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Domingo 28 de octubre
Evangelio según San Juan, capítulo 3, versículos del 11 al 16
11 En verdad, en verdad, te digo: nosotros hablamos lo que sabemos, y atestiguamos lo que hemos visto, y vosotros no recibís nuestro testimonio. 12 Si cuando os digo las cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo creeréis si os digo las cosas del cielo? 13 Nadie ha subido al cielo, sino Aquel que descendió del cielo, el Hijo del hombre. 14 Y como Moisés, en el desierto, levantó la serpiente, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado. 15 Para que todo el que cree tenga en Él vida eterna".
La revelación máxima
16 Porque así amó Dios al mundo: hasta dar su Hijo único, para que todo aquel que cree en El no se pierda, sino que tenga vida eterna.
Comentario
12. Cosa de la tierra es el nacer de nuevo (v. 3 y 5), pues ha de operarse en esta vida. Cosas del cielo serán las que Jesús dirá luego acerca de su Padre, a quien sólo El conoce (v. 13; 1, 18).
14. Véase Núm. 21, 9. Cf. 12, 32.
16. "Este versículo, que encierra la revelación más importante de toda la Biblia, debiera ser lo primero que se diese a conocer a los niños y catecúmenos. Más y mejor que cualquier noción abstracta, él contiene en esencia y síntesis tanto el misterio de la Trinidad cuanto el misterio de la Redención" (Mons. Keppler). Dios nos amó primero (I Juan 4, 19), y sin que le hubiésemos dado prueba de nuestro amor. "¡Oh, cuán verdadero es el amor de esta Majestad divina que al amarnos no busca sus propios intereses!" (S. Bernardo). Hasta dar su Hijo único en quien tiene todo su amor que es el Espíritu Santo (Mat. 17, 5), para que vivamos por El (I Juan 4, 9).
Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios

