Santa María Magdalena (Fiesta)

julio 22, 2022

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Jeremías 3:14-17

    14»Volved, hijos descastados, —oráculo del Señor— que Yo soy vuestro amo. Os tomaré, a uno de cada ciudad, y dos de cada tribu, y os traeré a Sión.
    15Os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con saber e inteligencia.
    16Cuando os multipliquéis y deis fruto en el país, en aquellos días —oráculo del Señor—, no mencionarán ya el arca de la alianza del Señor, ni se les vendrá a la memoria, ni la recordarán, ni la echarán de menos, ni se hará otra.
    17En aquel tiempo llamarán a Jerusalén «Trono del Señor». Todas las naciones acudirán a ella, a Jerusalén, en el Nombre del Señor, y no seguirán a su perverso y obstinado corazón.

  • Salmo Responsorial

    Jeremías 31:10-13

    10¡Naciones! Escuchad la palabra del Señor.
    Anunciadla en las islas remotas, diciendo: “El que dispersó a Israel lo reunirá, y lo guardará como pastor a su rebaño,
    11pues el Señor redimió a Jacob,
    lo rescató de una mano más fuerte”.
    12Vendrán y gritarán de júbilo en lo alto de Sión,
    correrán hacia los bienes del Señor: el trigo, el vino y el aceite, los corderos y terneros. Sus almas serán como huertos regados, y nunca más desfallecerán.
    13Entonces reirá la doncella en el baile,
    jóvenes y viejos unidos, trocaré su duelo en gozo, los consolaré y alegraré su pena.

  • Evangelio

    Juan 20:1-2, 11-18

    1El día siguiente al sábado, muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio quitada la piedra del sepulcro.
    2Entonces echó a correr, llegó hasta donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, el que Jesús amaba, y les dijo:
    —Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.
    11María estaba fuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro,
    12y vio a dos ángeles de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies, donde había sido colocado el cuerpo de Jesús.
    13Ellos dijeron:
    —Mujer, ¿por qué lloras? —Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto —les respondió.
    14Dicho esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús.
    15Le dijo Jesús:
    —Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: —Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.
    16Jesús le dijo:
    —¡María! Ella, volviéndose, exclamó en hebreo: —¡Rabbuni! —que quiere decir: «Maestro».
    17Jesús le dijo:
    —Suéltame, que aún no he subido a mi Padre; pero vete donde están mis hermanos y diles: «Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios».
    18Fue María Magdalena y anunció a los discípulos:
    —¡He visto al Señor!, y me ha dicho estas cosas.

  • Primera Lectura

    El Cantar de los Cantares 3:1-4

    1En mi lecho, por las noches,
    busqué al que ama mi alma, y no lo encontré.
    2Me levantaré y rondaré por la ciudad,
    por calles y plazas, buscaré al que ama mi alma. Lo busqué, pero no lo encontré.
    3Me encontraron los guardias
    que rondan por la ciudad: «¿Habéis visto al que ama mi alma?»
    4Apenas los pasé, cuando encontré
    al que ama mi alma. Lo abracé y no lo soltaré hasta hacerlo entrar en casa de mi madre, en la alcoba de la que me concibió.

    OR

    2 Corintios 5:14-17

    14Porque el amor de Cristo nos urge, persuadidos de que si uno murió por todos, en consecuencia todos murieron.
    15Y murió por todos a fin de que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
    16De manera que desde ahora no conocemos a nadie según la carne; y si conocimos a Cristo según la carne, ahora ya no le conocemos así.
    17Por tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva criatura: lo viejo pasó, ya ha llegado lo nuevo.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 63:2-6, 8-9

    2Oh Dios, Tú eres mi Dios, al alba te busco,
    mi alma tiene sed de Ti, por Ti mi carne desfallece, en tierra desierta y seca, sin agua.
    3Por eso te contemplo en el Santuario,
    para ver tu poder y tu gloria
    4Tu misericordia vale más que la vida,
    mis labios te alabarán.
    5Así, te bendeciré toda mi vida,
    a tu Nombre alzaré mis manos.
    6Como de enjundia y de grosura
    se saciará mi alma, y con labios jubilosos te alabará mi boca.
    8porque Tú eres mi socorro,
    canto gozoso a la sombra de tus alas.
    9A Ti se aferra mi alma,
    tu diestra me sostiene.

  • Evangelio

    Juan 20:1-2, 11-18

    1El día siguiente al sábado, muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio quitada la piedra del sepulcro.
    2Entonces echó a correr, llegó hasta donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, el que Jesús amaba, y les dijo:
    —Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.
    11María estaba fuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro,
    12y vio a dos ángeles de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies, donde había sido colocado el cuerpo de Jesús.
    13Ellos dijeron:
    —Mujer, ¿por qué lloras? —Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto —les respondió.
    14Dicho esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús.
    15Le dijo Jesús:
    —Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: —Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.
    16Jesús le dijo:
    —¡María! Ella, volviéndose, exclamó en hebreo: —¡Rabbuni! —que quiere decir: «Maestro».
    17Jesús le dijo:
    —Suéltame, que aún no he subido a mi Padre; pero vete donde están mis hermanos y diles: «Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios».
    18Fue María Magdalena y anunció a los discípulos:
    —¡He visto al Señor!, y me ha dicho estas cosas.