En ese contexto, el Santo Padre recordó que lo que plantea el Evangelio es poner en práctica la “compasión”, a la que calificó como la “huella de Dios en nuestro corazón”. “El estilo de Dios es cercanía, compasión y ternura. Esta es la clave, este es el punto de inflexión”, destacó.
También invitó a tener una formación “para los desafíos de la migración actual, comprendiendo sus criticidades, pero también las oportunidades que estas ofrecen, con vistas al crecimiento de sociedades más inclusivas, más hermosas, más pacíficas”.
“Todos debemos comprometernos a hacer más seguro el camino, para que los viajeros de hoy no sean víctimas de los bandidos. Es necesario multiplicar los esfuerzos para combatir las redes criminales que especulan con los sueños de los migrantes e indicar rutas más seguras”, agregó.
Para el Santo Padre, en el escenario mundial actual, “es evidente que es necesario conectar las políticas demográficas y económicas con las políticas migratorias en beneficio de todas las personas involucradas, sin olvidar nunca poner en el centro a los más vulnerables”.