Obispo canadiense exige pruebas ante acusaciones sobre niños indígenas desaparecidos

Obispo cintas Canadá Cintas de color naranja, en memoria de los niños indígenas de las escuelas residenciales, colocadas en 2021 en la Basílica de Guelph en Ontario, Canadá. | Crédito: Daria Perevezentsev / Shutterstock

El Obispo Emérito de Calgary (Canadá), Mons. Fred Henry, exigió que se presenten pruebas sobre los niños indígenas desaparecidos en las escuelas residenciales, ya que, en su opinión, se ha extendido una “mentira” sobre este tema en el país.

Las escuelas residenciales fueron un programa del Gobierno canadiense que separaba a los niños indígenas de sus familias para asimilarlos a la cultura occidental, apartándolos de sus raíces nativas.

Fueron impulsadas y supervisadas por el Estado entre 1883 y 1996, y administradas por varias denominaciones cristianas, incluidas algunas diócesis y comunidades religiosas católicas. Se calcula que en todo Canadá hubo aproximadamente 150 de estos centros.

Según una investigación de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, realizada entre 2008 y 2015, entre 4 mil y 6 mil estudiantes murieron por negligencias o como resultado de abusos en las diferentes escuelas residenciales.

"¿Por qué la Iglesia Católica no pide al gobierno federal pruebas de que haya habido un solo niño de internado desaparecido, en el sentido de que sus padres no supieran lo que le ocurrió a su hijo en el momento de su muerte?", cuestionó el Prelado, en un correo electrónico enviado a The Catholic Register, según informó The B.C. Catholic el 17 de agosto.

A fines de junio, el Obispo Emérito también pidió a la Conferencia Episcopal Canadiense (CEC) que rechace pública y formalmente el informe provisional de la asesora especial del Ministro de Justicia sobre los niños desaparecidos y las tumbas sin nombre, asociadas a los internados indios.

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Como parte de su informe, la interlocutora especial Kimberly Murray recomendó crear el delito penal de “negacionismo”, que podría aplicarse a quienes cuestionan el relato de las escuelas residenciales. El Ministro de Justicia, David Lametti, indicó que estaba dispuesto a redactar dicha legislación.

En su correo electrónico de junio a los obispos, Mons. Henry comparó la falta de respuesta de la CEC con un avestruz con la cabeza en la tierra. “No he recibido ninguna respuesta de los poderes fácticos”, indicó a The Register en un correo electrónico posterior.

“¿Por qué la Iglesia católica no pide al gobierno federal pruebas de que realmente falta siquiera un niño de un internado?”, interrogó el Prelado.

Mons. Richard Smith, Arzobispo de Edmonton, y Mons. Don Bolen, Arzobispo de Regina, señalaron que están esperando el informe final de Murray antes de comentar la situación.

En el correo enviado a The Register, Mons. Henry afirma: “Me parece muy claro (preguntar lo que sigue) si la Iglesia Católica... permite que la mentira de que hay miles de niños desaparecidos en internados quede grabada en piedra. Obviamente (ello significa) que estos miles de niños desaparecidos fueron asesinados por sacerdotes y monjas católicos, y enterrados clandestinamente en tumbas anónimas. ¿Está dispuesta la Iglesia Católica a llegar tan lejos en nombre de la reconciliación?”.

El Prelado cuestionó también: “¿Ayudaría a los pueblos indígenas de todo Canadá a tener una vida mejor si la Iglesia Católica llegara tan lejos como para asumir la responsabilidad del asesinato y entierro clandestino de miles de niños de internados en nombre de la reconciliación?”. “No, no lo haría. No mejoraría ni un ápice la vida de los pueblos indígenas si esa monstruosa difamación contra los Oblatos, las Hermanas de Santa Ana, las Monjas Grises y otros se convirtiera en la 'verdad' aceptada en Canadá”, respondió.

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El Obispo Emérito alertó que no debería guardarse silencio ante la narrativa actual de los hechos. “Si es así, no es porque quienes impulsan la narrativa del genocidio (de los pueblos indígenas) no hayan dejado claro hacia dónde se dirigen las cosas. No es el gobierno federal el que será considerado responsable del asesinato y entierro clandestino de miles de niños desaparecidos en Canadá. Es la Iglesia Católica”.

“Por alguna razón 'tienen ojos para ver, pero se niegan a ver, oídos para oír, pero se niegan a escuchar'”, escribió. “Su silencio está causando un daño irreparable a la Iglesia que amo”, continuó.

“Yo simplemente diría que dejemos que la interlocutora (especial) haga su trabajo”, contestó Mons. Smith, ya que lo que se tiene hasta ahora “es un informe provisional”.

“Hace mucho tiempo, como obispos, nos comprometimos a poner a disposición registros para investigar la verdad de las cosas, y estamos felices y muy dispuestos a ayudar a los pueblos indígenas a contar su historia. Ese es nuestro enfoque en este momento. Veamos cómo termina este proceso. Una vez que haya terminado el proceso, estaremos en mejor posición para evaluarlo en general y hacer las declaraciones que sean necesarias”, agregó.

Por su parte, Mons. Bolen resaltó: “Los obispos, junto con las iglesias de Canadá, están avanzando en la dirección que nosotros hemos tomado porque reconocemos, como ha expresado el Papa Francisco, que el sistema de escuelas residenciales, como sistema, fue catastrófico para los pueblos indígenas. Fue un resultado de la colonización. Existe una legítima necesidad de disculparse, de participar en proyectos que apoyen la lengua y la cultura indígenas, de aprender una nueva forma de caminar juntos”.

De otro lado, el Arzobispo de Vancouver, Mons. J. Michael Miller, se mostró de acuerdo con Mons. Smith y Mons. Bolen, y explicó que en su arquidiócesis trabajan “diligentemente para profundizar las relaciones con los líderes indígenas” de su región. “Esto ha resultado en una colaboración significativa en la construcción de monumentos conmemorativos, programas de curación e incluso investigaciones de antiguos sitios de escuelas residenciales”.

No es la primera vez que el Obispo Emérito de Calgary cuestiona el relato imperante de las escuelas residenciales en Canadá. Ya lo hizo en 2016, cuando le escribió a Carolyn Bennett, entonces ministra federal de Asuntos Aborígenes y Desarrollo del Norte, cuestionando los hechos de sus comentarios públicos que atribuían toda la responsabilidad a la Iglesia Católica.

En esa misiva, el Prelado le dijo a Bennett que “las obligaciones morales de la Iglesia se cumplen casi a diario. Ojalá pudiera decir lo mismo del gobierno y del sistema legal. Le sugiero encarecidamente que se saque la viga de su propio ojo antes de intentar sacar la astilla del ojo de otra persona”.

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