¿Cómo debe ser la homilía en Cuaresma? Esto aconsejó Dios a San Ángel

San Ángel de Acri y las homilías en cuaresma Cruz de cuaresma. Crédito: Vetre - Shutterstock | San Ángel de Acri. Crédito: santoangeloacri.it

En el marco de la Cuaresma, les compartimos un hecho poco conocido en el que Dios le da una clave a San Ángel de Acri (1669-1739) sobre cómo deben ser las homilías en este tiempo litúrgico. El santo logró llenar los templos con numerosos fieles y obtuvo muchas conversiones.

En el libro Vida de los Santos del P. Alban Butler se indica que San Ángel quería ser franciscano capuchino, pero se retiró hasta en dos ocasiones de la comunidad porque no soportaba la exigencia de vida. En la tercera vez que lo intentó, se quedó y llegó a ser ordenado sacerdote. Se dice que en su primera Misa vivió un arrebato de éxtasis.

Sus superiores le encomendaron que diera el sermón durante la Cuaresma. El santo se preparó con mucho esmero, pero cuando subía al púlpito su memoria le fallaba y no sabía qué decir. Esto le causó un gran desaliento y se regresó muy deprimido a su convento antes que acabara la Cuaresma.

Cierto día, mientras reflexionaba sobre su fracaso, le pidió a Dios que lo ayudara. En eso escuchó una voz divina que le dijo: “No tengas miedo. Yo te daré el don de predicación”. El santo, sorprendido, le preguntó a la voz quién era y ésta le respondió: “Yo soy el que soy”.

Es preciso recordar que algo similar le pasó a Mosiés cuando Dios le pidió liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto. En el Antiguo Testamento, “Dios dijo a Moisés: ‘Yo soy el que soy’”. Luego el Señor añadió: “Tú hablarás así a los israelitas: ‘Yo soy’ me envió a ustedes” (Dt. 3,14).

Volviendo a la experiencia mística de San Ángel, la voz divina le dio la siguiente clave para sus homilías: “En adelante, predica simplemente, como si estuvieses conversando, para que todos puedan entenderte". De esta manera el sacerdote dejó sus libros de oratoria y retórica y empezó a preparar sus sermones con la Biblia y ante un crucifijo.

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Poco a poco obtuvo mucho éxito en el pueblo, pero no pasó lo mismo con los nobles y ricos. Un cardenal le pidió que predicara durante la Cuaresma en Nápoles (Italia). La homilía sencilla del sacerdote causó burlas y repudio por parte de la gente adinerada, y por dos días el templo estuvo casi vacío.

El párroco del lugar no quería que el santo continuase con las prédicas, pero el cardenal no le hizo caso. Esto causó escándalo e hizo que la gente noble, que también era muy chismosa, fuera al templo a ver el desenlace. Pero se dieron con una inesperada sorpresa.

En una iglesia abarrotada de fieles, el santo pidió al final de su sermón que rezaran por una persona que estaba allí presente y que se iba a morir. La Misa terminó y, cuando la gente salía murmurando sobre aquel pedido, un abogado que solía burlarse del sacerdote cayó muerto al piso. Esto causó asombro y la fama de santidad del presbítero se extendió.

Los templos a donde iba a predicar San Ángel estaban siempre repletos y obtuvo muchas conversiones. Hacía curaciones milagrosas, tenía el don de la bilocación, podía leer los pensamientos y predecir el futuro. Su fiesta es cada 30 de octubre.

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