El Papa Francisco insta a los confesores a perdonar con paternidad y ternura materna

Imagen referencial del sacramento de la confesión. Imagen referencial del sacramento de la confesión. | Crédito: P. Vytautas Markünas, SDB / Cathopic

El Papa Francisco invita a los sacerdotes a “a vivir cada confesión como un momento único e irrepetible de gracia, y a entregar generosamente el perdón del Señor, con afabilidad, paternidad y me atrevería a decir que también con ternura materna”. 

Así lo ha reflejado en un discurso entregado -no leído por el Papa, como viene siendo habitual desde hace unos días debido a sus afecciones respiratorias- durante la recepción ofrecida a los participantes en el XXXIV Curso sobre el Fuero Interno promovido por la Penitenciaría Apostólica. 

El Pontífice destaca además que “la tarea que se os confía en el confesionario es hermosa y decisiva, porque os permite ayudar a tantos hermanos y hermanas a experimentar la dulzura del amor de Dios”.

El texto repartido reflexiona sobre el acto de contrición propuesto por San Alfonso María de Ligorio, también conocido como acto de dolor, una oración que “a pesar del lenguaje un tanto antiguo, que incluso podría malinterpretarse en algunas de sus expresiones”, explica el Pontífice, “conserva toda su validez, tanto pastoral como teológica”. 

Así, el Papa Francisco destaca tres aspectos: el arrepentimiento, la confianza y la intención. 

Sobre el arrepentimiento enfatiza que “no es fruto del autoanálisis ni de un sentimiento psíquico de culpa, sino que brota de la conciencia de nuestra miseria ante el amor infinito de Dios, de su misericordia sin límites”. Esta experiencia, añade, es “la que mueve a nuestra alma a pedirle perdón, confiando en su paternidad”.

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Así, “el sentido del pecado es proporcional precisamente a la percepción del amor infinito de Dios: cuanto más sentimos su ternura, más deseamos estar en plena comunión con Él”, expone. 

Sobre la actitud de la confianza en el acto de contrición, , el Papa Francisco destaca la belleza que encierra que el penitente “la bondad infinita de Dios y la primacía, en la propia vida, del amor a Él”, lo que implica “significa poner a Dios en el centro de todo, como luz en el camino y fundamento de todo orden de valores”.

En tercer lugar, el Papa aborda la cuestión sobre la intención o voluntad del penitente “de no caer nunca más en el pecado”, lo que permite pasar del dolor de atrición al de contrición, esto es, “del dolor imperfecto al dolor perfecto”.

A este respecto, destaca que lo que se expresa es “un propósito, no una promesa”, pues nadie puede “prometer a Dios que no volverá a pecar”. En consecuencia, “lo que se requiere para recibir el perdón no es una garantía de impecabilidad, sino un propósito presente, hecho con recta intención en el momento de la confesión”. 

Por último, en su reflexión sobre la oración del santo italiano, el Papa Francisco subraya que en ella las palabras “Señor” y “misericordia” aparecen como sinónimos, lo que lleva a recordar que “en todo acto de misericordia, en todo acto de amor, resplandece el rostro de Dios”.

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