Ser fiel en lo pequeño es cosa grande

Lo recordó un joven empresario.
Es la frase de un conocido poeta alemán:
“Si cada ama de casa barre diariamente el frente de su casa, la ciudad está limpia”.

Lo pequeño es pequeño; pero ser fiel en lo pequeño,
es cosa grande. Gracias al orden del átomo pueden
existir las galaxias. Por eso la mejor prueba de que
alguien quiere, de veras, mejorar el mundo es que
ponga en orden su escritorio o su cocina.

Es la pequeña flama del cerillo que enciende cada
uno en la oscuridad lo que hace que un estadio tenga
luz de mediodía. ¿Qué sería de las montañas sin los
granos de arena? El secreto de las operaciones
complicadísimas de las gigantescas computadoras
que calculan los viajes espaciales son las diminutas
placas de silicio que se portan como minúsculos
interruptores.

“Mi país tiene el puente mas grande del mundo, l
a torre mas alta, la carretera mas larga…”
“Nosotros”, respondía el interlocutor japonés,
“tenemos niños, pinceladas, transistores, flores y
arbolitos enanos… todo es pequeño; pero requiere
una gran paciencia y hace crecer el espíritu,
y se despidió con una breve sonrisa y una leve
caravana.

O. Henry contaba el poder de una hoja de árbol.
Aquel invierno, el pintor murió de pulmonía por
pintarla, a la intemperie, en la ventana de la
muchacha enferma. Ella aseguraba que al caer la
ultima hoja del árbol moriría… pero la hoja nunca
cayó.

Son los granos de arena los que hacen el amplio arco
de las ensenadas, la inmensidad de los desiertos y las
enhiestas escarpaduras de las montañas… son una
gran obra maestra del Creador y del hombre, su
criatura.