Miles de fieles salieron el 24 de diciembre a las calles de Cuenca, en la provincia ecuatoriana del Azuay, para celebrar el tradicional “Pase del Niño Viajero”, una de las celebraciones religiosas más importantes del país y que este año cumple más de medio siglo de historia.
“Esta celebración refleja el alma del pueblo azuayo: el amor entrañable a Jesús, a su infancia, y también a su madre, la Virgen María. Por eso, la alegría de estos días, y sobre todo de la Navidad, se manifiesta con el cántico, la danza, el color; todo habla de la venida del Señor, de la presencia de Dios entre nosotros, que viene a salvarnos”, describió Mons. Marcos Aurelio Pérez Caicedo, Arzobispo de Cuenca, en declaraciones enviadas a ACI Prensa.
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Esta tradición, que combina la fe con elementos andinos, se originó en una imagen del Niño Jesús esculpida en 1823. La imagen, que perteneció a varias generaciones de una misma familia, pasó a manos del Vicario de la Arquidiócesis de Cuenca, Mons. Miguel Cordero Crespo, quien en 1961 la llevó en peregrinación a Tierra Santa. A su regreso, la imagen fue bautizada como el “Niño Viajero” y desde entonces se celebra la procesión cada 24 de diciembre.
Desde la madrugada, la ciudad se llenó de color con carros alegóricos y comparsas. A las 10:00 a.m., la imagen del Niño Jesús, vestida de verde, comenzó su recorrido acompañada por una banda de música y los granaderos de Tarqui, que es una unidad especial de caballería del Ejército ecuatoriano.

Al pasar por la calle Bolívar, los balcones se llenaron de pétalos que caían sobre la multitud, mientras los fieles cantaban y rezaban. La procesión también contó con la participación de personas vestidas de personajes bíblicos, campesinos, danzantes, indígenas, etc.
Durante el trayecto, el Monasterio del Carmen de la Asunción ofreció más de 10 mil almuerzos gratuitos a los participantes, gracias a las donaciones de chanchos horneados.

En la víspera, se realizó el tradicional cambio de padrinos de la imagen. Este año, la familia Salesiana, los comerciantes de la Feria Libre de El Arenal y el Ejército recibieron la responsabilidad de custodiar al Niño Viajero hasta el próximo año.
El Cardenal Luis Gerardo Cabrera, Arzobispo de Guayaquil, presidió la Santa Misa en la Catedral Metropolitana de la Inmaculada Concepción.

En declaraciones a la prensa local, el purpurado recordó que el “Pase del Niño Viajero es una expresión de una espiritualidad profundamente arraigada en nuestro corazón, que está encarnada en la cultura, en los valores del Ecuador, y que se refleja a través de la danza y la música”.
“Es también un encuentro de la familia. Yo creo que volver a encontrarnos como hermanos, como amigos, poder darnos ese abrazo profundo, fraterno, de niños, jóvenes, adultos, ancianos, hombres, mujeres. Realmente es una fiesta del pueblo”, agregó.

Finalmente, recordó que este año 2025 la vida de la Iglesia estará marcada por el Jubileo de la Esperanza: “El Papa nos propone algo: ser peregrinos de la esperanza. Peregrinos de la esperanza, porque dice que la esperanza no defrauda, una esperanza arraigada profundamente en la palabra del Señor”.
“¿Cómo hablar de esperanza en un mundo lleno de violencia, de inseguridad, de injusticias? No es fácil, pero desde la fe, desde la confianza total que tenemos en el Señor, es posible. Yo creo que es el mensaje para todos, a vivir este 2025 que se acerca con esa esperanza puesta en el Señor y en nosotros mismos”, concluyó.