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La riqueza existe para ser compartida

Por: Ricardo Fco. Padilla Castillo / Mater Unitatis

Estoy regresando de un día de misión entre los más pobres de mi país, dejando por algunas semanas el trabajo con empresarios y políticos en la ciudad. Junto con toda mi familia hemos tenido la gracia inmerecida de servir a mis hermanos indígenas “beneficiarios” de algunos de los proyectos sociales que dirigimos.

En el camino, una persistente y punzante opresión en el pecho, algunas lágrimas discretas, y el redescubrimiento de poder mirar a través de las percepciones inquisidoras de mis pequeñas. Pero sobre todo, una concienzuda reflexión sólidamente fundamentada en las enseñanzas sociales de mi Madre Iglesia.

El número 328 del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (CDSI) instruye lúcidamente: “Los bienes, aun cuando son poseídos legítimamente, conservan siempre un destino universal. Toda forma de acumulación indebida es inmoral, porque se halla en abierta contradicción con el destino universal que Dios creador asignó a todos los bienes. La salvación cristiana es una liberación integral del hombre, liberación de la necesidad, pero también de la posesión misma: « Porque la raíz de todos los males es el afán de dinero, y algunos, por dejarse llevar de él, se extraviaron en la fe » (1 Tm 6,10). Los Padres de la Iglesia insisten en la necesidad de la conversión y de la transformación de las conciencias de los creyentes, más que en la exigencia de cambiar las estructuras sociales y políticas de su tiempo, instando a quien desarrolla una actividad económica y posee bienes a considerarse administrador de cuanto Dios le ha confiado.”.

“[…] La enseñanza social de la Iglesia aparece como una luz que irradia esperanza. Una luz que, para nuestra satisfacción más grande, somos nosotros.

Desde sus orígenes, en el siglo XIX, la DSI ha pronunciado críticas fundadas contra el socialismo y el liberalismo. […] Al liberalismo le recrimina el favorecer un individualismo que consagra la supremacía del más fuerte en detrimento de los más débiles […] “ .

Pero no me malinterpretes, no estamos satanizando al capital. Ello se aclara en el párrafo 329 del mismo Compendio: ”Las riquezas realizan su función de servicio al hombre cuando son destinadas a producir beneficios para los demás y para la sociedad: 685 « ¿Cómo podríamos hacer el bien al prójimo —se pregunta Clemente de Alejandría— si nadie poseyese nada? ».686 En la visión de San Juan Crisóstomo, las riquezas pertenecen a algunos para que estos puedan ganar méritos compartiéndolas con los demás. 687 Las riquezas son un bien que viene de Dios: quien lo posee lo debe usar y hacer circular, de manera que también los necesitados puedan gozar de él; el mal se encuentra en el apego desordenado a las riquezas, en el deseo de acapararlas. San Basilio el Grande invita a los ricos a abrir las puertas de sus almacenes y exclama: « Un gran río se vierte, en mil canales, sobre el terreno fértil: así, por mil caminos, tú haces llegar la riqueza a las casas de los pobres ».688 La riqueza, explica San Basilio, es como el agua que brota cada vez más pura de la fuente si se bebe de ella con frecuencia, mientras que se pudre si la fuente permanece inutilizada.689 El rico, dirá más tarde San Gregorio Magno, no es sino un administrador de lo que posee; dar lo necesario a quien carece de ello es una obra que hay que cumplir con humildad, porque los bienes no pertenecen a quien los distribuye. Quien tiene las riquezas sólo para sí no es inocente; darlas a quien tiene necesidad significa pagar una deuda.690”.

Si ya hemos compartido de lo que tenemos, pues demos una vez más con creciente generosidad y con la misma procurada asertividad con la que inviertes en tu negocio, que el combate a la pobreza es titánico y nadie que esté obligado a dar cuentas a Dios de ello, puede quedar al margen.

Si las percepciones de nuestros colaboradores son susceptibles –viables- de incremento, ¡pues hagámoslo! Si tus inversiones para crear nuevos puestos de trabajo pueden incrementarse, ¡pues que esperamos! Si el entorno donde está localizada tu empresa prevalecen las condiciones de pobreza, marginación e inestabilidad social, ¡sal al encuentro del pobre y encontrarás la paz!

“El hombre es el regalo más bello de Dios al hombre” (Centesimus Annus, Cf. número 38). La opción preferencial por los pobres es connatural al Evangelio y obligación grave para todo cristiano. Es urgente impulsar un modelo alternativo de desarrollo humano integral, a partir de la riqueza del humanismo cristiano y la enseñanza social de la Iglesia. ¡Esta urgente transformación solo es posible con ayuda del Espíritu Santo! ¡Cada día en torno a ti, debes preparar el nuevo Pentecostés!

 
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