las columnas principales de la Basílica de San Pedro, el Cardenal Bokalic expresó: “Cuánta alegría, cuánta admiración, gratitud, emoción y muchos sentimientos más”.

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“Este regalo de Dios permanecerá en la memoria de toda Iglesia, pues María Antonia de San José, ya no sólo es de Santiago, sino que nuestra Mama Antula es universal”, aseguró.

Llenar los corazones del amor de Dios para transformar la sociedad

Al recordar la figura de Santa Mama Antula, el purpurado destacó que “su vida y su misión trasciende los límites de la Iglesia”. 

“Su misión reflejaba su caridad para la santificación del prójimo y para la salvación de las almas. Deseaba llenar de amor de Dios los corazones para transformar la sociedad de aquel momento según el Evangelio, misión que sigue inspirando y motivando en estos tiempos nuevos, tan distintos de aquellos”.

A más de 200 años de su paso por esta tierra, el arzobispo consideró que su ejemplo “continúa dando luz, atrayendo e impulsando a vivir hoy lo que ella vivió con pasión en su tiempo”. Como prueba de ello, mencionó el conocimiento y la devoción tan extendida por la Santa en muchas comunidades de Argentina.

“Es una inmensa alegría verla reflejada en una imagen, un cuadro o simplemente una estampita en lugares muy lejanos de Santiago”, reconoció, subrayando que “María Antonia de San José se va metiendo en el corazón de nuestro pueblo creyente y cristiano”. 

Celosa misionera al servicio del Evangelio

El cardenal destacó también que Mama Antula ha sido nombrada, mediante decreto del Dicasterio del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Patrona Argentina de las Misiones, y recibió además el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Santiago del Estero.

“Son cada vez más los ámbitos que buscan conocerla para adoptarla como patrona, inspiradora, modelo de discípula misionera de Jesús”, valoró.

“La obra de esta extraordinaria mujer, ‘celosa misionera al servicio del Evangelio’ trascendió el ámbito eclesial. Desde su condición de mujer laica, conocedora de la espiritualidad ignaciana, llamando a la conversión y ofreciendo los Ejercicios Espirituales, convirtió a muchos ciudadanos en levadura de una sociedad más justa, más humana, más fraterna”, reconoció. 

Su pasión por la misión evangelizadora, aseguró, “animaba todos sus días, sus sueños, iniciativas y realizaciones, sus proyectos, su existir en condiciones nada propicias para tamaña empresa”, encontrando la fortaleza en el Señor para superar los obstáculos y así llegar a la santidad a la que están llamados todos los fieles.

El purpurado subrayó que Mama Antula, “tocada” por Jesús gracias a los Ejercicios Espirituales, “en un contexto marcado por la miseria material y moral, se desgastó en primera persona, en medio de mil dificultades, para que muchos otros pudieran vivir su misma experiencia”.

¿Quién fue Santa Mama Antula?

Santa María Antonia de Paz y Figueroa, conocida como Mama Antula, nació en 1730 en Santiago del Estero. Trabajó desde muy joven con los jesuitas colaborando en la organización de ejercicios espirituales. Luego partió a Buenos Aires, donde se dedicó durante 20 años a predicar el mensaje de Cristo.

En 1795 fundó la Santa Casa de Ejercicios Espirituales en Buenos Aires, la que aún cumple su misión bajo el cuidado de la Congregación Hijas del Divino Salvador. Falleció el 7 de marzo de 1799 en esa residencia. Sus restos descansan en la iglesia Nuestra Señora de la Piedad en Buenos Aires.

El milagro que permitió su beatificación fue aprobado el 4 de marzo de 2016. Este consistió en la recuperación inexplicable, en 1904, de la religiosa María Rosa Vanina, de las Hijas del Divino Salvador. La religiosa sufría de una colecistitis aguda con shock séptico, y los médicos le habían pronosticado una muerte segura.