Sábado 19 de enero

Evangelio según San Marcos, capítulo 2, versículo del 13 al 17


Vocación de Mateo

13 Salió otra vez a la orilla del mar, y todo el pueblo venía a El, y les enseñaba. 14 Al pasar vió a Leví, hijo de Alfeo, sentado en la recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". Y, levantándose, lo siguió. 15 Y sucedió que cuando Jesús estaba sentado a la mesa en casa de él, muchos publicanos y pecadores se hallaban también (allí) con El y sus discípulos, porque eran numerosos los que lo habían seguido. 16 Los escribas de entre los fariseos, empero, viendo que comía con los pecadores y publicanos, dijeron a sus discípulos: "¿Por qué come con los publicanos y los pecadores?" 17 Mas Jesús, oyéndolos, les dijo: "No necesitan de médico los sanos, sino los que están enfermos. No vine a llamar a justos, sino a pecadores"

Comentario

13. El Mar de Galilea, o lago de Genesaret o de Tiberíades.

14. Leví, esto es, Mateo (Mat. 9, 9; Luc. 5, 29), nos da un ejemplo de la eficacia de la vocación. Una sola palabra de la boca del Señor, una sola mirada basta para convertirlo de un publicano en un fervoroso apóstol. Su vocación es consecuencia de la elección (Juan 15, 16; Rom. 8, 29 ss.). "Dios nos previene para llamarnos, y nos acompaña para glorificarnos" (San Agustín). Cf. 1, 20 y nota: 20 Al punto los llamó; y ellos dejando a Zebedeo, su padre, en la barca con los jornaleros, lo siguieron. Santiago y Juan pertenecían a la clase media, como se deduce del hecho de que su padre Zebedeo ocupaba jornaleros. Es, pues, un error considerar a los discípulos del Señor como gentes que nada tenían que perder y por eso seguían a Jesús (cf. 2, 14; Luc. 5, 27 - 29). Abrazaron la pobreza espontáneamente, atraídos, en la sinceridad de sus corazones, por el irresistible sello de bondad que ofrecía el divino Maestro a todos los que no tenían doblez.

17. Es una de las muchas verdades con aspecto de paradoja en boca de Jesús que nos descubre el fondo de su Corazón misericordioso y encierra una divina regla pastoral: buscar a la oveja perdida (Luc. 15, 1 ss.). El que se cree sano y justo no puede aprovechar la Redención de Cristo. Cf. Luc. 5, 32.


Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios