San Juan Bosco, Presbítero (Memoria)

enero 31, 2024

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    2 Samuel 24:2, 9-17

    2El rey dijo a Joab y a los jefes de su ejército que estaban con él:
    —Recorred todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Berseba, y haced el censo del pueblo para que yo conozca el número de personas.
    9Joab dio al rey el resultado del censo del pueblo: ochocientos mil guerreros adiestrados para manejar la espada, en Israel, y quinientos mil, en Judá.
    10Pero le remordió la conciencia a David después de haber hecho el censo del pueblo y dijo al Señor:
    —He pecado mucho por haber hecho esto; pero ahora, Señor, te ruego que perdones la iniquidad de tu siervo, porque he obrado con gran necedad.
    11Antes de que David se levantara a la mañana siguiente, le fue dirigida esta palabra del Señor al profeta Gad, el vidente de David:
    12—Vete a decirle a David: «Esto ha dicho el Señor: “Tres castigos te propongo; elige uno y lo ejecutaré”».
    13Se presentó, pues, Gad ante David y le dijo:
    —¿Qué prefieres: tres años de hambre en tu país, tres meses de constante huida de tus enemigos que estarán siempre persiguiéndote, o tres días de peste en tu país? Ahora reflexiona y decide qué debo responder al que me ha enviado.
    14David dijo a Gad:
    —Estoy en un grave aprieto. Pero es mejor caer en manos del Señor, cuya entrañable misericordia es grande, que caer en manos de los hombres.
    15Así que David eligió la peste. Era el tiempo de la siega del trigo. El Señor envió la peste sobre Israel desde esa mañana hasta el momento fijado, y murieron setenta mil hombres del pueblo, desde Dan hasta Berseba.
    16Cuando el ángel iba a extender la mano sobre Jerusalén para destruirla, el Señor tuvo compasión por tanto daño y dijo al ángel que exterminaba al pueblo:
    —Basta, detén tu mano. El ángel de Dios estaba junto a la era de Arauná, el jebuseo.
    17David, al ver al ángel que azotaba al pueblo, dijo al Señor:
    —Yo soy el que ha pecado. Yo soy el culpable. Estas ovejas, ¿qué han hecho? Que caiga tu mano sobre mí y sobre la casa de mi padre.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 32:1-2, 5-7

    1De David. Masquil.
    Dichoso el que es perdonado de la culpa, y le ha sido cubierto su pecado.
    2Dichoso el hombre a quien el Señor no le imputa delito
    y en cuyo espíritu no hay dolo.
    5Te declaré mi pecado, no te oculté mi delito.
    Dije: «Confesaré mis culpas al Señor». Y Tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
    6Por eso, que todo fiel te suplique
    en tiempo de necesidad: cuando inunden aguas caudalosas a él no le alcanzarán.
    7Tú eres mi refugio, me salvas de la angustia,
    me rodeas del gozo de la salvación.

  • Evangelio

    Marcos 6:1-6

    1Salió de allí y se fue a su ciudad, y le seguían sus discípulos.
    2Y cuando llegó el sábado comenzó a enseñar en la sinagoga, y muchos de los que le oían decían admirados:
    —¿De dónde sabe éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es la que se le ha dado y estos milagros que se hacen por sus manos?
    3¿No es éste el artesano, el hijo de María, y hermano de Santiago y de José y de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?
    Y se escandalizaban de él.
    4Y les decía Jesús:
    —No hay profeta que sea menospreciado, si no es en su tierra, entre sus parientes y en su casa.
    5Y no podía hacer allí ningún milagro; solamente sanó a unos pocos enfermos imponiéndoles las manos.
    6Y se asombraba por su incredulidad.
    Y recorría las aldeas de los contornos enseñando.

  • Primera Lectura

    Filipenses 4:4-9

    4Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos.
    5Que vuestra comprensión sea patente a todos los hombres. El Señor está cerca.
    6No os preocupéis por nada; al contrario: en toda oración y súplica, presentad a Dios vuestras peticiones con acción de gracias.
    7Y la paz de Dios que supera todo entendimiento custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
    8Por lo demás, hermanos, cuanto hay de verdadero, de honorable, de justo, de íntegro, de amable y de encomiable; todo lo que sea virtuoso y digno de alabanza, tenedlo en estima.
    9Lo que aprendisteis y recibisteis, lo que oísteis y visteis en mí, ponedlo por obra; y el Dios de la paz estará con vosotros.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 103:1-4, 8-9, 13-14, 17-18

    1De David.
    Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su Nombre santo.
    2Bendice, alma mía, al Señor,
    no olvides ninguno de sus beneficios.
    3Él es quien perdona tus culpas,
    quien sana tus enfermedades.
    4Quien rescata tu vida de la fosa,
    quien te corona de misericordia y compasión.
    8El Señor es compasivo y misericordioso,
    lento a la ira y rico en misericordia.
    9No dura siempre su querella,
    ni guarda rencor perpetuamente.
    13Como se apiada un padre de sus hijos,
    así el Señor tiene piedad de los que le temen.
    14Pues Él conoce de qué estamos hechos,
    recuerda que somos polvo.
    17Pero la misericordia del Señor dura desde siempre
    y para siempre con los que le temen; y su justicia, con los hijos de los hijos,
    18con los que guardan su alianza
    y recuerdan sus mandatos y los cumplen.

  • Evangelio

    Mateo 18:1-5

    1En aquella ocasión se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
    —¿Quién es pues el mayor en el Reino de los Cielos?
    2Entonces llamó a un niño, lo puso en medio de ellos
    3y dijo:
    —En verdad os digo: si no os convertís y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos.
    4Pues todo el que se humille como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos;
    5y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe.