Cardenal Burke expresa sus preocupaciones sobre el Sínodo y niega que sean ataque al Papa

Cardenal Raymond Burke, prefecto emérito de la Signatura Apostólica Cardenal Raymond Burke, prefecto emérito de la Signatura Apostólica | Crédito: ACI Prensa

El Cardenal estadounidense Raymond Burke, prefecto emérito de la Signatura Apostólica —el Tribunal Supremo de la Iglesia— analiza el Sínodo de la Sinodalidad, que se inició este 4 de octubre en el Vaticano.

El Sínodo de la Sinodalidad fue convocado en el mes de octubre de 2021 bajo el lema “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. A la sesión que se desarrollará este mes de octubre en Roma están convocadas 365 personas, entre ellos obispos, religiosos, sacerdotes, diáconos y laicos. Por primera vez, quienes no son obispos —entre ellos 54 mujeres— tendrán derecho a voto.

En su participación en el evento “La Babel sinodal”, organizado por La Nuova Bussola Quotidiana, realizado el 3 de octubre en Roma, el Cardenal Burke precisó que los dubia (presentados por él y otros 4 cardenales) no son de ninguna manera un ataque contra el Papa Francisco.

El purpurado explicó, respondiendo a una acusación de un padre sinodal que fue citado anónimamente por el diario italiano Il Giornale, que los dubia no buscaban golpear al Santo Padre, sino que “tratan exclusivamente de la doctrina y disciplina perenne de la Iglesia, no de una agenda del Papa”.

La ponencia del Cardenal Burke

En su conferencia titulada “La sinodalidad contra la verdadera identidad de la Iglesia como comunión jerárquica”, el purpurado recomendó la lectura del libro El proceso sinodal: Una caja de Pandora: 100 preguntas y 100 respuestas y afirmó: “Poniendo nuestra atención en las fuentes filosóficas de la llamada sinodalidad, desenmascara su mundanidad. Por ello nuestro Señor Jesucristo, que es nuestro único Salvador, no está en la raíz ni en el centro de la sinodalidad. He ahí por qué se pasa por alto e incluso se olvida la naturaleza divina de la Iglesia en su fundación y en su vida orgánica y duradera”.

Más en Vaticano

El cardenal señaló luego que “el Espíritu Santo es invocado con mucha frecuencia en la perspectiva del Sínodo”, pero “no se dice ni una palabra sobre la obediencia debida a las inspiraciones del Espíritu Santo, que son siempre coherentes con la verdad de la doctrina perenne y la bondad de la disciplina perenne que Él ha inspirado a lo largo de los siglos”.

“Desafortunadamente —prosiguió— es muy claro que la invocación del Espíritu Santo de parte de algunos tiene como objetivo el avance de una agenda más política y humana que eclesial y divina. La agenda de la Iglesia es única, es la búsqueda del bien común de la Iglesia, es decir la salvación de las almas”.

Tras señalar que la “sinodalidad” no está entre los “atributos” o “rasgos esenciales” de la Iglesia, el Cardenal Burke afirmó: “Como profesamos en el Símbolo de la Fe y como enseña la constitución dogmática del Concilio Ecuménico Vaticano II sobre la Iglesia, Lumen gentium, la Santa Madre Iglesia, en sus atributos, en sus trazos esenciales, es ‘una, santa, católica y apostólica’”.

“La confusión sobre la teología, sobre la moral e incluso sobre la filosofía elemental en la que vivimos es alimentada por una gran falta de claridad en el vocabulario utilizado, y esto probablemente sea intencionado por parte de algunos”, continuó el cardenal y puso como ejemplo la introducción o el llevar al extremo “nuevas palabras sin una clara definición, como en el caso de la palabra sinodalidad”, lo que suscita “el riesgo de perder la identidad de la Iglesia, nuestra identidad como miembros del Cuerpo Místico de Cristo”.

“En el momento en el que estos conceptos se convierten en centrales y no son claramente definidos, se abre la puerta a cualquiera que quiera interpretarlos de modo que rompa con la constante enseñanza de la Iglesia sobre estos temas. De hecho la historia de la Iglesia nos enseña que la resolución de las peores crisis, como la arriana, comienza siempre con una gran precisión en el vocabulario y en los conceptos utilizados”, subrayó el cardenal.

El arrianismo fue una herejía iniciada por el obispo Arrio en el siglo IV, que negaba la divinidad de Cristo y que arrastró a muchos pastores en sus errores.

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Después de señalar que en cierto sentido se trata de un atributo conocido, el Cardenal Burke puntualizó que la “sinodalidad, en cuanto término abstracto, es un neologismo en la doctrina sobre la Iglesia. Es bien sabido que el Concilio Vaticano II quiso evitar los términos abstractos de conciliariedad y colegialidad, que no se encuentran en los textos conciliares. Es presumible que el mismo Concilio habría querido evitar un término abstracto como sinodalidad, si lo hubiese conocido”.

El purpurado estadounidense opinó luego que “la tradición canónica conoce la institución del Sínodo como instrumento para dar consejos a los sagrados pastores; no se describe a la Iglesia como sinodal, sino como comunión jerárquica”.

Para el Cardenal Burke, “son los pastores en la comunión salvaguardada y promovida por el ministerio petrino, es decir, la jerarquía, que tiene la responsabilidad de la guía doctrinal, litúrgica y moral de la Iglesia. El Sínodo es una ayuda que se ofrece a los pastores para que puedan cumplir su servicio. No puede sustituir nunca el ministerio pastoral querido e instituido por el mismo Cristo”.

El prefecto emérito de la Signatura Apostólica indicó asimismo que “resulta al menos extraño decir que no se sabe en qué dirección irá el Sínodo, cuando está tan claro que la voluntad es la de modificar profundamente la constitución jerárquica de la Iglesia. Un proceso similar se adoptó en la Iglesia en Alemania para llegar al mismo y nocivo objetivo”.

El polémico Camino Sinodal de la Iglesia en Alemania, que comenzó en 2019, ha sido organizado por el Comité Central de los Católicos Alemanes (ZdK, por sus siglas en alemán) y la Conferencia Episcopal Alemana. En marzo de este año, aprobó medidas para incorporar la ideología de género en la enseñanza católica, la ordenación de mujeres como diaconisas, la bendición de uniones homosexuales, la normalización de la predicación de los laicos en Misa y una solicitud para que el Vaticano "reexamine" la disciplina del celibato sacerdotal.

Tras insistir en que el término “sinodalidad” no tiene una “definición razonable”, el Cardenal Burke destacó en su intervención que “se trata obviamente de una construcción artificial, más parecida a una construcción humana que a la Iglesia construida sobre la roca que es Cristo”.

Luego de advertir que el Documento de trabajo o Instrumentum laboris del Sínodo de la Sinodalidad “contiene ciertamente afirmaciones que se alejan de modo impresionante y grave de la enseñanza perenne de la Iglesia”, el cardenal precisó que “los obispos y cardenales de hoy necesitan mucha valentía para afrontar los graves errores que provienen del interior de la misma Iglesia”.

“Las ovejas dependen de la valentía de los pastores que deben protegerlas del veneno de la confusión, del error y de la división”, alertó.

Tras resaltar que “todo buen cristiano debe estar listo para sufrir el martirio blanco de la incomprensión, del rechazo y de la persecución, y a veces el martirio rojo de la sangre”, el cardenal subraya: “No podemos creer que la situación sea irreversible”.

Para concluir, el Cardenal Burke animó a rezar a la Virgen María y a todos los santos para que “la Iglesia misma, sin manchas ni arrugas, pueda salir lo más pronto posible del actual estado de confusión y división para acortar estos tiempos en los que el riesgo de perdición de las almas es grande”.

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