Al meditar en el Evangelio de este domingo, el Arzobispo de Piura (Perú), Mons. José Antonio Eguren, aseguró que una comunidad cristiana que no reconoce a Cristo y al Papa “no puede llamarse la Iglesia del Señor”.

En su homilía de la Misa dominical que presidió hoy en la Catedral de Piura, el Prelado peruano reflexionó en torno al Evangelio en el que Jesús pregunta a los discípulos quién dicen que es Él, y en el que además elige a San Pedro como el primer Papa.

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“La Iglesia de Jesucristo se va a edificar sobre la confesión de fe del Apóstol. La fe que Pedro acaba de manifestar es la ‘piedra’ inquebrantable sobre la cual el Hijo de Dios quiere construir Su Iglesia”, resaltó el Arzobispo de Piura, recordando que Pedro quiere decir piedra.

En ese sentido, Mons. Eguren subrayó que “una comunidad cristiana, que no reconozca a Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios vivo, y a Pedro como su fundamento, como su Vicario en la tierra, no puede llamarse la Iglesia del Señor”.

A continuación, el Arzobispo resaltó que en todo el Evangelio, sólo a San Pedro le son dirigidas estas palabras: “A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos” (Mt 16, 19).

El Prelado explicó que “las tres alegorías o comparaciones que Jesús utiliza son muy claras: Pedro será el cimiento de roca sobre el que se apoyará el edificio de la Iglesia; tendrá las llaves del Reino, es decir, la autoridad para gobernar la Iglesia y, por último, podrá atar y desatar, es decir, podrá permitir o prohibir lo que considere necesario para el bien salvífico de los cristianos y de los hombres”.

Con estas imágenes, continuó, “el Señor le da a Pedro la plena autoridad sobre toda Su Iglesia, que vale la pena decirlo, será siempre la Iglesia de Cristo y no la de Pedro. Lo antes descrito es lo que se conoce como el ‘Primado de jurisdicción’”.

El Arzobispo comentó asimismo que “con esta sentencia del Señor, se le promete a Pedro el don de la ‘infalibilidad’ en materia de fe y moral, pues en el Cielo no puede atarse o desatarse un error, una mentira, o una falsedad”.

Finalmente, “el Señor Jesús quiso fundar una Iglesia que perdurara hasta el final de los tiempos. Por eso afirma, ‘que las puertas del infierno no prevalecerán sobre Ella’ (Mt 16, 18)”.

Por lo tanto, prosiguió el Prelado peruano, “la misión de Pedro, de ser piedra-fundamento y principio de autoridad y unidad de la Iglesia, debe perdurar por el bien de Ella, en sus sucesores, los Papas”.

“Sería absurdo que prerrogativas y funciones tan importantes como, ‘te daré las llaves del Reino de los cielos’; ‘lo que ates y desates en la tierra quedará atado y desatado en el cielo’, se refieran sólo a los primeros años de la vida de la Iglesia, y que hayan terminado con la muerte del Apóstol”, precisó.

“La misión de Pedro se prolonga por tanto en sus sucesores, en los Papas; se prolonga hoy en día, en el Papa Francisco, a quien le expresamos nuestra filial adhesión y nuestras oraciones”, subrayó Mons. Eguren.

El Prelado alentó luego a renovar “hoy nuestra fe y amor a Cristo, a la Iglesia, y al Sucesor de Pedro, el Papa Francisco. Renovemos nuestro compromiso de anunciar a Jesús como el único Salvador del mundo, ayer, hoy y siempre”.

Y sobre todo, concluyó, “renovemos nuestra esperanza de que a pesar de las dificultades por las que atraviesa la Iglesia, las puertas del infierno no prevalecerán sobre Ella”.

¿Qué dice el Catecismo de la Iglesia Católica sobre el Papa?

El numeral 881 establece que “el Señor hizo de Simón, al que dio el nombre de Pedro, y solamente de él, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella (cf. Mt 16, 18-19); lo instituyó pastor de todo el rebaño (cf. Jn 21, 15-17). "Consta que también el colegio de los apóstoles, unido a su cabeza, recibió la función de atar y desatar dada a Pedro" (LG 22)”.

“Este oficio pastoral de Pedro y de los demás Apóstoles pertenece a los cimientos de la Iglesia. Se continúa por los obispos bajo el primado del Papa”, agrega.

De otro lado, el numeral 882 del Catecismo precisa que “el Sumo Pontífice, obispo de Roma y sucesor de san Pedro, ‘es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles’ (LG 23)”.

“El Pontífice Romano, en efecto, tiene en la Iglesia, en virtud de su función de Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, la potestad plena, suprema y universal, que puede ejercer siempre con entera libertad’ (LG 22; cf. CD 2. 9)”, añade el documento.