¿Los “trans” pueden bautizarse y ser padrinos? Un análisis de las medidas del Vaticano

Foto referencial bautismo trans 17112023 Foto referencial de una pila bautismal. | Crédito: Burkin Denis / Shutterstock

John Bursch, vicepresidente de apelaciones de Alliance Defending Freedom (ADF) y autor del libro Loving God's Children: The Church and Gender Ideology (Amar a los hijos de Dios: La Iglesia y la ideología de género), comenta las últimas medidas del Vaticano sobre las personas trans.

El Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF), liderado por el Cardenal argentino Víctor Manuel Fernández, publicó hace unos días las respuestas a las preguntas planteadas por el Obispo de Santo Amaro (Brasil), Mons. Giuseppe Negri, respecto a si las personas trans pueden ser bautizadas, ser padrinos de bautizo o testigos de matrimonio.

Las respuestas del Dicasterio tienen por fecha el 31 de octubre y se publicaron en el sitio web del Vaticano el 8 de noviembre en italiano y portugués.

Algunas de las preguntas que llegaron al DDF fueron las siguientes. 1.- ¿Puede un transexual ser bautizado?, 2.- ¿Un transexual puede ser padrino o madrina de bautismo?; y 3.- ¿Un transexual puede ser testigo de matrimonio?

Respondiendo a la primera pregunta, el DDF establece que, si alguien que se identifica como trans y ha recurrido a la cirugía, puede recibir el sacramento del bautismo “bajo las mismas condiciones de otros creyentes, si no están en situaciones en las que haya un riesgo de generar escándalo público o desorientación entre los fieles”.

Antes de hacer su comentario, publicado en el National Catholic Register, Bursch recuerda que, en su encíclica Laudato si’ de 2015, el Papa Francisco escribió: “La valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente”. Y recientemente, en 2019, la Congregación para la Educación Católica del Vaticano reafirmó que “la naturaleza humana (…) debe entenderse a la luz de la unidad del alma y el cuerpo” y condenó la “separación entre sexo y género”.

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El abogado también recuerda que el Cardenal alemán Gerhard Müller, prefecto emérito del DDF, ha explicado que los individuos sí pueden ser bautizados, si han pecado en el pasado, pero sólo si reciben el sacramento tratando de abandonar la conducta pecaminosa en el futuro.

“Bautizar a quienes pretenden seguir pecando genera escándalo público porque mina las declaraciones de la Iglesia de que los sacramentos son signos de la gracia que portan”, precisa Bursch.

Tras recordar que San Juan Pablo II señala en su Teología del Cuerpo que el cuerpo “expresa a la persona”, el autor advierte que “las únicas situaciones en las que un bautismo” de este tipo “no presentaría tales riesgos (de escándalo público) serían si la persona trans 1. Ha reconocido que cometió un error; 2. Ha empezado a identificarse nuevamente con su sexo; y 3. Si ha dado pasos para revertir cualquier cirugía lo más que se pueda”.

Sobre el hecho de que el DDF indique que los niños y adolescentes con “problemas de naturaleza transexual” también pueden recibir el bautismo si están bien preparados y si tienen la voluntad de bautizarse, el experto recuerda: “No hay nada pecaminoso en un niño o adolescente que experimenta la disforia de género”. “Un niño o adolescente así merece nuestra empatía y ayuda; tenemos que acompañar a los niños, sin importar cuál sea su lucha”, agrega.

La disforia de género es una condición de salud mental reconocida en la que la persona se identifica con el otro sexo o se siente incómoda con el propio.

Además, el experto subraya que, así como no se le debería negar el sacramento a un niño o adolescente con disforia de género, “ningún niño o adolescente debe ser alentado a abrazar ninguna identidad que rechace su sexo. Hacer esto alienta el daño en los niños”.

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Sobre la segunda y tercera pregunta

Respecto a la segunda pregunta, Bursch remarca que, cuando una persona trans desea ser padrino, también se deben cumplir “ciertas condiciones” y evitar el escándalo. Esto requeriría, en su opinión, tres condiciones:

“La persona que aspira a ser padrino o madrina debe 1.- Haber reconocido que cometió un error, 2.- Debe haber empezado a identificarse nuevamente con su sexo y 3.- Debe haber tomado medidas para revertir cualquier cirugía, en la medida de lo posible. Esta es la lectura natural de las condiciones del Dicasterio para la Doctrina de la Fe”, escribe el especialista en ideología de género.

La ideología de género es una corriente que considera que el sexo biológico no es determinante para la persona, sino que ella puede definir su orientación e identidad sexual de acuerdo a sus preferencias e incluso en contra de su naturaleza.

El experto comenta asimismo que en la tercera pregunta, respecto a si una persona trans puede ser padrino o madrina de bautismo, también se debe evitar el escándalo y la confusión, como dice el DDF.

Algunas intervenciones del Papa Francisco sobre la ideología de género

Busch recuerda en su artículo que en 2016, en un discurso a los obispos polacos, advirtió: “Hoy a los niños —a los niños— en la escuela se enseña esto: que cada uno puede elegir el sexo. ¿Por qué enseñan esto?”.

En su exhortación apostólica Amoris laetitia, el Santo Padre condena la promoción de una “identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer”, que reduce la identidad humana “ a la elección del individuo” y mina “las bases antropológicas de la familia”.

También en la carta encíclica Laudato si’, el Pontífice enfatiza que “la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente”; y al cumplirse los diez años de su pontificado, Francisco alertó que la ideología de género que “es una de las colonizaciones ideológicas más peligrosas” porque “diluye las diferencias” entre hombre y mujer y van “contra la vocación humana” y pone a la persona por encima de Dios.

“Las advertencias del Papa Francisco sobre esta ideología están respaldadas por la ciencia”, subraya el abogado.

Bursch indica luego: “No podemos cambiar la realidad, pero no sorprende que entre el 80 y el 95% de los niños que experimentan disforia de género reconcilie su ‘identidad de género’ con su sexo si no hay ninguna intervención que apoye o refuerce la disforia”.

“De modo contrario, no hay estudios controlados o de largo plazo que demuestren la seguridad o la eficacia de las políticas de afirmación de género y de los tratamientos para la disforia de género a largo plazo. Ni uno solo”, añade.

“Y el mejor estudio a largo plazo demuestra que, una vez pasada la felicidad inicial, las personas con disforia de género que se someten a la cirugía de cambio de sexo tienen tasas más altas de muerte por suicidio y hospitalización psiquiátrica, que aquellos que no lo hacen”, concluye.

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