Lecturas diarias:
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Primera Lectura
Ezequiel 2:8--3:4
28»Tú, en cambio, hijo de hombre, escucha lo que te digo. No seas rebelde como esta casa rebelde. Abre la boca y come lo que te doy.9Miré y había una mano extendida hacia mí, y vi en ella un libro en forma de rollo.10Él lo desenrolló delante de mí: estaban escritos el haz y el envés y eran lamentaciones, elegías y gemidos.31Y me dijo:
—Hijo de hombre, come lo que tienes delante, come ese rollo. Luego vete y habla a la casa de Israel.2Abrí la boca y me dio a comer aquel rollo.3Me dijo entonces:
—Hijo de hombre, alimenta tu vientre con el rollo que te doy y llena con él tus entrañas. Lo comí y fue en mi boca dulce como la miel.4Y prosiguió:
—Hijo de hombre, vete a la casa de Israel y diles mis palabras. -
Salmo Responsorial
Salmo 119:14, 24, 72, 103, 111, 131
14En el camino de tus preceptos me deleito
más que en todas las riquezas.24Pues tus preceptos son mi gozo,
y tus decretos, mis consejeros.72Mejor es para mí la Ley de tu boca
que montones de oro y plata.103¡Qué dulces al paladar son tus palabras!
Más que la miel en mi boca.111Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón.131Abro la boca y aspiro el aliento,
pues ansío tus mandatos. -
Evangelio
Mateo 18:1-5, 10, 12-14
1En aquella ocasión se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
—¿Quién es pues el mayor en el Reino de los Cielos?2Entonces llamó a un niño, lo puso en medio de ellos3y dijo:
—En verdad os digo: si no os convertís y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos.4Pues todo el que se humille como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos;5y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe.10»Guardaos de despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles en los cielos están viendo siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos.12»¿Qué os parece? Si a un hombre que tiene cien ovejas se le pierde una de ellas, ¿no dejará las noventa y nueve en el monte y saldrá a buscar la que se le había perdido?13Y si llega a encontrarla, os aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se habían perdido.14Del mismo modo, no es voluntad de vuestro Padre que está en los cielos que se pierda ni uno solo de estos pequeños.

