El P. David O'Connor, un misionero de Irlanda radicado en el departamento de Puno, una región situada en el altiplano del sur del Perú, advirtió sobre el avance de grupos protestantes, pero también destacó el gran amor que los peruanos tienen a la Virgen María.

El presbítero, que pertenece a la Prelatura de Huancané, indicó recientemente a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés) que el pueblo quechua a su cuidado “a menudo tiene un acercamiento más cercano a Nuestra Señora y a los santos que quizás nosotros”.

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“Tengo la sensación de que tienen la simple idea de poder hablar con una persona real, en una interacción muy cercana y personal”, afirmó.

Sin embargo, el P. O’Connor conoce de primera mano los desafíos a los que se enfrenta la Prelatura: la falta de sacerdotes que ha llevado a que muchos católicos sean captados por grupos protestantes.

El sacerdote recordó una reveladora conversación con una feligresa, quien explicó su decisión de asistir a celebraciones de un grupo protestante: “Porque quiero escuchar la Palabra de Dios, pero usted no viene a vernos”, le dijo. Ante la pregunta de qué haría si hubiera más presencia católica en su pueblo, ella respondió con claridad: “Por supuesto, volvería a las celebraciones católicas. Quiero practicar mi fe, pero no es tan fácil donde yo vivo”.

El P. O’Connor también relató a ACN cómo la devoción a la Virgen de un anciano, de nombre Genaro, fue la razón que le impidió abandonar la Iglesia católica y unirse a uno de estos grupos.

Genaro y su amor por María

Genaro, un devoto católico de 85 años, a pesar de su frágil salud y su artritis crónica, era un fiel asistente a la iglesia, donde expresaba su devoción en cada adoración eucarística.

Sin embargo, un día, Genaro sorprendió al P. O’Connor al revelar su intención de abandonar la Iglesia Católica. La razón, aparentemente, residía en una promesa tentadora que había escuchado por la radio: un pastor protestante aseguraba que cualquier persona que asistiera a su iglesia sería curada de sus enfermedades. Para Genaro, que llevaba años sufriendo sin alivio, esta oferta era irresistible.

El P. O'Connor se sobresaltó, porque sabía que Genaro era un católico devoto de gran fe durante muchos años. Se estaba enfrentando no sólo al dolor físico de Genaro, sino también al dolor espiritual de ver a uno de sus feligreses más devotos tentado por las promesas de un grupo protestante.

Con tacto y sabiduría, el sacerdote recordó a Genaro el profundo amor que él mismo sentía por la Virgen María, algo que los protestantes a menudo pasan por alto en su prédica. Entonces, le señaló: “Genaro, ellos no aman a Nuestra Señora”. Sin pestañear, el hombre respondió convencido: “Ah, de acuerdo, entonces no iré”.

De acuerdo con el misionero, la historia de Genaro es apenas un ejemplo del profundo amor que todos los peruanos sienten hacia la Virgen, especialmente en Puno. Sin embargo, en otras ocasiones la falta de sacerdotes católicos hace difícil que afiancen su fe.  

“Por favor, oren por las vocaciones, especialmente al sacerdocio, por nuestra difícil pero hermosa misión en la prelatura de Huancané, para que podamos llevar la verdad y la luz del Evangelio a tantas almas que sufren”, pidió el P. O’Connor.