Cada 11 de noviembre se celebra la fiesta de San Martín de Tours, patrono de la Guardia Suiza. Este santo es recordado por haberle dado a Cristo pobre una parte de su capa, pero algo que es poco conocido es que salvó a un alma de terminar en “un lugar tenebroso”. El beneficiado con este prodigio regresó a la vida y contó lo que había visto.
San Martín (aprox. 316-397) era militar, pero las crónicas indican que prefirió la vida contemplativa de monje. En este sentido, optó por encontrarse con Dios “en lo escondido”, apartado de las cosas del mundo y del bullicio de la ciudad.
En una ocasión retornó al “cenobio” o monasterio y encontró a sus hermanos muy tristes porque un catecúmeno (persona que se prepara para el Bautismo), que era parte de la comunidad, había muerto sin recibir ese sacramento.