Lecturas diarias:
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Primera Lectura
Santiago 2:1-9
1Hermanos míos, no intentéis conciliar la fe en nuestro Señor Jesucristo, glorioso, con la acepción de personas.2Supongamos que entra en vuestra asamblea un hombre con anillo de oro y vestido espléndido, y entra también un pobre mal vestido.3Y os fijáis en el que lleva el vestido espléndido y le decís: «Tú, siéntate aquí, en buen sitio»; y, en cambio, al pobre le decís: «Tú, quédate ahí», o «siéntate en el suelo, a mis pies».4¿No estáis haciendo entonces distinciones entre vosotros y juzgando con criterios perversos?5Escuchad, hermanos míos queridísimos: ¿acaso no escogió Dios a los pobres según el mundo, para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los que le aman?6Vosotros, en cambio, habéis deshonrado al pobre. ¿Y no son los ricos quienes os oprimen y os arrastran a los tribunales?7¿No son ellos los que blasfeman el hermoso nombre que ha sido invocado sobre vosotros?8Si cumplís la ley regia, según dice la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, obráis bien;9pero si hacéis acepción de personas, cometéis un pecado, y la Ley os condena como transgresores. -
Salmo Responsorial
Salmo 34:2-7
2(Alef) Bendigo al Señor en todo tiempo;
su alabanza está en mi boca de continuo.3(Bet) Mi alma se gloría en el Señor;
que lo escuchen los humildes y se alegren.4(Guímel) Engrandeced conmigo al Señor;
ensalcemos juntos su Nombre.5(Dálet) Busqué al Señor y me ha escuchado,
me ha librado de todos mis temores.6(He) Miradle y brillaréis de gozo,
vuestros rostros no se avergonzarán.7(Záin) Cuando el pobre invoca, el Señor le escucha,
y lo salva de todas sus angustias. -
Evangelio
Marcos 8:27-33
27Salió Jesús con sus discípulos hacia las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino se puso a preguntar a sus discípulos:
—¿Quién dicen los hombres que soy yo?28Ellos le contestaron:
—Juan el Bautista, y otros que Elías; pero otros que uno de los profetas.29Entonces él les pregunta:
—Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Le responde Pedro: —Tú eres el Cristo.30Y les ordenó que no hablasen a nadie sobre esto.31Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía padecer mucho, ser rechazado por los ancianos, por los príncipes de los sacerdotes y por los escribas, y ser llevado a la muerte y resucitar después de tres días.32Hablaba de esto claramente. Pedro, tomándolo aparte, se puso a reprenderle.33Pero él se volvió y, mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro y le dijo:
—¡Apártate de mí, Satanás!, porque no sientes las cosas de Dios, sino las de los hombres.

