Feria

septiembre 2, 2020

Color: Verde

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    1 Corintios 3:1-9

    1Por mi parte, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.
    2Os di a beber leche, no alimento sólido, pues todavía no podíais soportarlo; ni siquiera ahora podéis,
    3pues sois todavía carnales. Porque mientras haya entre vosotros envidias y discordias, ¿no continuáis siendo carnales y comportándoos a lo humano?
    4Porque cuando uno de vosotros dice: «Yo soy de Pablo»; y otro: «Yo, de Apolo», ¿no procedéis a lo humano?
    5¿Qué es Apolo? ¿Qué es Pablo? Ministros, por medio de los cuales habéis creído; cada uno según el Señor le ha concedido.
    6Yo planté, Apolo regó, pero es Dios quien dio el crecimiento;
    7de tal modo que ni el que planta es nada, ni el que riega, sino el que da el crecimiento, Dios.
    8El que planta y el que riega son una misma cosa; pero cada uno recibirá su propia recompensa según su trabajo.
    9Porque nosotros somos colaboradores de Dios; vosotros sois campo de Dios, edificación de Dios.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 33:12-15, 20-21

    12Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
    el pueblo que Él se eligió como heredad.
    13El Señor mira desde los cielos,
    ve a todos los hijos de Adán.
    14Desde el lugar de su morada observa
    a todos los habitantes de la tierra.
    15Él modela el corazón de cada uno,
    Él conoce a fondo todas sus acciones.
    20Nuestra alma espera en el Señor,
    Él es nuestro socorro y nuestro escudo;
    21en Él se alegra nuestro corazón,
    en su santo Nombre confiamos.

  • Evangelio

    Lucas 4:38-44

    38Saliendo Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón tenía una fiebre muy alta, y le rogaron por ella.
    39E inclinándose hacia ella, conminó a la fiebre, y la fiebre desapareció. Y al instante, ella se levantó y se puso a servirles.
    40Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos con diversas dolencias se los traían. Y él, poniendo las manos sobre cada uno, los curaba.
    41De muchos salían demonios gritando y diciendo:
    —¡Tú eres el Hijo de Dios! Y él, increpándoles, no les dejaba hablar porque sabían que él era el Cristo.
    42Cuando se hizo de día, salió hacia un lugar solitario, y la multitud le buscaba. Llegaron hasta él, e intentaban detenerlo para que no se alejara de ellos.
    43Pero él les dijo:
    —Es necesario que yo anuncie también a otras ciudades el Evangelio del Reino de Dios, porque para esto he sido enviado.
    44E iba predicando por las sinagogas de Judea.