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El Papa en Tierra Santa

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SANTO PADRE TERMINA GIRA HISTÓRICA POR TIERRA SANTA

JERUSALÉN, 26 Mar. (ACI).- Con una breve ceremonia de despedida, el Papa Juan Pablo II terminó su peregrinación jubilar a Tierra Santa y partió del aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv al promediar las 18.50 horas locales.

El Pontífice se trasladó a bordo de un helicóptero hasta el aeropuerto para encontrarse con el Presidente y el Primer Ministro de Israel. Al llegar, recibió el saludo de una delegación militar, embajadores, y funcionarios del gobierno.

El Papa caminó a lo largo de una alfombra roja con el Premier y el mandatario. El himno vaticano selló la ceremonia. Algunos niños le ofrecieron regalos al Pontífice.

Juan Pablo II partió a bordo de un boeing 747 de la empresa El Al y llegará a Roma al promediar las 10.45 p.m..

 

RESURRECCIÓN DE CRISTO CONDUCE A LA RECONCILIACIÓN, AFIRMA EL PAPA

JERUSALÉN, 26 Mar. (ACI).- Desde "la Madre de todas las Iglesias", el Papa Juan Pablo II urgió a todos los creyentes asumir el compromiso de la reconciliación con la convicción de que la resurrección de Cristo vence al pecado y subsana cualquier ruptura.

En la homilía de su última Misa en Tierra Santa, celebrada en la Basílica de la Resurrección, el Papa saludó al Patriarca Michel Sabbah, los Ordinarios de las otras comunidades católicas, el Padre Giovanni Battistelli y los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, el clero, los religiosos, los fieles laicos y a los representantes de los distintos grupos cristianos que comparten la custodia de esta Iglesia, uno de los templos más queridos del cristianismo.

"Aquí en el Santo Sepulcro y en el Gólgota, donde renovamos nuestra profesión de fe en el Señor Resucitado, ¿podemos dudar que el poder del Espíritu de Vida nos dará la fuerza para resolver nuestras divisiones y trabajar juntos para construir un futuro de reconciliación, unidad y paz?", cuestionó el Pontífice.

"Aquí, como en ningún otro lugar del mundo, escuchamos las palabras que el Señor dijo una vez a sus discípulos: No tengan miedo. ¡Yo he vencido al mundo!", agregó.

El Pontífice aseguró que "a través del Decálogo y de la ley moral inscrita en el corazón del hombre, Dios desafía radicalmente la libertad de cada hombre y mujer. Responder a la voz de Dios en lo más profundo de nuestra conciencia y escoger el bien, es el uso más sublime de la libertad del ser humano".

"Es, en un sentido real, escoger entre la vida y la muerte. La Resurrección de Jesús es el sello definitivo de las promesas de Dios, el nacimiento de una nueva y elevada humanidad, la prueba de una historia marcada por las bendiciones mesiánicas de paz y alegría espiritual", señaló.

En este sentido, precisó que al comenzar el nuevo milenio, "los cristianos pueden y deben mirar al futuro con una constante convicción en el glorioso poder del Resucitado para renovar todas las cosas. Él es el que libera a toda la creación de la esclavitud hacia la futilidad. Con su Resurrección, Él abre el camino hacia el gran día sabático, el Octavo Día, cuando la peregrinación del hombre llegue a su fin y Dios será todo en todo".

Finalmente, el Papa pidió "a todos los miembros de la Iglesia" renovar "su obediencia al llamado del Señor de llevar el Evangelio a todos los rincones de la tierra. En los inicios de este tercer milenio, hay una gran necesidad de proclamar desde lo alto la Buena Nueva de que 'tanto amó Dios al mundo que entregó a su único Hijo, para que los que crean en él no perezcan, sino que tengan vida eterna'".

Antes de celebrar la Eucaristía, el Papa Juan Pablo II visitó el lugar en el que fue depositado el cuerpo de Jesús muerto para rezar de rodillas y besar la piedra.

Después de la Misa, el Papa sostuvo un último encuentro con líderes cristianos en el Patriarcado Latino de Jerusalén, antes de partir hacia el aeropuerto de Ben Gurion en las afueras de Tel Aviv, donde el Primer Ministro Ehud Barak se despidió de él.

 

SANTO PADRE RECORRE TODOS LOS CREDOS DE JERUSALÉN

JERUSALÉN, 26 Mar. (ACI).- En la última jornada de su peregrinación jubilar a Tierra Santa, el Papa Juan Pablo II visitó los lugares más representativos de las tres religiones presentes en Jerusalén.

El Pontífice peregrinó hasta la colina venerada por los Musulmanes como el punto en el que Mahoma supuestamente ascendió al cielo, oró y dejó una plegaria escrita en el Muro de los Lamentos que es el lugar considerado como el símbolo máximo del judaísmo, y finalmente, coronó su gira con una solemne Misa en la Basílica de la Resurrección erigida sobre el Santo Sepulcro único testigo de la resurrección de Jesucristo.

En cada uno de sus pasos, el Pontífice pidió por la paz y la reconciliación.

Primero realizó una visita privada al Gran Muftí musulmán de Jerusalén en la mezquita Al Aqsa, el tercer templo más importante del islamismo. Aquí también se encontró con algunos clérigos y dignatarios palestinos.

Aunque el Muftí Ikrema Sabri desafío al Papa con el delicado tema del status de Jerusalén, cuyo sector este fue anexado de Jordania en 1967 pidiéndole abogar parte 'por justicia' por "el cese de ocupación israelí de Jerusalén".

Como respuesta, el Santo Padre llamó a la ciudad "una parte del patrimonio común de nuestras religiones y de toda la humanidad".

"Jerusalén siempre ha sido venerada por judíos, cristianos y musulmanes", indicó. "Jerusalén es la Ciudad Santa por excelencia".

 

UN GESTO DE RECONCILIACIÓN ANTE EL MURO DE LOS LAMENTOS

JERUSALÉN, 26 Mar. (ACI).- Sin lugar a dudas, otro de los momentos más esperados de la gira papal por Tierra Santa fue la visita que esta mañana Juan Pablo II hizo al lugar más sagrado del judaísmo, el Muro de los Lamentos en Jerusalén.

En un gesto de reconciliación sin precedentes, el Pontífice rezó en silencio y dejó una plegaria escrita en la que lamenta todas las atrocidades cometidas contra los judíos a lo largo de la historia.

Siguiendo la tradición judía de dejar oraciones entre los bloques de piedra que conforman el muro, el Pontífice dejó una copia de las palabras que pronunciara hace algunas semanas en Roma expresando su dolor por los problemas de los judíos.

"Dios de nuestros padres, tú escogiste a Abraham y sus descendientes para llevar tu nombre a las naciones", dice el documento que después fue trasladado al Museo del Holocausto para que pueda ser apreciado por todos. "Nos entristece profundamente la conducta de aquellos que en el curso de la historia han causado sufrimiento a sus hijos y, al pedir su perdón, deseamos comprometernos con una hermandad genuina con el Pueblo de la Alianza", agrega la nota.

Después de colocar el documento que llevaba su emblema en una de las grietas entre los bloques del muro, lo bendijo con la señal de la cruz.

El Muro de los Lamentos formaba parte del Segundo Templo Judío destruido por los romanos en el año 70 de la era cristiana.

Los judíos rezan frente al muro para lamentar la destrucción de sus Primer y Segundo Templos, e insertan oraciones y súplicas escritas a Dios en las grietas entre las inmensas piedras.

 

JUAN PABLO II PIDE UNIDAD DE LOS CRISTIANOS EN CITA INTERRELIGIOSA

JERUSALÉN, 26 Mar. (ACI).- El Papa Juan Pablo II pidió a los líderes de las diferentes religiones presentes en Tierra Santa "superar la escandalosa impresión que suscitan nuestros disensos y controversias".

El Pontífice hizo este llamado en el encuentro ecuménico celebrado en el Patriarcado Ortodoxo de Jerusalén ante el Patriarca Diodoros I y el Patriarca ortodoxo armenio, Torkom, así como de líderes religiosos de la maraña de pequeñas comunidades cristianas existentes en esta zona.

El Pontífice recordó que en Tierra Santa "casi todos los días hay tensiones y conflictos", en alusión a la situación diaria del área donde las diferentes confesiones tienen a su cargo una capilla o el lugar principal y las otras deben tener cuidado de no invadir "su territorio" y menos oficiar Misa o celebrar otra ceremonia fuera de las horas acordadas.

Juan Pablo II recordó la cita mantenida en 1964 en esta ciudad por Pablo VI y el patriarca Athenagoras I de Constantinopla, que sirvió para poner las bases de una nueva era de contactos entre los católicos y los ortodoxos.

Subrayó que en estos años las dos iglesias han aprendido que el camino hacia la unidad que rompieron en el 1054 "es difícil", pero que ello no debe "desanimarles".

"Tenemos que ser pacientes y perseverantes y continuar caminando hacia adelante sin vacilar. El caluroso abrazo de Pablo VI y Athenagoras aparece como una señal profética que nos empuja hacia nuevos esfuerzos para corresponder a la voluntad de Dios (la unidad)", manifestó el Pontífice.

Refiriéndose a la unidad, Juan Pablo II afirmó que la variedad y la belleza de los ritos no católicos, así como sus tradiciones canónicas y teológicas no son contrarias a la unidad, sino que "refuerzan y contribuyen enormemente al cumplimiento de su misión".

El Obispo de Roma aseguró que cuanto más unidos estén en las plegarias, "con más coraje" podrán afrontar "la dolorosa realidad de nuestras divisiones".

Asimismo, aseguró que la cooperación entre los cristianos de Tierra Santa no es una opción, sino una necesidad, porque sólo en un espíritu de recíproco respeto y apoyo la presencia cristiana puede florecer en esta área.

El Papa también afirmó que sólo con la reconciliación, los cristianos pueden desarrollar plenamente su papel. "En Tierra Santa, donde los cristianos viven junto a los judíos y los musulmanes, donde casi todos los días hay tensiones y conflictos, es esencial superar la escandalosa impresión que suscitan nuestros disensos y nuestras controversias. Aquí tendría que ser posible vivir en hermandad, libertad, en justicia y en paz", señaló.