Obispos en Estados Unidos advierten sobre permanente amenaza de una guerra nuclear

Obispos en Estados Unidos advierten sobre permanente amenaza de una guerra nuclear
Fotografía histórica de la vista aérea del bombardeo atómico en Nagasaki, Japón, 9 de agosto de 1945. Crédito: Shutterstock

A días del aniversario de los devastadores bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki, Mons. David J. Malloy, presidente del Comité de Justicia y Paz Internacional de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), emitió una declaración advirtiendo que la amenaza de una guerra nuclear sigue vigente.

En ella insta a los católicos a rezar por los líderes que tienen el control de las miles de armas nucleares que existen, para que opten por el control de tales instrumentos de guerra.

El 16 de julio de 1945, en el contexto del Proyecto Manhattan, se llevó a cabo la primera detonación de un arma nuclear en el desierto de Nuevo México, lo que marcaría el comienzo de una era de destrucción masiva. Tres semanas después, el 6 y el 9 de agosto de 1945 respectivamente, Hiroshima y Nagasaki en Japón sufrieron los terribles ataques atómicos que cobraron la vida de decenas de miles de personas y dejaron un legado de devastación y sufrimiento en la historia de la humanidad.

Cerca de cumplirse 78 años de esos fatídicos eventos, Mons. Malloy evoca este oscuro capítulo de la historia y subraya que la amenaza de las armas nucleares aún persiste en el mundo contemporáneo.

"Lamentablemente, el desarrollo de armas nucleares y la amenaza de una guerra nuclear han continuado mientras la arquitectura de control de armas se está disolviendo", expresa el Obispo en un comunicado difundido el 1 de agosto.

El Prelado enfatiza la importancia de rememorar los horrores desencadenados por las armas nucleares en décadas pasadas. "La Guerra Fría terminó hace más de 30 años, pero para aquellos que recuerdan, la crisis de los misiles cubanos de 1962 nos llevó al borde de la aniquilación nuclear. Y hoy sólo unos pocos recuerdan esos fatídicos eventos que pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico", sostuvo.

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Y es que ante "las guerras y amenazas de guerras actuales", el Prelado considera que "la amenaza de más de 10.000 armas nucleares en nuestro mundo no debe alejarse más de la conciencia pública de la generación actual".

El conflicto entre Rusia y Ucrania también es mencionado en la declaración de Mons. Malloy, destacando cómo la guerra ha incluido "amenazas de uso de armas nucleares".

Además, advierte sobre los actores estatales y no estatales que "están capitalizando el rápido desarrollo de las tecnologías cibernéticas para crear sistemas de armas cada vez más sofisticados y peligrosos, lo que aumenta los riesgos de desestabilización y error de cálculo en un mundo emergente multipolar".

El último tratado que tiene como objetivo limitar la cantidad de ojivas nucleares estratégicas entre los Estados Unidos y Rusia, que lleva por nombre Nuevo START, "continúa desmoronándose", alerta Mons. Malloy.

El Prelado también lamenta que los miles de millones de dólares gastados en el desarrollo de estas armas "no están disponibles para otras necesidades críticas del desarrollo humano y económico".

En otro punto, Mons. Malloy hace un llamado a la comunidad internacional para que nunca pierda de vista "los peligros extraordinarios que representan las armas nucleares para la humanidad".

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La declaración del Obispo norteamericano finaliza con un llamamiento a pedir a Nuestra Señora de Fátima que ilumine a los líderes para encontrar nuevos caminos hacia la paz nunca antes vistos.

"Hago un llamado a los fieles católicos y a las personas de buena voluntad para que recen a fin de que los líderes de nuestra nación, y aquellos en todo el mundo que gobiernan el control de tales armas, busquen seriamente lograr el progreso que se necesita de manera crítica en el control de armas", concluye.

En la misma línea de Mons. Malloy, el Papa Francisco también se ha manifestado en contra del uso de la energía atómica con fines bélicos, considerándolo recientemente "como un crimen contra la dignidad de los seres humanos" y como una amenaza "contra cualquier posible futuro de nuestra casa común".

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