San José de Cupertino, Presbítero (Memoria)

septiembre 18, 2023

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    1 Timoteo 2:1-8

    1Por eso, te encarezco ante todo que se hagan súplicas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres,
    2por los emperadores y todos los que ocupan altos cargos, para que pasemos una vida tranquila y serena con toda piedad y dignidad.
    3Todo ello es bueno y agradable ante Dios, nuestro Salvador,
    4que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
    5Porque uno solo es Dios
    y uno solo también el mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo hombre,
    6que se entregó a sí mismo en redención por todos.
    Éste es el testimonio dado a su debido tiempo.
    7Yo he sido constituido mensajero y apóstol de ese testimonio —digo la verdad, no miento—, doctor de los gentiles en la fe y en la verdad.
    8Por tanto, quiero que los hombres hagan oración en todo lugar, alzando sus manos inocentes, sin ira ni disensiones;

  • Salmo Responsorial

    Salmo 28:2, 7-9

    2Escucha mi voz suplicante
    cuando clamo a Ti, cuando levanto mis manos hacia tu santo Templo.
    7El Señor es mi fuerza y mi escudo,
    en Él confió mi corazón y fui socorrido. Exulta mi corazón, con mi canto lo alabo.
    8El Señor es fuerza para su pueblo,
    refugio de salvación para su Ungido.
    9Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad.
    Sé su pastor y su guía para siempre. 

  • Evangelio

    Lucas 7:1-10

    1Cuando terminó de decir todas estas palabras al pueblo que le escuchaba, entró en Cafarnaún.
    2Había allí un centurión que tenía un siervo enfermo, a punto de morir, a quien estimaba mucho.
    3Habiendo oído hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos para rogarle que viniera a curar a su siervo.
    4Ellos, al llegar donde Jesús, le rogaban encarecidamente diciendo:
    —Merece que hagas esto,
    5porque aprecia a nuestro pueblo y él mismo nos ha construido la sinagoga.
    6Jesús, pues, se puso en camino con ellos. Y no estaba ya lejos de la casa cuando el centurión le envió unos amigos para decirle:
    —Señor, no te tomes esa molestia, porque no soy digno de que entres en mi casa,
    7por eso ni siquiera yo mismo me he considerado digno de ir a tu encuentro. Pero dilo de palabra y mi criado quedará sano.
    8Pues también yo soy un hombre sometido a disciplina y tengo soldados a mis órdenes. Le digo a uno: «Vete», y va; y a otro: «Ven», y viene; y a mi siervo: «Haz esto», y lo hace.
    9Al oír esto, Jesús se admiró de él, y volviéndose a la multitud que le seguía, dijo:
    —Os digo que ni siquiera en Israel he encontrado una fe tan grande.
    10Y cuando volvieron a casa, los enviados encontraron sano al siervo.

  • Primera Lectura

    1 Corintios 12:31; 13:1-10, 13

    12
    31Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente.
    13
    1Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos.
    2Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada.
    3Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía.
    4La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta,
    5no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal,
    6no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad;
    7todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
    8La caridad nunca acaba. Las profecías desaparecerán, las lenguas cesarán, la ciencia quedará anulada.
    9Porque ahora nuestro conocimiento es imperfecto, e imperfecta nuestra profecía.
    10Pero cuando venga lo perfecto, desaparecerá lo imperfecto.
    13Ahora permanecen la fe, la esperanza, la caridad: las tres virtudes. Pero de ellas la más grande es la caridad.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 25:1-5, 8-10

    1De David.
    (Alef) A Ti, Señor, levanto mi alma.
    2(Bet) Dios mío, en Ti confío.
    No quede yo avergonzado, no se alegren mis enemigos a mi costa.
    3(Guímel) Nadie que espera en Ti queda avergonzado;
    queden avergonzados los traidores sin motivo.
    4(Dálet) Muéstrame, Señor, tus caminos,
    enséñame tus sendas.
    5(He) Hazme caminar en tu fidelidad, instrúyeme,
    pues Tú eres mi Dios salvador, (Vav) y en Ti espero todo el día.
    8(Tet) El Señor es bueno y recto;
    por eso muestra el camino a los pecadores,
    9(Yod) guía a los mansos en la justicia,
    enseña su camino a los humildes.
    10(Kaf) Las sendas del Señor son amor y fidelidad
    para los que guardan su alianza y sus preceptos.

  • Evangelio

    Mateo 11:25-30

    25En aquella ocasión Jesús declaró:
    —Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los pequeños.
    26Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
    27Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo.
    28»Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y yo os aliviaré.
    29Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas:
    30porque mi yugo es suave y mi carga es ligera.