San Juan Crisóstomo, Obispo, Doctor de la Iglesia (Memoria)

septiembre 13, 2021

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    1 Timoteo 2:1-8

    1Por eso, te encarezco ante todo que se hagan súplicas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres,
    2por los emperadores y todos los que ocupan altos cargos, para que pasemos una vida tranquila y serena con toda piedad y dignidad.
    3Todo ello es bueno y agradable ante Dios, nuestro Salvador,
    4que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
    5Porque uno solo es Dios
    y uno solo también el mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo hombre,
    6que se entregó a sí mismo en redención por todos.
    Éste es el testimonio dado a su debido tiempo.
    7Yo he sido constituido mensajero y apóstol de ese testimonio —digo la verdad, no miento—, doctor de los gentiles en la fe y en la verdad.
    8Por tanto, quiero que los hombres hagan oración en todo lugar, alzando sus manos inocentes, sin ira ni disensiones;

  • Salmo Responsorial

    Salmo 28:2, 7-9

    2Escucha mi voz suplicante
    cuando clamo a Ti, cuando levanto mis manos hacia tu santo Templo.
    7El Señor es mi fuerza y mi escudo,
    en Él confió mi corazón y fui socorrido. Exulta mi corazón, con mi canto lo alabo.
    8El Señor es fuerza para su pueblo,
    refugio de salvación para su Ungido.
    9Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad.
    Sé su pastor y su guía para siempre. 

  • Evangelio

    Lucas 7:1-10

    1Cuando terminó de decir todas estas palabras al pueblo que le escuchaba, entró en Cafarnaún.
    2Había allí un centurión que tenía un siervo enfermo, a punto de morir, a quien estimaba mucho.
    3Habiendo oído hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos para rogarle que viniera a curar a su siervo.
    4Ellos, al llegar donde Jesús, le rogaban encarecidamente diciendo:
    —Merece que hagas esto,
    5porque aprecia a nuestro pueblo y él mismo nos ha construido la sinagoga.
    6Jesús, pues, se puso en camino con ellos. Y no estaba ya lejos de la casa cuando el centurión le envió unos amigos para decirle:
    —Señor, no te tomes esa molestia, porque no soy digno de que entres en mi casa,
    7por eso ni siquiera yo mismo me he considerado digno de ir a tu encuentro. Pero dilo de palabra y mi criado quedará sano.
    8Pues también yo soy un hombre sometido a disciplina y tengo soldados a mis órdenes. Le digo a uno: «Vete», y va; y a otro: «Ven», y viene; y a mi siervo: «Haz esto», y lo hace.
    9Al oír esto, Jesús se admiró de él, y volviéndose a la multitud que le seguía, dijo:
    —Os digo que ni siquiera en Israel he encontrado una fe tan grande.
    10Y cuando volvieron a casa, los enviados encontraron sano al siervo.

  • Primera Lectura

    Efesios 4:1-7, 11-13

    1Así pues, os ruego yo, el prisionero por el Señor, que viváis una vida digna de la vocación a la que habéis sido llamados,
    2con toda humildad y mansedumbre, con longanimidad, sobrellevándoos unos a otros con caridad,
    3continuamente dispuestos a conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.
    4Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como habéis sido llamados a una sola esperanza: la de vuestra vocación.
    5Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo,
    6un solo Dios y Padre de todos: el que está sobre todos, por todos y en todos.
    7A cada uno de nosotros, sin embargo, ha sido dada la gracia en la medida en que Cristo quiere otorgar sus dones.
    11Él constituyó a algunos como apóstoles, a otros profetas, a otros evangelizadores, a otros pastores y doctores,
    12a fin de que trabajen en perfeccionar a los santos cumpliendo con su ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
    13hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la plenitud de Cristo,

  • Salmo Responsorial

    Salmo 40:2, 4, 7-11

    2Esperaba confiadamente en el Señor;
    Él se inclinó a mí y escuchó mi clamor.
    4Ha puesto en mi boca un cántico nuevo,
    una alabanza a nuestro Dios. Muchos, al verlo, temerán y esperarán en el Señor.
    7No quisiste sacrificio ni ofrenda,
    pero me abriste el oído. No pediste holocausto ni sacrificio de expiación;
    8entonces dije: «Aquí estoy
    —como está escrito acerca de mí en el Libro—
    9para hacer tu voluntad, Dios mío».
    Ése es mi querer, pues llevo tu Ley dentro de mí.
    10He anunciado la justicia en la gran asamblea;
    no he cerrado mis labios, Señor, Tú lo sabes bien.
    11No he escondido tu justicia dentro de mi corazón;
    he proclamado tu fidelidad y tu salvación, no he ocultado tu bondad y tu lealtad a la gran asamblea.

  • Evangelio

    Marcos 4:1-10, 13-20

    1De nuevo comenzó a enseñar al lado del mar. Y se reunió en torno a él una muchedumbre tan grande, que tuvo que subir a sentarse en una barca, en el mar, mientras toda la muchedumbre permanecía en tierra, en la orilla.
    2Les explicaba con parábolas muchas cosas, y les decía en su enseñanza:
    3—Escuchad: salió el sembrador a sembrar.
    4Y ocurrió que, al echar la semilla, parte cayó junto al camino, y vinieron los pájaros y se la comieron.
    5Parte cayó en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotó pronto, por no ser hondo el suelo;
    6pero cuando salió el sol se agostó, y se secó porque no tenía raíz.
    7Otra parte cayó entre espinos; crecieron los espinos y la ahogaron, y no dio fruto.
    8Y otra cayó en tierra buena, y comenzó a dar fruto: crecía y se desarrollaba; y producía el treinta por uno, el sesenta por uno y el ciento por uno.
    9Y decía:
    —El que tenga oídos para oír, que oiga.
    10Y cuando se quedó solo, los que le acompañaban junto con los doce le preguntaron por el significado de las parábolas.
    13Y les dice:
    —¿No entendéis esta parábola? ¿Y cómo podréis entender las demás parábolas?
    14El que siembra, siembra la palabra.
    15Los que están junto al camino donde se siembra la palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, al instante viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos.
    16Los que reciben la semilla sobre terreno pedregoso son aquellos que, cuando oyen la palabra, al momento la reciben con alegría,
    17pero no tienen en sí raíz, sino que son inconstantes; y después, al venir una tribulación o persecución por causa de la palabra, enseguida tropiezan y caen.
    18Hay otros que reciben la semilla entre espinos: son aquellos que han oído la palabra,
    19pero las preocupaciones de este mundo, la seducción de las riquezas y los apetitos de las demás cosas les asedian, ahogan la palabra y queda estéril.
    20Y los que han recibido la semilla sobre la tierra buena son aquellos que oyen la palabra, la reciben y dan fruto: el treinta por uno, el sesenta por uno y el ciento por uno.

    OR

    Marcos 4:1-9

    1De nuevo comenzó a enseñar al lado del mar. Y se reunió en torno a él una muchedumbre tan grande, que tuvo que subir a sentarse en una barca, en el mar, mientras toda la muchedumbre permanecía en tierra, en la orilla.
    2Les explicaba con parábolas muchas cosas, y les decía en su enseñanza:
    3—Escuchad: salió el sembrador a sembrar.
    4Y ocurrió que, al echar la semilla, parte cayó junto al camino, y vinieron los pájaros y se la comieron.
    5Parte cayó en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotó pronto, por no ser hondo el suelo;
    6pero cuando salió el sol se agostó, y se secó porque no tenía raíz.
    7Otra parte cayó entre espinos; crecieron los espinos y la ahogaron, y no dio fruto.
    8Y otra cayó en tierra buena, y comenzó a dar fruto: crecía y se desarrollaba; y producía el treinta por uno, el sesenta por uno y el ciento por uno.
    9Y decía:
    —El que tenga oídos para oír, que oiga.