El sacerdote Ángel Castaño Félix, subdirector del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid, explica cómo se hacen presentes los santos y la Virgen María cada vez que se celebra la Eucaristía. 

En un reciente vídeo publicado en el canal de YouTube del centro de estudios dependiente del Arzobispado de Madrid, el P. Castaño expone que “de algún modo, sí” están presentes ”todos los cristianos”, incluidos los que están en el cielo como los santos y la Madre de dios, durante la celebración de la Misa.

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Para poder afirmar esta presencia, señala, es necesario tener conciencia “de lo que significa la Iglesia como comunión de los santos”. Así, explica que “en el Credo decimos ‘creo en la Iglesia’, ‘creo en la comunión de los santos’” y que, como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica, “no son dos artículos distintos, son el mismo”, de tal forma que podríamos decir “Creo en la Iglesia, es decir, en la comunión de los santos”.

¿Qué significa la comunión de los santos? 

Partiendo de esta consideración, el P. Castaño aborda el significado de la comunión de los santos, que consiste en que “todos somos miembros del Cuerpo de Cristo y en la medida en que pertenecemos al Cuerpo de Cristo, estamos unidos”.

Esta unión no se refiere sólo compartir la misma fe, celebrar los mismos sacramentos y tener la misma vida de santidad, sino a que “en el Cuerpo de Cristo todos somos miembros de Cristo y, por lo tanto, formamos un solo cuerpo”.

Así, añade, “comunión de los santos significa que somos uno. Y si somos uno, allí donde está uno, de algún modo está la totalidad. El Señor triunfante en el cielo está presente en todas partes. La Virgen María como Madre del Señor, miembro de la Iglesia, glorificada en el cielo en cuerpo y alma, está también presente universalmente en la vida de todos los hombres, como madre” y, en cada celebración eucarística, “lo hacemos así, unidos a los santos”, detalla. 

La presencia de la Virgen María en la oración

Por último, el P. Castaño señala que “la Iglesia ora con María, se une a la Virgen María; ora a María, sabiendo que el destinatario último de la oración siempre es Dios Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo; y oramos también por medio de María, en la medida en que el Señor le ha encargado la misión de ser nuestra madre y, por tanto, de cuidar de nosotros”. 

“En la Eucaristía también está presente la Virgen María, como están presentes los santos. Aunque somos nosotros los que celebramos la liturgia ellos están unidos a nosotros en la adoración al Padre y en el culto a Dios, concluye.