En la galería de fotos de la Biblia de Jerusalén de aquella edición, hay una imagen que lista a todos los traductores y editores contribuyentes, incluyendo a Tolkien.
Vivió un periodo de sequedad espiritual
Tolkien experimentó un período de sequedad en su fe católica aproximadamente durante 10 años, desde 1920 hasta 1930, en el que admite: “Por maldad y pereza, casi dejé de practicar mi religión...”. Estos fueron años difíciles en los que enfrentó un mal desempeño en la academia, trabajó arduamente para avanzar en su carrera, enfrentó la tensión en su matrimonio debido a la conversión de su esposa al catolicismo y asumió cada vez más responsabilidades a medida que su hogar se llenaba gradualmente de hijos pequeños.
Sin embargo, emergió de su “noche oscura” con una fe sólida, un amor inquebrantable por Dios, los santos, la Iglesia y la Eucaristía. Como escribe Ordway en su libro, “un análisis completo de [la fe de Tolkien] revela una vida marcada por la determinación y la decisión”. Los cristianos de todas las tradiciones harían bien en admirarlo y emularlo.