Feria

agosto 7, 2024

Color: Verde

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Jeremías 31:1-7

    1«En aquel tiempo —oráculo del Señor— seré el Dios de todas las familias de Israel y ellos serán mi pueblo».
    2Esto dice el Señor:
    «En el desierto halló gracia el pueblo que escapó de la espada: Israel camina a su descanso.
    3Desde lejos se me apareció el Señor:
    «Con amor eterno te he amado; por eso, te atraje misericordia».
    4De nuevo te edificaré, reconstruida serás,
    doncella de Israel. De nuevo tomarás tus panderos y saltarás al corro de los que bailan alegres.
    5De nuevo plantarás viñas
    en los montes de Samaría, y los que las plantan las vendimiarán.
    6Pues llegará un día en que gritarán los centinelas
    sobre las montañas de Efraím: “¡Arriba! ¡Subamos a Sión, al Señor, nuestro Dios!”».
    7Porque esto dice el Señor:
    «Lanzad gritos de alegría por Jacob, cantad himnos de gozo a la capital de las naciones. Anunciad, alabad y pregonad: “¡El Señor salva a su pueblo, al resto de Israel!”.

  • Salmo Responsorial

    Jeremías 31:10-13

    10¡Naciones! Escuchad la palabra del Señor.
    Anunciadla en las islas remotas, diciendo: “El que dispersó a Israel lo reunirá, y lo guardará como pastor a su rebaño,
    11pues el Señor redimió a Jacob,
    lo rescató de una mano más fuerte”.
    12Vendrán y gritarán de júbilo en lo alto de Sión,
    correrán hacia los bienes del Señor: el trigo, el vino y el aceite, los corderos y terneros. Sus almas serán como huertos regados, y nunca más desfallecerán.
    13Entonces reirá la doncella en el baile,
    jóvenes y viejos unidos, trocaré su duelo en gozo, los consolaré y alegraré su pena.

  • Evangelio

    Mateo 15:21-28

    21Después que Jesús salió de allí, se retiró a la región de Tiro y Sidón.
    22En esto una mujer cananea, venida de aquellos contornos, se puso a gritar:
    —¡Señor, Hijo de David, apiádate de mí! Mi hija está poseída cruelmente por el demonio.
    23Pero él no le respondió palabra. Entonces, se le acercaron sus discípulos para rogarle:
    —Atiéndela y que se vaya, porque viene gritando detrás de nosotros.
    24Él respondió:
    —No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
    25Ella, no obstante, se acercó y se postró ante él diciendo:
    —¡Señor, ayúdame!
    26Él le respondió:
    —No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perrillos.
    27Pero ella dijo:
    —Sí, Señor, pero también los perrillos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.
    28Entonces Jesús le respondió:
    —¡Mujer, qué grande es tu fe! Que sea como tú quieres. Y su hija quedó sana en aquel instante.