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El Papa presidió Misa convertida en el encuentro cristiano más grande en la historia Siria

DAMASCO, 6 May. 01 (ACI).- Al presidir una intensa y festiva Misa solemne en el Estadio Abbassyine de la capital Siria, el Papa Juan Pablo II, en medio de una intensa jornada, volvió a marcar un nuevo hito histórico al congregar a la multitud cristiana más grande en este país de mayoría musulmana.

El Pontífice fue recibido por una entusiasta multitud, compuesta por católicos, greco-ortodoxos y sirio-ortodoxos, que agitaba banderas del Vaticano y de Siria.

Durante una emotiva homilía, centrada en la significación de Damasco en la conversión del Apóstol San Pablo, el Papa señaló que "lectura de los Hechos de los Apóstoles recuerda con abundancia de detalles este acontecimiento que ha cambiado el curso de la historia: este hombre 'es para mí un instrumento elegido para llevar mi nombre ante los pueblos, los reyes y los hijos de Israel; y yo le enseñaré cuánto deberá sufrir por mi nombre' (Hch. 9, 15-16)".

"El encuentro con Cristo", dijo el Pontífice, luego de saludar a los fieles presentes de las diversas comunidades, "ha transformado radicalmente la existencia del Apóstol, ya que lo ha golpeado en lo íntimo de su ser y lo ha abierto plenamente a la verdad divina. Pablo ha aceptado libremente reconocer esta verdad y empeñar su propia vida en el seguimiento de Cristo".

"El encuentro en la fe con el Renacido es en efecto una luz a lo largo del camino de los hombres, una luz que transforma la existencia. Sobre el rostro resplandeciente de Cristo, la verdad de Dios se manifiesta de modo evidente. ¡Tenemos también nosotros, la mirada fija sobre Dios! ¡Oh Cristo, luz del mundo, derrama sobre nosotros y sobre todos los hombres aquella luz procedente del cielo que ha envuelto a tu Apóstol! ¡Ilumina y purifica los ojos de nuestro corazón para enseñarnos a ver cada cosa a la luz de tu verdad y tu amor por la humanidad!", explamó el Santo Padre.

Iglesia y luz de Cristo

La Iglesia no tiene otra luz que transmitir al mundo que la luz que le viene del Dios", dijo Juan Pablo II, y agregó que "nosotros que hemos sido bautizados en la muerte y en la resurrección de Cristo, hemos recibido la iluminación divina y se nos ha concedido el ser hijos de la Luz. Recordamos la bella exclamación de San Juan Damasceno que subraya el origen de nuestra vocación eclesial: 'Me has hecho venir a la luz adoptándome como a tu hijo y me tienes inscrito entre los miembros de tu Iglesia santa e inmaculada'".

Hablanda luego del ministerio de San Pablo, el Papa recordó que "éste ha tenido un papel esencial en el anuncio del Evangelio fuera de los confines de la patria de Jesús. Todo el mundo entonces conocido, empezando por los países alrededor del Mediterráneo, se ha vuelto tierra de la evangelización paulina. Y podemos decir que, sucesivamente, en el curso de los siglos hasta nuestros días, el inmenso desarrollo del anuncio evangélico ha constituido, en cierto modo, la continuación lógica del ministerio del Apóstol de las Gentes". "Echada el ancla hoy, la Iglesia lleva en si los frutos de su actividad apostólica y hace referencia constante al ministerio misionero de San Pablo, convertido, por enteras generaciones de cristianos, pionero e inspirador de cualquier misión".

Remar Mar Adentro

El Santo Padre explicó luego que siguiendo el ejemplo de Pablo, "la Iglesia es invitada a volver su mirada fina a los confines extremos del mundo, para continuar la misión confiada a ella de transmitir la luz del Resucitado a todos los pueblos y a todas las culturas, en respeto de la libertad de las personas y las comunidades humanas y espirituales".

Como Pablo -continuó-, los discípulos de Cristo están frente a un gran desafío: deben transmitir la Buena Nueva con un lenguaje adecuado a cada cultura, sin perder su sustancia ni desnaturalizar su sentido". "No tengáis pues miedo de también testimoniar con la palabra y con toda vuestra vida entre vuestros hermanos y vuestras hermanas este alegre anuncio: ¡Dios quiere invitar a todos los hombres a formar una sola familia en la caridad, ya que son todos hermanos!

"Al alba del nuevo milenio, Cristo nos llama e ir hacia los otros en la caridad que hace nuestra unidad. ¡Estad orgullosos de las grandes tradiciones litúrgicas y espirituales de vuestras Iglesias de Oriente! Ellas pertenecen al patrimonio de la única Iglesia de Cristo y constituyen los puentes entre los muchas sensibilidades", dijo también.

"Vuestra pertenencia a la Iglesia tiene que ser para vosotros y para todos vuestros hermanos y hermanas una señal de esperanza que recuerde que Dios alcanza a cada uno en su camino, a menudo de modo misterioso e inesperado, como alcanzó a Pablo en el camino de Damasco, envolviéndolo en su fúlgida luz", concluyó el Papa.