Lecturas diarias:
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Primera Lectura
Gálatas 2:1-2, 7-14
1Luego, catorce años después, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando conmigo también a Tito.2Subí impulsado por una revelación y, a solas, les expuse a los que gozaban de autoridad el Evangelio que predico entre los gentiles, no fuera que corriese o hubiese corrido inútilmente.7sino que, por el contrario, al ver que se me había confiado la predicación del Evangelio a los incircuncisos, de la misma manera que a Pedro a los circuncisos8—pues quien dio fuerzas a Pedro para el apostolado entre los circuncisos me las dio también a mí para el de los gentiles—,9y al conocer la gracia que se me había concedido, Santiago, Cefas y Juan —que eran considerados como columnas— nos dieron la mano a mí y a Bernabé, en señal de comunión, para que nosotros predicásemos a los gentiles, y ellos a los circuncisos.10Solamente nos recomendaron que nos acordásemos de los pobres, cosa que he procurado hacer con empeño.11Pero cuando vino Cefas a Antioquía, cara a cara le opuse resistencia, porque merecía reprensión.12Porque antes de que llegasen algunos de los que estaban con Santiago, comía con los gentiles; pero en cuanto llegaron ellos, empezó a retraerse y a apartarse por miedo a los circuncisos.13También los demás judíos le siguieron en el disimulo, de manera que incluso arrastraron a Bernabé al disimulo.14Pero, en cuanto vi que no andaban rectamente según la verdad del Evangelio, le dije a Cefas delante de todos: «Si tú, que eres judío, vives como un gentil y no como un judío, ¿cómo es que les obligas a los gentiles a judaizarse?» -
Salmo Responsorial
Salmo 117:1-2
1¡Aleluya!
Alabad al Señor todas las naciones, aclamadlo todos los pueblos.2Porque firme es con nosotros su misericordia,
la fidelidad del Señor permanece para siempre. -
Evangelio
Lucas 11:1-4
1Estaba haciendo oración en cierto lugar. Y cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos:
—Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.2Él les respondió:
—Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino;3danos cada día nuestro pan cotidiano;4y perdónanos nuestros pecados,
puesto que también nosotros perdonamos a todo el que nos debe; y no nos pongas en tentación.