Celebran 35 años de la beatificación de Laura Vicuña, protectora ante los abusos

Beata Laura Vicuña Beata Laura Vicuña | Crédito: Hijas de María Auxiliadora

El domingo 3 de septiembre se cumplieron 35 años de la beatificación de Laura Vicuña, quien sufrió acoso sexual, maltratos, y ofreció su vida por la conversión de su madre. Por ello, en Chile, su país natal, se realizó una peregrinación de numerosas jóvenes.

La cita se dio el 2 de septiembre en el Cerro Colorado de Santiago de Chile, donde se eleva un santuario en honor a la beata. Allí, en la explanada, se celebró la Santa Misa que fue presidida por el Arzobispo de Santiago, Cardenal Celestino Aos.

En su homilía, el Purpurado recordó que las crónicas indican que Laura Vicuña, alumna de las Hijas de María Auxiliadora (FMA), murió contenta, sabiendo que era hija de la Virgen María. Pero no tuvo una vida fácil.

“En la vida de Laura Vicuña, en esos trece años, ha habido mucho dolor, pero ella con la gracia de Dios, ha sabido transformar el dolor en amor. El encuentro de Laura con Jesús no ha sido un camino romántico, ha sido un camino de exigencia y cruz”, enfatizó.

Al final de la celebración, Sor Ximena Oyarzo, superiora de las FMA en Chile, indicó estar contenta porque el “carisma salesiano está para la Iglesia”. Además, a nombre  de sus hermanas, manifestó la intención de “seguir caminando y llevando la figura de Laurita Vicuña”.

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¿Por qué protectora?

Laura Vicuña nació en Santiago de Chile en 1891. A los 3 años murió su padre. Más adelante su madre decidió emigrar a Argentina llevando a sus dos hijas. Se instalaron en Junín de los Andes, donde la mamá conoció a un hombre y empezó a convivir con él.

La señora logró que su abusiva pareja pague los estudios de las niñas en el Colegio María Auxiliadora. Con la formación recibida por las religiosas, la beata se dio cuenta que su mamá vivía en una situación impura y de pecado al convivir con ese hombre. Es así que ofreció su vida a Dios por la conversión de su mamá.

Cierto día, el conviviente de la mamá intentó violar a Laura. Ella se resistió valientemente por defender su pureza y el hombre la castigó haciendo que duerma a la intemperie. Además, dejó de pagar la escuela. En otra ocasión la golpeó salvajemente.

Más adelante Laura cayó gravemente enferma. Antes de morir, la Beata le contó a su mamá lo de su ofrecimiento a Dios por su conversión y le pidió que se aleje de ese hombre violento. La madre así lo hizo, retornó al camino del Señor y llevó una vida cristiana.

San Juan Pablo II beatificó a Lura Vicuña el 3 de septiembre de 1988, en el marco de las celebraciones por el centenario de la muerte de San Juan Bosco, fundador de los Salesianos. 

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En aquella ocasión, el Papa peregrino pronunció unas palabras que los devotos de Laura recuerdan con cariño: "La suave figura de la Beata Laura… a todos enseñe que, con la ayuda de la gracia, se puede triunfar sobre el mal".

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