Tras años cuidando enfermos terminales, experto ofrece un decálogo para morir bien

Tras años cuidando enfermos terminales, experto ofrece un decálogo para morir bien
Imagen referencial. Crédito: Pexels.

El doctor Jacinto Bátiz, médico especialista en cuidados paliativos, publica ¡Cuidadme así! Decálogo para morir bien, en el que vuelca su experiencia: "Los enfermos terminales me han demostrado que cuando se cumplen estos diez deseos, se muere bien", apunta en la Introducción del libro. 

El doctor Bátiz no pretende "dogmatizar sobre los cuidados paliativos", sino compartir cómo desea que se produzcan en su caso "basado en lo que aprendí durante los muchos años que acompañé a los enfermos en fase terminal", explica el facultativo. 

"¡Cuidadme así! lo he escrito en primera persona, porque es como quiero que me cuiden a mí. Si este libro puede dar ideas a otros para manifestar sus deseos, me sentiré satisfecho", señala el doctor. 

Estos son las 10 peticiones para bien morir de quien dirigió la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital San Juan de Dios de Santurce (Vizcaya, España) durante casi un cuarto de siglo, entre 1993 y 2017.

1. Tratadme como a una persona

"Cuidadme como a un ser humano hasta el momento de mi muerte. No me contempléis sólo como una estructura biológica, sino que además tened en cuenta mi dimensión emocional, social y espiritual", expresa el doctor Bátiz. 

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Entre ellas, el autor se detiene en especial en el acompañamiento espiritual, que es el "que más demandan los enfermos en su fase terminal", pues se enfrentan a numerosas preguntas. Sin embargo, "quizá sea la parte más desconocida de la medicina", pese a que "el sufrimiento espiritual también necesita su alivio", señala. 

2. Permitidme expresar mis sentimientos

Poder expresar sentimientos y emociones en una situación terminal es esencial para que el enfermo halle la paz. Hacer lo posible por atender esta necesidad facilita "el alivio del sufrimiento" provocado por el miedo al proceso de morir, la pena o la incertidumbre por el momento posterior.

Para ello es esencial la actitud de escucha: "A veces, lo que necesita el enfermo es que estemos a su lado en silencio, atendiéndole, acogiendo lo que expresa". Lograr este nivel de comunicación exige del médico entender la muerte "como una etapa natural de la vida, aunque sea la etapa final". 

3. Permitidme participar en las decisiones

El especialista plantea desterrar "el paternalismo de antaño" y la "obstinación autonomista" y describe cómo se ha decidido durante mucho tiempo por los enfermos en estas circunstancias, hablando directamente con la familia, sin tener en cuenta sus opiniones. 

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El autor considera que "cuando estamos en una situación de vulnerabilidad, necesitamos ser escuchados con imperiosa necesidad", así como que se tengan en cuenta "nuestras ideas, tanto culturales como religiosas".

Para poder participar en las decisiones sobre el final de la vida, el doctor Bátiz hace un llamamiento a normalizar "que dejemos por escrito cómo deseamos que nos cuiden al final de nuestra vida por si no podemos expresarlo personalmente a quienes nos cuiden en ese momento". 

En España, este documento es "vinculante" en lo legal y supone un "imperativo deontológico" para el médico, explica. No obstante, matiza, "tampoco conviene caer en la obsesión legalista y defensiva de pensar que un documento escrito será más claro que un diálogo mantenido con el paciente".

En todo caso, concluye, "lo que no se podrá solicitar es aquello que vaya en contra de la ley vigente o en contra de la buena práctica médica".

4. No me dejéis morir solo

La larga experiencia en el cuidado de personas moribundas le permite al doctor afirmar que "morir en soledad es uno de los mayores sufrimientos de la persona", aunque el enfermo sepa "que debe enfrentarse personalmente al reto de la muerte y que nadie puede hacerlo por él".

A su juicio, es esencial "no dejar solo a quien no desea estar solo" y que el paciente se sienta cuidado aunque no tenga cura. En consecuencia, resume la petición: "Deseo que respetéis mi soledad buscada y que me libréis de una soledad obligada". 

5. Cuando os pregunte, no me engañéis

El enfermo tiene derecho a conocer la verdad. El Doctor Bátiz lo explica así: "Nos pide que le digamos la verdad, pero 'bajito' para que no le asustemos, como decía un humorista de nuestro país".

Los pacientes presienten la gravedad de lo que sucede y por eso es importante responder a todas las dudas, explica el experto, teniendo en cuenta que ha de hacerse "respetando el momento en que el enfermo lo pida" y siempre "a través de la persona que él quiera". 

"Habrá que comunicarle la verdad que él pueda asumir, aceptar y comprender, procurando partir de lo que él ya conoce de su enfermedad", puntualiza. Todo ello pasa por una adecuada formación de los médicos para "informar equilibrando la veracidad de la noticia y la delicadeza de cómo transmitirla". 

6. No me juzguéis

Queda claro que el enfermo terminal necesita estar acompañado y ser escuchado. A esto añade que "en ningún caso nuestro acompañamiento tendrá como objetivo hacerle cambiar de opinión", aún cuando sea contraria a nuestras convicciones. 

El objetivo del acompañamiento es ayudar "a preservar su dignidad mientras se muere y a conseguir una muerte digna". Pero, ¿a qué dignidad se refiere? "La dignidad del enfermo es lo que él considera su dignidad, no la que nosotros consideramos que es", asume.

El doctor hace una acotación esencial en este punto, respecto del acompañamiento: 

"Tampoco lo debemos abandonar si él desea que continuemos acompañándole. Pero sí debiéramos retirarnos cuando se vaya a llevar a cabo el acto eutanásico, basándonos los creyentes en lo que dice el Magisterio de la Iglesia en el documento Samaritanus Bonus". 

Esto significa, prosigue, "que no sería admisible por parte de quienes asisten espiritualmente a estos enfermos ningún gesto exterior que pueda ser interpretado como una aprobación de la acción eutanásica".

7. Comprendedme y ayudadme a afrontar mi muerte

El doctor Bátiz considera que otro requisito para el bien morir es contar con profesionales competentes, que sean cercanos a las necesidades del enfermo y "capaces de conocerlas, de comprenderlas y de satisfacerlas" y así afrontar mejor la muerte.

Para ello, es necesario contar con profesionales formados en medicina paliativa y que tengan carisma para llevarlo a cabo, explica. 

8. Cuidadme como os gustaría que os cuidaran

Tratar a los enfermos partiendo de esa norma de oro moral, "salvo que él deseara que lo hiciera de otra manera", es la propuesta del autor de ¡Cuidadme así! Más aún si se tiene en cuenta que cuando estamos enfermos "somos más sensibles a tratos inadecuados, faltos de empatía y faltos de actitud compasiva".

9. No adelantéis intencionadamente mi muerte

Desde su experiencia, el doctor Bátiz señala: "No deseo que adelantéis intencionadamente mi muerte, pero tampoco deseo que prolonguéis mi agonía con tratamientos inútiles". Entre tanto, sí pide firmeza a la hora de aliviar en la medida de lo posible el dolor, pues esto es "un imperativo ético" para médicos y familiares. 

El autor recuerda que "hemos de evitar creer que el dolor propio es insufrible y el ajeno, siempre exagerado". 

Por otro lado, subraya que "adecuar el esfuerzo terapéutico no es ninguna forma de eutanasia, sino una buena práctica médica" y que, en caso de que los tratamientos no logren aliviar el sufrimiento, existe el recurso a la sedación paliativa "para disminuir mi consciencia con la dosis mínima necesaria", sin buscar la muerte anticipada.

"Aliviar el sufrimiento de la persona no debiera consistir en eliminar a quien sufre. No tengáis la tentación de la eutanasia como solución precipitada cuando alguien solicita vuestra ayuda para morir", concluye.

10. Cuidad a mi familia para aliviar su pena

El entorno familiar es esencial durante la última etapa de la vida y "la mejor manera de prevenir la pena de mis seres queridos es que hayan comprobado que he sido cuidado según mis deseos", detalla el doctor. 

También ayuda a morir en paz que el enfermo sepa que sus familiares van a ser acompañados en el duelo, "un proceso de cambio" en el que la relación con el fallecido "pasa de ser una relación de presencia a una relación de ausencia".

Para prevenir un duelo patológico, la mejor receta es que la familia sepa "que ha fallecido en paz, sin dolor ni sufrimiento alguno", apunta el autor. 

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