Religiosa que estuvo secuestrada por terroristas afirma: Dios transformó mi vida

Religiosa que estuvo secuestrada por terroristas afirma: Dios transformó mi vida
Hermana Gloria Cecilia Narváez. Crédito: Eduardo Berdejo (ACI)

La hermana Gloria Cecilia Narváez Argoti, una misionera que fue secuestrada en el sur de Malí en febrero de 2017 y estuvo detenida durante casi cinco años, describió los años de cautiverio como "espiritualmente transformadores" y una bendición en su vida.

La monja colombiana, raptada por un grupo yihadista, narró su experiencia en el prólogo de la edición 2023 del Informe sobre Libertad Religiosa en el Mundo, publicado por Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) el 22 de junio.

"Sin duda, ha sido una de las experiencias que más han transformado mi vida espiritualmente. Hoy, mirando hacia atrás, creo que, aunque suene paradójico, posiblemente haya sido una de las mayores bendiciones que Dios me ha dado", dijo la religiosa, de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada, en el informe sobre la persecución cristiana y que pintó un panorama sombrío de África.

En ese sentido, señaló que escribir el prólogo del informe fue una oportunidad para hablar en contra de la intolerancia religiosa y la persecución cristiana.

"Soy consciente de la importancia de hablar de este derecho fundamental, la libertad religiosa, para garantizar su protección, especialmente en una sociedad polarizada en la que se intenta esconder bajo la alfombra las vulneraciones cometidas contra la libertad de profesar creencias religiosas", comparte en el prólogo del Informe de ACN.

En ese sentido, agrega que su misión en Malí y su experiencia con los yihadistas en el país de África occidental le enseñaron la importancia del amor y el respeto, independientemente de la afiliación religiosa.

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Asimismo, recuerda haber compartido su cautiverio con dos mujeres: una musulmana y una protestante, y agrega: "He aprendido que si nos amamos, aceptamos y respetamos unos a otros podemos vivir como hermanos y hermanas".

Aceptarse, aclaró, no significa renunciar a las propias creencias, "pues el verdadero respeto consiste en escuchar, acoger y agradecer a cada uno por ser quien es".

La hermana Gloria comenzó a trabajar en ese país de mayoría musulmana en 2010, llegando principalmente a las mujeres.

En el prólogo, asegura que fue la naturaleza fraternal de su congregación lo que hizo que la gente de Malí se encariñara tanto con las misioneras.

"Los musulmanes de la comunidad en la que servíamos nos admiraban por dos cosas: la oración constante y la abierta fraternidad. Siempre nos veían unidas y rezando, trabajando por los demás, con amabilidad, a pesar de las incomodidades o de las condiciones precarias, con una sonrisa y una cercanía permanentes. Las diferencias de etnia, clase o religión no implicaban ninguna diferencia para nosotras; tratábamos a todo el mundo con amor", asegura la monja colombiana.

La hermana afirma que experimentó el mismo amor en las familias musulmanas que invitaban a las misioneras a participar en eventos importantes, como las celebraciones al final del Ramadán.

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"Nos invitaban a sus casas a celebrarlo, y siempre nos trataban con gran amabilidad", cuenta la hermana Gloria, y agrega: "No había puertas cerradas ni muros. Al mismo tiempo, esto nos brindaba la oportunidad de evangelizar a nuestra manera, pues les decíamos que nuestro trabajo y nuestra relación fraternal con diferentes personas no era obra de tal o cual hermana, sino que todo se hacía gracias a Dios, que es quien da todas las bendiciones".

Sin embargo, explica, para los secuestradores el amor fraterno era un lenguaje que nunca entendieron, por lo que en su cautiverio se desvaneció la fraternidad que había experimentado durante su labor misionera.

"La libertad -no sólo la física, que me permitía moverme sin restricciones- se convirtió solo en una palabra, en un inmenso anhelo. Con el paso del tiempo -y tal vez por lo que había vivido anteriormente, en continuo contacto cariñoso, respetuoso y amable con personas de toda confesión religiosa y de toda condición-, me di cuenta de que no sólo había perdido mi propia libertad, sino también mi libertad religiosa", narra la religiosa colombiana.

Así, en numerosos casos fue señalada, golpeada e insultada por profesar su fe católica. Además, pasó por circunstancias adversas, incluyendo el mal tiempo, el abuso diario, las humillaciones y la privación de alimentos y agua.

Sin embargo, su fe permaneció inconmovible. "Nunca -ni una sola vez- dejé de dar gracias a Dios por haberme permitido despertar y estar viva en medio de tantas dificultades y peligros: ¿cómo no alabarte, bendecirte y darte gracias, Dios mío? ¡Porque me has llenado de paz frente a los insultos y los malos tratos!".

La hermana Gloria Narváez fue liberada el 9 de octubre de 2021, y a ocho meses de su liberación, todavía reza por la conversión de sus captores.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en ACI África.

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