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Mensaje del Cardenal Jaime Ortega en la televisión cubana

Buenas noches periodista Martínez Pires, gracias a usted, gracias a la televisión cubana, gracias porque esta visita del Papa Juan Pablo II a Cuba me da la oportunidad de dirigirme a ustedes queridos hermanos y hermanas permítanme que los llame así como acostumbro hacerlo cada vez que voy a dirigir la palabra aquellos que se reúnen el domingo para la celebración de la misa o en cualquier ocasión en que tengo la oportunidad de encontrarme con ellos.

Hermanos y hermanas, porque todos los cubanos podemos sentirnos miembros de una gran familia. Claro que yo no vengo a anunciarles la visita del Papa Juan Pablo II esta noticia es muy conocida su visita es esperada, es tema de conversación en las calles la visita de Juan Pablo II, y de todos sus viajes al mundo, y próximamente lo es y así lo entiendo para los cristianos sino para los hombres de buena voluntad que se dispongan a recibir el mensaje que el Papa nos va a dar.

Quizás para esto tendríamos que remontarnos a más de 2000 años atrás cuando el Señor, allá en la ciudad de Cesarea de Filipo en los límites de Galilea al norte se dirigió un día a ese grupo de discípulos que él había nucleado a su alrededor y le preguntó a ellos ¿quién dice la gente que yo soy? Comenzaron entonces cada uno a contestar según lo que habían recogido en sus medios habituales, unos dicen que tú eres el profeta Elías que ha vuelto a la tierra, o que tú eres un gran profeta. Entonces él les hace una pregunta directa, dirigidas a ellos y ustedes ¿quién dice que soy yo? Simón tomando la palabra responde: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo y él le responde: "Dichoso tú, Simón, Hijo de Juan porque esto no te lo ha relevado nadie de carne y hueso sino mi Padre que está en el cielo y yo te digo a ti que tú eres Pedro que significa 'piedra' y sobre esta piedra edificaré mi iglesia y el poder del mal no la derrotará y a ti a ti te doy las llaves del reino de los cielos".

Ese es el momento que explica aunque parezca distante en el tiempo, el momento que nos

aprestamos a vivir los cubanos en breves días. La respuesta de Pedro a Jesús, Tú eres el Cristo y el Hijo de Dios vivo, esa respuesta le valió que fuera tomado, seleccionado como guía de todo el grupo apostólico y de la Iglesia de parte del Señor y desde Pedro hasta hoy, una cadena ininterrumpida de casi 2000 años esa ha sido la misión que ha tenido siempre el sucesor de Pedro, así llamamos al Papa. El Obispo de Roma es el sucesor de Pedro y es el que tiene la misión de decirle al mundo entero que Jesucristo es el Hijo de Dios.

A esto viene el Papa a Cuba, viene a cumplir con la misión que el Señor le encomendó a Pedro y a todos sus sucesores a anunciar al mundo a Jesucristo el Hijo de Dios vivo. Antes de su venida, en el mensaje que el Papa Juan Pablo II nos dirigió al pueblo cubano difundido por la radio, por la televisión, por la prensa que muchos de ustedes, la gran mayoría ha escuchado, ha leído. En este mensaje el Papa nos decía dada la cercanía de la Navidad que la fiesta de Navidad era tal porque celebrábamos el nacimiento del Hijo de Dios hecho Hombre.

Esa es la noticia que el Papa siempre debe comunicar y ustedes me preguntarán, bueno, ¿ pero que importancia puede tener para nosotros cubanos que el Papa nos venga a decir que Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre? Habrá muchos que ya lo creen y para ellos no será una noticia nueva, habrá otros que quizás no lo aceptan y pudieran aceptarlo pero ¿qué fuerza, dónde ve, Usted, la fundamentalidad, la esencialidad de esta noticia que el Papa nos quiere dar? Piense en esta misma frase: Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre. Hay dos afirmaciones en ella que contienen los dos elementos de una verdad, la grandeza del Dios que se inclinó hasta nosotros, hasta el ser humano y la grandeza del hombre hasta el punto de que Dios haya venido a estar con nosotros para hacerse parte de nuestra humanidad. Si la noticia en sí misma nos parece ya conocida sus consecuencias tienen un valor inapreciable para el creyente y para el no creyente y para todo aquel que se decida a aceptar el mensaje de Jesucristo porque es la dignidad del hombre la que queda exaltada en esta visión de la humanidad en el seno de la cual viene el mismo Dios a compartir nuestra suerte.

Ya en el antiguo testamento siglos antes de Jesucristo hay una hermosa reflexión acerca de Dios y del hombre en el Salmo 8 la encontramos: "Señor, Dios nuestro que admirable es tu nombre en toda la tierra. Cuando contemplo el cielo y las estrellas, la luna que has creado Que es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder. Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad Le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies". Esta es la misión del hombre que aparecer ya en la tradición Judeo-Cristiana, que se refuerza con la venida de Jesucristo a la tierra a ser parte de nuestra humanidad. Si el hombre ha sido exaltado por Dios hasta el punto que un miembro de nuestra humanidad fue escogido para que la divinidad estuviera presente en él, Jesús de Nazaret, nuestro Salvador, nosotros tenemos que mirar al hombre con una mirada transformada nueva es increíble la dignidad del ser humano, si el autor antiguo se sorprendía de lo que fuera el hombre para que Dios se ocupara de nosotros mirando como nos ha amado tanto que nos envío a su hijo Jesucristo nos quedamos realmente maravillados y hay que sacar las consecuencias, la dignidad del hombre.

La fe cristiana es al mismo tiempo una fe y una visión humanista del mundo, profundamente

humanista, no puede haber en la religión cristiana nadie que pretenda reclamarse de ser seguidor de Jesucristo, nuestro Señor, no puede haber ningún tipo de evasión de la realidad. Preocupa a veces una religiosidad que se vuelve ritos, ceremonias, o que se vuelve solamente rezos evasivos sin falta de preocupación por el hombre concreto. Cuando esto ocurre allí no está el sello de la verdad porque dice San Juan, el Apóstol, quien dice que ama a Dios a quien que no ve, y no ama a su prójimo a quien ve es un mentiroso. Esta es la médula de la fe cristiana, la dignidad del hombre. ¡

¡Cuántos escritos del Papa Juan Pablo II! ¡Cuántos llamamientos desde aquella primera carta que dirige al mundo entero diciendo: "el hombre es el camino de la iglesia", el hombre con sus problemas, con sus angustias, con sus anhelos, con sus esperanzas. Ese es el camino que la Iglesia tiene que recorrer, alcanzarlo para siempre tenderle una mano y levantarlo y hacerle comprender cual es su dignidad. En cuántos escritos del Santo Padre encontramos esto expresado de muchas maneras con respecto a la dignidad del trabajo humano a la grandeza del hombre en sí mismo y el respeto que merece.

Yo he tenido la oportunidad de tratar bastante al Papa Juan Pablo II, mañana hará 19 años que soy Obispo, él fue quien me nombró, él me nombró primero Obispo de Pinar del Río y tres años más tarde Arzobispo de La Habana. Pocos meses después de mi consagración como Obispo tuve la oportunidad de visitar por primera vez al Santo Padre, me invitó a su mesa y desde aquel momento ¡cuántos encuentros personales en las visitas que los Obispos hacemos periódicamente a Roma de tú a tú!. Cuántos encuentros con grupos de obispo cubanos o de otros países latinoamericanos o del mundo en los cuales he podido sentir todo aquello que el Papa lleva en su corazón con respecto al ser humano, con respecto a su dignidad. Primero con respecto a los derechos fundamentales del hombre, su derecho a la vida, su derecho a la vida desde el seno materno, por lo tanto su rechazo total al aborto, su respeto a la vida como un don sagrado, de ese ser humano irrepetible que Dios llama a la vida. Cuando después de redactado el Catecismo Católico, el Papa en una revisión muy inmediata pidió que las palabras que parecían conceder alguna posibilidad de castigo válido a la pena de muerte fueran quitadas del Catecismo Católico, no cree el Papa que pueda esto ser un modo válido de prevenir el mal en la sociedad.

La defensa de la vida para el Papa es el primero de todos los deberes porque es el primero de todos los derechos del hombre, pero después ese hombre debe ser alimentado, cuidado en su salud, debe ser un hombre educado, que tenga la posibilidad de adquirir la cultura necesaria para desenvolverse en la vida.

Recientemente el Papa ha hablado fuertemente sobre el grave problema del hambre en el mundo, por ejemplo ha hablado de la miseria de los pueblos, ha hablado de esto que él llama la primera de las injusticias: la pobreza, en la cual una parte mayoritaria de la humanidad se encuentra hoy, como el Santo Padre tiene una visión que repite en su último mensaje de la paz, una visión muy completa de los derechos del hombre, no pueden tomarse unos derechos y dejar otros, no se puede hablar de ciertas libertades olvidando los derechos fundamentales: alimentación, la posibilidad de tener medios para sanar las enfermedades, para estudiar y desarrollarse, no puede haber una selección de derechos, todos son complexivos todos son complementarios, todos deben tenerse en cuenta, no pueden olvidarse estos derechos que están muy olvidados en gran parte de la humanidad. El derecho a la alimentación, el derecho al sustento, al pan de todos los días.

El Papa es un hombre con preocupaciones muy concretas, preocupaciones por la familia, por la familia porque en la familia el hombre no solo aprende le lenguaje, su comportamiento inicial, aprende a vivir, aprende sus sentimientos, aprende su capacidad de relacionarse. El Papa se preocupa por la juventud pero sin embargo yo diría, cree en la juventud, es capaz de reunir centenares de miles de jóvenes venidos del mundo entero, no para hablarles concesivamente de que todo está permitido, sino para presentarles a veces las exigencias de una vida en alguna de sus variantes o presentaciones, dura o sacrificada, y sin embargo vemos a la juventud vibrar con este hombre que es ya un anciano y aclamarlo y recibir su mensaje.

El Papa cree en los valores humanos, cree en la posibilidad de que los valores sean aceptados por la humanidad de hoy, los valores que fluyen del evangelio pero que son también valores muy humanos y no deja de presentar éstos valores. El Papa cree en la libertad, en la libertad entendida al modo cristiano, que es el único modo en que no es ni un exceso ni un defecto de la misma, una libertad no para hacer lo que nos dé la gana, no para cumplir con nuestros deseos a veces caprichosos, no para no ser guiados u orientados por nadie, no. Una libertad que se base en la verdad, en la verdad que el hombre debe buscar, para que esa verdad se disfrace del evangelio, lo haga libre, la verdad lo hará libre y capaz de ser dueño de su destino de elegir entre lo bueno, lo mejor, no según una veleidad o un tipo de placer que los solicita en un momento, sino según aquello que hay en el corazón del hombre que es lo mejor, hay que encontrar la verdad, por eso el hombre, dice el Santo Padre, debe tener la posibilidad siempre de buscar la verdad para encontrándola tener acceso a la verdadera libertad que lo librará de sus caprichos, de sus inercias, de sus faltas de entusiasmo, de su postración ante la vida, todo esto es lo que el Papa siente, cree lo que él propone.

Es un luchador el Papa Juan Pablo II, conocemos su historia personal, la historia de él en su niñez y juventud especialmente como joven, el Papa nació en Polonia ama profundamente a su Patria, es el único quizás de los Pontífices que hemos conocido en los últimos años que no cesa de hacer referencia al amor a la Patria, está convencido que esto no está reñido con la fe cristiana, ni con la universalidad de su cargo, él es de Polonia y él ama profundamente a su Patria. En Cuba tendremos una celebración cargada de sentido patriótico cuando el Papa en Santiago de Cuba corone a la Virgen de la Caridad como Reina y Madre de Cuba y haga una reflexión sobre el amor a la Patria, el servicio a la Patria, él puede hacerlo, él ha conocido en su país la terrible guerra mundial, la segunda, la vivió, la ocupación nazi, durante esa ocupación tuvo que estudiar clandestinamente su carrera eclesiástica no en un seminario organizado, se ordenó sacerdote también en forma casi clandestina.

Polonia fue el eje, como lo ha sido a través de la historia, de muchos conflictos en Europa, terminada la guerra no pudo el país, según sus aspiraciones nacionales, acceder a una independencia completa y Polonia se vio asociada según los acuerdos de Yalta a todo el mundo que estaba bajo la Unión Soviética, siempre el polaco sintió esto como algo que le era lesivo de su nacionalidad, de su patriotismo.

El Papa vivió también esta etapa cuando ya en Roma, llamado a este cargo de ser el Pastor Universal de la Iglesia contemplaba los acontecimientos de su país desde lejos también estaba preocupado, soy testigo de su preocupación, se preocupaba por el futuro y después por lo que podía ser la nueva realidad de su patria y de otros países de esa misma área geográfica del este de Europa, muchas doctrinas económicas, muchos modelos importados del oeste, venían a imponer quizás, y está pasando no solamente allí sino en el mundo entero, un estilo económico de carácter liberal que en muchas ocasiones trae la pobreza en el seno de los países o empobrece a unos pueblos en detrimento de otros, o enriquece a muchos, para hablar con propiedad, en detrimento de otros.

Ha habido para el Santo Padre toda esta preocupación, le preocupa cualquier tipo de sanción económica, de medida económica que pueda dañar concretamente a una región de la tierra, a un país y rechaza claramente estas medidas como lo ha hecho con los embargos o bloqueos de Iraq, de Cuba, en más de una ocasión y de otros países también.

Todo este sentir del Santo Padre proviene de aquello primero que yo decía mis hermanos y hermanas y que él gritó en la Plaza de San Pedro con fuerza en su primer mensaje al mundo en la misa en la cual inauguraba su pontificado: "Abran las puertas a Jesucristo", si las puertas de los países, de los gobiernos, de los corazones, de los hogares se abren a Jesucristo va a haber una transformación porque los valores que aporta el evangelio son estos que preocupan al Santo Padre, no es un hombre lúcido, inteligente, estudioso y preocupado, es un creyente profundamente fiel a su Señor que no quiere otra cosa sino que el hombre que ha sido exaltado por la venida de Jesucristo, tenga toda su dignidad, toda su grandeza.

Nos ha acompañado durante toda esta presentación la imagen de la Virgen de la Caridad, nuestra Madre, la Virgen María madre de Jesús ha servido para preparar la visita del Papa a Cuba en nuestras iglesias donde miles y miles de cubanos han ido a visitarla y a orar por esta visita, yo quisiera concluir pidiéndole a ella, la Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba, que se uniera a nuestra oración ante Dios nuestro Padre pidiendo por su hijo Jesucristo que esta visita del Papa a Cuba traiga a los cubanos una gran bendición, yo la veo como un paso de Dios por nuestra historia, como un paso de Jesucristo y recordemos aquellas palabras del mismo Pedro hablando un día ya en los comienzos de la Iglesia: "Jesucristo pasó haciendo el bien", el Vicario de Cristo cuando pase dejará un gran bien y los valores que él propondrá y las actitudes espirituales que propondrá serán un bien no solo para nosotros los que creemos en Jesús, los que creemos en su entrega por nosotros en la cruz y en su resurrección gloriosa, sino que lo será para todo nuestro pueblo.

Con estos pensamientos los dejos queridos hermanos y hermanas, esperando la llegada del Santo Padre, les doy a todos mi bendición.