5 tiernas frases de aliento de la Virgen de Guadalupe

Virgen de Guadalupe Virgen de Guadalupe | Crédito: Valente Romero - Shutterstock

Este 12 de diciembre se celebra la fiesta de la Virgen de Guadalupe, quien se apareció al humilde indio San Juan Diego para que le pidiera al primer Obispo de México, Fray Juan de Zumárraga, que se construyera un templo católico al pie del cerro del Tepeyac. De sus conversaciones, compartimos cinco frases que pueden ayudar a los fieles en su vida de fe.

Santa María se apareció a Juan Diego del 9 al 12 de diciembre de 1531, pocos años después de la llegada de los españoles al actual México.

En este contexto, el mal ejemplo de varios que se decían cristianos impedía que muchos de los indígenas quisieran abrazar la fe. Pero la Madre de Dios irrumpió con bondad en la historia, quedando su imagen impregnada en la tilma de San Juan Diego. Es así como millones se convirtieron en los años que siguieron a sus apariciones.

Los diálogos entre Santa María y San Juan Diego han quedado recopilados en el Nican mopohua, documento histórico en lenguaje náhuatl.

En ese documento llama mucho la atención la manera cariñosa y amable como la Virgen María trata al sencillo San Juan Diego, quien debía comunicarle al obispo que Nuestra Señora quería un templo en el cerrito del Tepeyac. 

No obstante, el santo sentía tristeza porque el obispo no le creía. Además, uno de sus tíos cayó gravemente enfermo y se preocupaba por atenderlo.

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A continuación 5 frases que pronunció la Virgen de Guadalupe para motivar a San Juan Diego en su misión y que también pueden animarnos en los esfuerzos que hacemos para vivir como cristianos y como devotos marianos.

1. “En verdad yo me honro en ser madre compasiva de todos ustedes, tuya y de todas las gentes que aquí en esta tierra están en uno y de los demás variados linajes de hombres”.

2. “Allí estaré siempre dispuesta a escuchar su llanto, su tristeza, para purificar, para curar todas sus diferentes miserias, sus penas, sus dolores”.

3. “Ten plena seguridad, hijito mío predilecto, que yo te pagaré tu cuidado, tu servicio, tu cansancio que por amor a mí has prodigado. ¡Ánimo, mi muchachito!”

4. “Por favor no temas… ¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre? ¿Acaso no estás bajo mi sombra, bajo mi amparo? ¿Acaso no soy yo la fuente de tu alegría? ¿Qué no estás en mi regazo, en el cruce de mis brazos?”

5. “Tú eres mi plenipotenciario, puesto que en ti pongo toda mi confianza”.

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