Hay muchos abismos en la sociedad de hoy, también aquí en Portugal. Tenemos la sensación de que falta el entusiasmo, que falta la valentía de soñar, la fuerza de afrontar los desafíos, la confianza en el futuro; y, mientras tanto, navegamos en la incertidumbre, en la sobre todo en la precariedad económica, en la pobreza de amistad social, en la falta de esperanza. A nosotros, como Iglesia, se nos ha confiado la tarea de sumergirnos en las aguas de este mar echando la red del Evangelio, sin señalar con el dedo, sin acusar, sino llevando a las personas de nuestro tiempo una propuesta de vida, la de Jesús: llevar la acogida del Evangelio, invitarlos a la fiesta, a una sociedad multicultural; llevar la cercanía del Padre a las situaciones de precariedad y de pobreza que aumentan, sobre todo entre los jóvenes; llevar el amor de Cristo allí donde la familia es frágil y las relaciones están heridas; transmitir la alegría del Espíritu allí donde reinan la desmoralización y el fatalismo. Uno de vuestros poetas escribió: «Para llegar al infinito, y creo que se puede llegar allí, es preciso que tengamos un puerto, uno solo, firme, y partir de él hacia lo Indefinido» (F. PESSOA, Livro do Desassossego, Lisboa 1998, 247). ¡Soñamos la Iglesia portuguesa como un "puerto seguro" para quienes afrontan las travesías, los naufragios y las tormentas de la vida!
Queridos hermanos y hermanas. A todos, laicos, religiosos, religiosas, sacerdotes, obispos, a todos, a todos: No tengan miedo, echen las redes. No vivan acusando 'esto es pecado', 'esto de aquí no es pecado'. Vengan todos, después hablamos. Pero que sientan primero la invitación de Jesús. Y después viene el arrepentimiento, después viene esa cercanía de Jesús. Por favor, no conviertan la Iglesia en una aduana. 'Acá entran los justos, los que están bien, los que están bien casados y afuera todos los demás'. No, la Iglesia no es eso. Justos y pecadores, buenos y malos, todos, todos, todos. Y después que el Señor nos ayude a arreglar ese asunto, pero todos.
Les agradezco de corazón, hermanos y hermanas, vuestra escucha, que por ahí fue aburrida; les agradezco todo lo que hacen, vuestro ejemplo, sobre todo el ejemplo escondido, y la constancia, ese levantarse todos los días para empezar de nuevo o para continuar lo empezado. Como dicen ustedes: Muito obrigado! Y los encomiendo a la Virgen de Fátima, a la custodia del ángel de Portugal y a la protección de sus grandes santos; especialmente, aquí en Lisboa, de San Antonio, apóstol incansable, que se lo 'roban' los de Padua, predicador inspirado, discípulo del Evangelio atento a los males de la sociedad y lleno de compasión por los pobres; que San Antonio interceda por ustedes y les alcance la alegría de una nueva pesca milagrosa. Después me cuentan. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí.
Papa Francisco
El Papa Francisco, nacido el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires (Argentina), es el primer Papa latinoamericano en la historia de la Iglesia Católica, asumiendo el papado el 13 de marzo de 2013. Su estilo cercano y su énfasis en la misericordia han dejado una marca distintiva en su pontificado.