A una mujer de 29 años, físicamente sana, se le permitió poner fin a su vida mediante suicidio asistido por un médico en los Países Bajos por motivos de depresión, causando un renovado debate sobre la santidad de la vida y la legislación.

Zoraya ter Beek murió por eutanasia el 22 de mayo. A pesar de estar físicamente sana, la mujer de Oldenzaal, una ciudad cercana a la frontera con Alemania, optó por poner fin a su vida debido a problemas de salud mental.

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Solo unos días antes de su muerte, ter Beek le dijo a The Guardian: "La gente piensa que cuando estás mentalmente enfermo, no puedes pensar con claridad, lo cual es insultante".

Diagnosticada con depresión, ansiedad, trauma y otros problemas, se aprobó que muera por suicidio asistido debido a "sufrimiento insoportable sin perspectivas de mejora", según el Código de Eutanasia oficial neerlandés.

Su caso ha reavivado un polémico debate en los países occidentales. Francia está debatiendo actualmente la legalización de la eutanasia y el suicidio asistido, y el presidente Emmanuel Macron está impulsando nuevas leyes.

La Iglesia Católica ha sido consistentemente franca en su oposición a la eutanasia.

El Cardenal Willem Eijk, Arzobispo de Utrecht (Países Bajos), ha comentado anteriormente las implicaciones de ampliar los criterios de eutanasia en los Países Bajos. En una entrevista de 2020 con CNA —agencia en inglés de EWTN News—, Mons. Eijk dijo: "El respeto por el valor esencial de la vida de un ser humano se está erosionando cada vez más en el último medio siglo, lo que era ineludible".

El cardenal neerlandés, que estudió medicina y tiene doctorados en Bioética Médica y en Filosofía, señaló: "Porque, una vez que se acepta la terminación de la vida por una cierta medida de sufrimiento, uno siempre se enfrentará a la pregunta de si no debería permitirse también un sufrimiento que es sólo un poco menor".

Aumento de las cifras

Durante décadas, la Conferencia Episcopal de Países Bajos ha enfatizado la santidad de la vida y la obligación moral de protegerla. En una declaración publicada en octubre de 1999, los obispos argumentaron que la eutanasia socava el principio fundamental de que la vida humana debe ser protegida y valorada. Subrayaron que no existe un "derecho" a la eutanasia y que las exenciones legales para los médicos que practican la eutanasia contradicen el principio de protección de la vida humana.

Mons. Eijk también se ha pronunciado sobre las implicaciones sociales más amplias de la eutanasia. "Presiona a los profesionales médicos para que participen en la eutanasia como parte de sus responsabilidades normales y socava la confianza entre médicos y pacientes", dijo. "Además, puede crear un clima en el que los enfermos terminales se sientan obligados a elegir la eutanasia para evitar ser una carga para sus familias".

La enseñanza de la Iglesia Católica sobre la eutanasia es clara. “[La eutanasia] es moralmente inaceptable. Por tanto, una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador”, afirma el Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral 2277.

A pesar de esta fuerte oposición, los Países Bajos abrieron la puerta a la eutanasia de niños menores de 12 años en 2020.

En 2022, 8.720 personas en los Países Bajos pusieron fin a sus vidas mediante la eutanasia, de acuerdo a DutchNews, un aumento del 14% con respecto al año anterior.

En su entrevista con The Guardian, ter Beek resumió la trágica perspectiva que la llevó a su muerte: "En los Países Bajos", dijo, "hemos tenido esta ley durante más de 20 años. Hay reglas muy estrictas y es muy seguro".

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.